'Lo que fuimos y lo que seremos', de Gianluca Lattuada en la Real Fábrica de Tapices: del textil al textil

Sin duda, coincidiendo con la etapa más brillante de la institución bajo Carlos III, la presencia del genial artista aragonés, con sus célebres cartones para tapices representando escenas bucólicas y populares, y combinando la tradición pictórica europea con una sintaxis más local, resulta clave para entender este fértil binomio.

Bien es cierto que durante el siglo XIX y parte del XX esta institución asistió a una innegable decadencia al perderse el interés por los grandes tapices, pero no lo es menos que posteriormente ese diálogo arte-artesanía volvería a alcanzar un notable auge, con artistas como José María Sert, Manuel Viola, Picasso o Dalí, cuyos diseños serían traducidos a textiles de la Fábrica, e incluso en una época más reciente, con nuevos creadores, entre otros, Mako Artigas, Keiko Mataki, Alberto Corazón, Felipao, Estefanía Martín o Alberto Baraya, que vienen a ratificar la importancia que lo textil ocupa hoy en el arte contemporáneo.

Es en este contexto en el que surge la exposición 'Lo que fuimos y lo que seremos', de Gianluca Lattuada (Milán, 1988). Este artista ha desarrollado su carrera profesional entre su país natal y Madrid, ciudad en la que reside actualmente, con un lenguaje visual que relaciona diversas referencias a la cultura urbana (grafiti, moda, música urbana) con elementos pertenecientes al arte clásico, la literatura y la mitología, tratando así de generar una dicción que combina lo contemporáneo con la memoria del pasado.

La muestra supone la culminación de un proyecto vinculado a la residencia artística que Gianluca Lattuada ha llevado a cabo recientemente en la propia Real Fábrica de Tapices. Durante los últimos meses ha convivido con el espacio, con los profesionales que aquí trabajan, con los telares y los diferentes mecanismos empleados en la producción de tapices, y con los innumerables materiales textiles que literalmente inundan –doy fe personal de ello– esta institución como protagonistas de los procesos que en ella tienen lugar. De esta forma se ha imbuido del 'espíritu' que habita la fábrica para realizar su propia obra.

Una obra que expone ahora en diálogo con determinados tapices históricos, en un espacio quizás algo constreñido, y que consta de varios vectores de ideación y ejecución. Por una parte, una serie de obras textiles en formato cuadro realizadas a partir de fragmentos de tapices y muestras de tejidos reciclados que se integran como un todo en la composición final.

Lo novedoso de su propuesta es el hecho de que invierte el proceso de creación, partiendo de estas obras que, en lugar de ser generadas a partir de intervenciones plásticas como es habitual, operan en sentido contrario, dentro de un ideario de economía circular, sostenibilidad y puesta en valor del oficio artesanal. De otro lado, en un segundo momento, crea un conjunto de pinturas que reproducen libremente las formas de esas primeras obras.

Además muestra también unos papeles de cuadrícula –como los que se emplean para trasladar los elementos formales a tapices– que ha intervenido pictóricamente. Unas pequeñas piezas esféricas transparentes, conteniendo retales y mínimos registros matéricos desechados, a mi juicio lo menos logrado de todo, completan este elaborado proyecto expositivo.