Jon Juaristi, una conciencia lúcida

Se puede decir que lo que trata de construir la poesía de Juaristi es a un personaje llamado Jon Juaristi, su biografía real o ficticia, sus derrotas y fracasos, sus soledades, sus melancolías, sus amores, su dimensión civil ante ese problema llamado País Vasco dentro de ese otro problema llamado España. Siempre en un aparente tono menor, a Juaristi le gusta construir esa biografía suya sobre otras biografías, como le gusta construir su voz sobre el eco de otras voces.

Lejos del poeta artista consagrado por el romanticismo y las vanguardias, prefiere el poeta capaz de hacer convivir el presente con la tradición, el artesano que trabaja honradamente con elementos que vienen de otras manos. Su poesía, por eso, busca la autenticidad en la imitación y es más verdadera cuanto más dialoga con obras y modelos anteriores. Su audacia marcó una época: no importaban tanto los grandes poemas modernos como recuperar en el poema su nivel de inteligibilidad, de naturalidad.

Juaristi es un sentimental que utiliza los juegos irónicos para no parecer un sentimental, para desmitificar de irracionalidades la experiencia cotidiana y la experiencia histórica, para crear una distancia respecto a lo efusivo y lo solemne del gran y esencial sentimiento. Viste de paisano sus versos porque le gusta tutearse con una meditación a ras del polvo de la vida. Vapuleado por la experiencia del tiempo y de la historia hace de su poesía siempre una reflexión, aunque sea humorística, sobre la manera de comprender emocional y racionalmente el pasado y sobre la manera de comprender la memoria personal y moral.

En ‘Derrotero’ se ve a un Juaristi que siempre ajusta cuentas, que pone en una nueva hora el reloj de su lectura de la tradición lírica: a él le parece más vanguardista un antiguo juglar que un poeta joven amparado en el surrealismo. En una derrota no ajena a Gabriel Ferraté ( y a un Gil de Biedma siguiendo los pasos de Ferraté) hay que insistir en establecer en Juaristi sus vinculaciones con la poética medieval, con la épica y el romancero.

Como a los poetas medievales a Juaristi le importa controlar la distancia entre mundo y observador, y escribir de una manera precisa y eficaz a la hora de transmitir experiencias que todos pueden compartir. Por eso hace que la poesía tenga los valores de la buena prosa y hace de su mirada al mundo una crítica, un retrato de su dimensión ética.

Juaristi es sin duda un lujo de nuestra cultura. Su lucidez a la hora de escribir y de pensar sobre los dilemas de nuestro tiempo está a la altura de su enorme talento. ‘Derrotero’, por eso, no es solo un libro de todos sus poemas, es también un libro de todas sus conciencias Un libro mayor, el diario de un hombre donde cada melancolía, cada fracaso moral, cada ficción pueden llegar a producir una categoría del coraje.