'El imprudente feliz', de Ferran Sáez Mateu: del buen salvaje al ogro totalitario

El Hombre Nuevo no se conforma con mejorar una sociedad que siempre será imperfecta dada su matriz humana. Aspira a una solución total. La fantasía utópica es un venero de totalitarismos.

ENSAYO

'El imprudente infeliz'

• Autor Ferran Sáez Mateu
• Editorial Rosamerón
• Año 2025
• Páginas 218
• Precio 21,90 euros

El autor ilustra el tránsito de esa entidad fantasmal que propagaron De las Casas, Montaigne, Rousseau, Marx, Engels, Cabet, Fourier o Bakunin. Ejemplos. En 1855, la carta del Gran Jefe Seattle de la tribu 'squamish' al presidente Franklin era, en realidad, la falsificación del guionista televisivo Ted Perry en 1970. Este referente del progresismo ecologista, comentado en las escuelas, demuestra cómo «las más absurdas fantasías sobre los buenos salvajes continúan guiando políticamente la cultura occidental en forma de espejo aleccionador».

Un espejo en el que se refleja el indigenismo latinoamericano: la Chiapas del Subcomandante Marcos, la Bolivia de Evo Morales. Entre los años sesenta y los ochenta, la apología de la droga es otra manera de «inyectarse utopías». La corrección política y la cancelación que acorralan el pensamiento crítico. El anarquismo salvaje de Unabomber: «Predicaba el retorno a la vida natural, así como la destrucción de todos los avances tecnológicos modernos, incluidos los médicos». Su mentor, John Zerzan, predicaba el retorno al paleolítico.

La «lejanía fascinante» explica la proliferación de literatura utopista desde el siglo XVI. Los indios que defendía Bartolomé de Las Casas «estaban demasiado lejos como para poder llevar a cabo determinadas averiguaciones sobre su forma de vida real y concreta». Estilizado y lejano, el hombre sin pecado original deviene en realidad plausible: «La ficción del buen salvaje termina transformando la revolución en la más conservadora de las utopías, la del reingreso al Paraíso Originario».

Un presunto Paraíso que tiene su Estación Término en el gulag soviético o los jemeres rojos de Pol Pot. En lugar del Hombre de Nuevo hallamos a los cobayas del experimento comunista. El muro de Berlín cayó porque la economía planificada del comunismo estaba dirigida a una tipología humana inexistente, subraya Sáez Mateu.

El reformismo liberal es poco atractivo para quienes aspiran a una sociedad perfecta. Cada época cuenta con su Buen Salvaje según sus necesidades y la sociedad del capitalismo 'woke' tiene al 'okupa' y al 'hacker'. En 1979, ‘El libro rojo del cole’ (1979) oponía el «buen salvajismo» del adolescente a una supuesta decrepitud de la civilización adulta. Sáez Mateu percibe en aquellas consignas para maoístas «el caldo ideológico» de la LOGSE «la cultura del no, o aquella perturbadora mezcla de gregarismo bovino y de individualismo casi autista que hoy preside los botellones». En ‘El imprudente feliz’ el profesor y filósofo compone un alegato contra los utopistas redivivos. Pedagogía antirromántica.