'Diligencia a Madrid', de Peter Besas: a merced de la ruta

Las diligencias y caminos eran espantosos y el asalto de los bandidos, obligatorio. Tanto si había acontecido como si no. Excepto por los toques obligatorios de orientalismo impostado, que como señala con maestría e inteligencia Peter Besas en este libro magistral, preparaban a los futuros administradores de los imperios europeos para el trabajo en Ultramar, España era igual que el resto de Europa.

ENSAYO

'Diligencia a Madrid'

• Autor Peter Besas
• Editorial La Librería
• Año 2024
• Páginas 434
• Precio 19,80 euros

¿Por qué entonces tanto prejuicio? Durante la etapa preturística, hasta 1840, cualquier viaje era un horror. Lo que viene a mostrar 'Diligencia a Madrid' y no es uno de sus méritos menores, es que existió un desfase de unos veinte años en la llegada a la España peninsular de las invenciones de la revolución industrial en la era del vapor, que trajeron la comodidad y la industria del viaje: ferrocarril, barcos de paletas, puentes de hierro y hoteles de verdad.

Hacia 1800, España estaba homologada en logística y transporte con las demás potencias europeas. La terrible destrucción de infraestructuras y las pérdidas de todo tipo traídas por la invasión napoleónica, retrasaron su evolución esas dos décadas y, como diría uno de los viajeros citados, «por ahí se coló el demonio». Los románticos congelaron la imagen de España en el tiempo. Les vino muy bien como parque temático. El libro de Besas es importante por muchos motivos.

Está muy bien escrito y es una obra de arte literaria. Recoge testimonios desconocidos de autores alemanes ignorados, de modo que atempera los excesos e histrionismos habituales, repetidos hasta el aburrimiento, del canon habitual franco-británico, los Borrow, Mérimée y compañía. Por encima de otras consideraciones, 'Diligencia a Madrid' aborda una historia social del transporte en España hasta la llegada feliz del ferrocarril. El subtítulo, 'Aventuras y adversidades en la España “romántica’”, así, entrecomillada, como un invento y una falacia, no solo es justo, sino histórico.

Se ve lo que se quiere o pretende ver y la maestría de Besas, impresionado por la modernización reciente de España, a la que llegó como corresponsal de prensa en los años sesenta del siglo XX, le permite un relato de objetividad. Los trece capítulos están dedicados a los prolegómenos en Bayona; la diligencia, «una verdadera casa de dos pisos sobre ruedas»; la competencia entre empresas; posadas, ventas y paradores; la llegada a Madrid, con su impresionante topografía capitalina; o lo que llama «el triunvirato conductor».

Es decir, el trabajo de equipo del mayoral que conducía, un joven ayudante, el zagal, y un postillón o delantero que montaba la primera mula y era conocido como el «condenado a muerte» pues su trabajo requería permanecer en la silla casi continuamente. El capítulo 'Hablando con las mulas', de nombres 'Capitana', 'Valerosa', 'Bella' o 'Rosita', rememora el fascinante proceso de comunicación por el cual estos esforzados de los caminos lograban, mas con cariño que con el látigo, que aquellos animales maravillosos transportaran una veintena de viajeros entre asombrados y sufridos, en solo tres días, desde Irún hasta Madrid.