PUES DICES TÚ
Feliz Año
Una nueva entrega de la divertida serie ideada por Rodrigo Cortés. En este caso, el encuentro de las dos personas 'normales' en Nochevieja
Las dos personas normales se encuentran en los contenedores de reciclaje de una calle normal. Es la noche de Fin de Año y las dos acaban de cenar. La primera persona normal descarga las botellas vacías en el contenedor de vidrio; la segunda se concentra ... en el de cartón.
—Qué. ¿Habéis cenado ya?
—Se conoce que sí, pero a saber. Aquí sólo se sabe cuándo se empieza...
—Eso sí.
—Y vosotros, ¿qué?, ¿habéis acabado vosotros?
—Nosotros, hace rato. Nosotros cenamos pronto, a las ocho o así. Para escuchar el mensaje.
—¿Qué mensaje?
—El mensaje del rey. Pero al final no ha salido.
—Es que es en Nochebuena.
—Ese ya, ese lo vi. Pero yo pensaba que había otro.
—Nunca hay otro.
—Cuando lo de Cataluña.
—Ya, eso sí; pero, si no, sólo hay uno.
—A mí me sonaba que había dos, que había el de Nochebuena y el otro. Y luego salían Martes y 13.
—Pues no.
—Ya me dijo el pequeño que no, pero yo puse la tele igual. Total... Algo habrá que ver.
—Algo habrá que mirar, claro.
—Esperaba yo un mensaje de esperanza, que me habría venido a mí muy bien.
—A ti y a todos.
—Podría dar un mensaje de esperanza cada mes, ¿no? O cada dos meses. A ver si así los políticos se van haciendo a la idea de las cosas, que parece que estén a por uvas, como digo yo.
—Nunca mejor dicho.
—Nunca mejor dicho. Que luego hacen como que no han oído, como que han llegado tarde. Hacen como que han visto otra cadena.
—Pues sí.
—Y, si el rey hace un mensaje cada mes, pues nada: los deja a todos sin excusas, por lo menos.
—Y a todas.
—Y a todas.
—Será por excusas.
—Ya. Pero no será lo mismo.
—No, eso no.
—Pues a ver si lo hace.
—Pues a ver…
La primera persona normal termina de vaciar la bolsa (la última botella revienta contra el fondo). La persona arruga la bolsa y se la guarda hecha un gurruño en el abrigo. La segunda persona normal la mira.
—¿Eso qué era? ¿Champán?
—¿Cómo?
—La botella, digo. ¿Era champán?
—En casa somos de cava.
—Ha sonado así, rotundo. Ha sonado como a champán.
—Pues eso era. ¿Y tú? ¿Dónde vas con tanto cartón?
—Cosas del pequeño, que todo lo compra en Amazon. Que tiene más cartón en el cuarto que un trapero.
—La mía, lo mismo. Ahora sale, igual la ves.
—¿Se va de fiesta?
—Pues claro. De cotillón, se va.
—¿Se sigue diciendo así?
—No lo sé. Va disfrazada.
—Ah, ya, el pequeño, lo mismo. De pirata va, me parece, que mira que le dije que fuera de Amazon. Vete de Amazon, le dije, y aprovechas el cartón. O vete de bosque y te pintas el cartón de verde o algo, por los árboles que hayan cortado para hacer el cartón.
—Qué risa, ¿no?
—Cuando me pongo, me pongo. Y la tuya, ¿de qué va?
—La mía va de soprano. Con almohadas por debajo y todo.
—¿Para estar gorda?
—Claro.
—Ya no es obligatorio, me parece.
—Ah, ¿no?
—Me suena que no. Me parece que ya les dejan estar delgadas, si quieren. Y a los tenores lo mismo.
—Dónde iremos a parar.
La segunda persona normal dobla los últimos cartones para que quepan mejor y los introduce en la ranura como si fueran cartas. Se sacude las manos con desgana.
—Pues dices tú, pero me imagino yo una soprano delgada y como que no me la imagino.
—Mira la Callas.
—La Callas sí, que para eso era la Callas. Pero a mí me gustan más sanas, que se las vea lustrosas. Que se les note que no pasan hambre. Que no cantan por dinero.
—Por dinero cantan.
—Pero que no se les note.
—¿A ti te gusta la ópera?
—A mí no. Pero a la pequeña sí.
—Ah, qué susto. Creí que te gustaba.
—No, a mí no. A ella. Sin cojines nos ha dejado, que ya verás como se le vayan cayendo por toda la fiesta…
—O por el cotillón.
—O por lo que sea... A ver si vuelven todos, que los necesito yo para la espalda.
—¿Tú también? Pues yo ando igual.
La segunda persona normal se dobla hacia atrás, tocándose las lumbares, mientras acomete el regreso a casa. Las dos personas normales se despiden en una esquina normal, a medio camino entre dos portales.
—Pues nada. Que feliz año, ¿no?
—Ojalá. Lo mismo os deseo yo, feliz año.
—Se agradece. Y a ver si otra Nochevieja se anima el rey.
—A ver.
—Le das besos a todos.
—De tu parte.
—Y le dices a tu hija que se ate bien los cojines. Que pruebe con una correa, mejor que con cordel.
—Yo se lo digo. Y dile tú al tuyo que cuidado con lo de ir de pirata, que a ver si se van a creer que es concejal.
Las dos personas normales se ríen con ganas, con una risa normal.
—Pues buenas noches, entonces.
—Pues buenas noches. Feliz año.
—Con Dios.
—Con Dios, con Dios. Feliz año.
—Feliz año a todos.
—Igual. Feliz año, feliz año...
Ver comentarios