ARTE

Una 'histeria' fallida en el TEA-Tenerife

Tenerife

El centro canario inaugura una colectiva sobre la histeria femenina donde se recurre únicamente a la mirada masculina

Gilberto González, director del TEA: La generación de las buenas prácticas asalta los museos

'Sin título', fotografía de Daido Moriyama ABC

Adonay Bermúdez

Santa Cruz de Tenerife

Se define la histeria como una enfermedad o desorden nervioso y crónico, caracterizado por síntomas normalmente funcionales como los ataques convulsivos. Esta descripción cambia significativamente cuando se vincula a la mujer, especialmente desde una perspectiva histórica. La histeria femenina podía incluir producir insomnio, espasmos ... musculares, ansiedad, fantasías eróticas o una posición contestataria, es decir, todo aquello que se escapaba de un modelo de mujer respetable y sumisa.

TEA Tenerife Espacio de las Artes presenta 'Histeria. La transgresión del deseo', una exposición que parte de la atracción del movimiento surrealista por las investigaciones ficcionadas en torno a la histeria del neurólogo francés Jean-Martin Charcot y por su Iconographie Photographique de la Salpêtrière, un archivo con más de un centenar de fotos de mujeres sufriendo, supuestamente, episodios de histeria. A través de diferentes procedimientos tanto clínicos como experimentales, que van de la hipnosis a la observación de mujeres en estado de crisis, Charcot ofrecía toda una serie de escenarios totalmente teatralizados con cuerpos desnudos, paralizados, enfermos o retorcidos hasta el paroxismo.

Ausencias deliberadas

Según el historiador francés Georges Didi-Huberman: «La histeria fue, a lo largo de toda su Historia, un dolor que se vio forzado a ser inventado como espectáculo y como imagen». La muestra asume esta tesis e incorpora unas magníficas fotografías de Hélène Vanel simulando un ataque de histeria en la Exposición Surrealista en París de 1938. Las imágenes corresponden al registro de una 'performance' de la francesa, ataviada con una especie de bata blanca diseñada por Salvador Dalí, interactuando con las obras exhibidas. Destacan, además, las ilustraciones de Max Ernst, las fotos de Man Ray o el vídeo sin sonido fechado entre 1920 y 1925 que muestra a la bailarina alemana Valeska Gert, una de las pioneras de la danza moderna, en una yuxtaposición de movimientos y gestos que remiten a un estado de locura.

«Se puede observar la ausencia –deliberada– de mujeres artistas en esta exposición, con el fin de remarcar que el tema tratado responde a una mirada masculina», se lee en el texto de sala. Abordar hoy una muestra sin mujeres para supuestamente evidenciar un sistema patriarcal es, como mínimo, un gesto arriesgado. El espectador lleva siglos consumiendo narraciones en las que se cosifica a la mujer, incidir en ese estereotipo es seguramente innecesario.

Ataques de pánico. Sobre estas líneas, grabado de Max Ernst y obra de 'Los diez mandamientos', de Josep Renau. piezas de la colección del TEA presentes en la exposición. Arriba, 'Créole', trabajo de Man Ray

Tal vez habría sido más interesante alterar precisamente esa mirada masculina y proponer un nuevo relato donde hablen las que han sido silenciadas. TEA debería cuestionarse si 'Histeria' representa la exposición adecuada para un museo del siglo XXI, especialmente si se tienen en cuenta las palabras de su propio director, Gilberto González: «Un museo tiene que representar al mayor número posible de ciudadanos». Definitivamente, eliminar al 50% de la sociedad no es la mejor vía para conseguirlo.

Paradójicamente, esa deliberada exclusión de las mujeres no es correcta: la muestra cuenta con las mencionadas 'performances' de Hélène Vanel y Valeska Gert, lo que aumenta el estupor: no solo se ha decidido no incluir a mujeres sino que encima se suprime la autoría de las que sí participan. Es una doble exclusión. Puede que se desconozca a los artífices de las fotografías y vídeo respectivamente pero ellas no son las musas de ningún hombre, son las verdaderas autoras de sus 'performances'.

Esa deliberada ausencia de mujeres artistas y su consiguiente mirada masculina habría resultado estimulante si se hubiese creado «un juego de repulsión», según se recoge en el texto de sala. Pero lo cierto es que la repulsión no está presente en ninguna parte: ni el montaje –exquisito, por cierto– ni la distribución de obra invitan al público a repudiar lo expuesto. Al contrario, se exhibe toda una amalgama de imágenes atractivas en las que el cuerpo desnudo de la mujer como objeto de deseo ocupa un lugar preponderante.

Dentro de ese nutrido grupo de desnudos o semidesnudos, se descubren fotografías de una mujer atada (Nobuyoshi Araki), sobre una moto (Richard Prince) o diferentes chicas en un concurso de Miss Piernas Bonitas en un supermercado en Sudáfrica (David Goldblatt), muchas de ellas obras de la colección de TEA que poco o nada tienen qué ver con el concepto de la exposición.

'Histeria. La transgresión del deseo'

Colectiva. TEA. Tenerife. Avda. San Sebastián, 10. Comisaria: Pilar Soler Montes. Hasta el 23 de octubre

Da la impresión de que la decisión de incluir estas piezas no ha sido reflexionada, que ha sido tomada a última hora o que corresponde a un requisito de la dirección artística del museo. Sea como fuere, esta decisión termina por abandonar el magnífico origen de la muestra, permitiendo que el público se enfrente ante una 'histeria' fallida.

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