Resurrecciones
George Orwell, vigencia del Gran Hermano
De Orwell a esta nueva era digital: el ojo que todo lo ve no ha parpadeado. La posverdad y el control del lenguaje ya moldean nuestro presente
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Iniciar sesiónCuando John de Mol y Joop van den Ende lanzaron en 1999 el programa ‘Big Brother’ para la televisión holandesa, no eran muy conscientes (o sí) de la inspiración que una novela como ‘1984’ podría llegar a suponer a la hora de representar esa ‘sociedad ... líquida’ de la contemporaneidad que más tarde estudiaría el polaco Zygmunt Bauman. Hacía casi cuarenta años que su autor, George Orwell, había muerto en Londres, y justo cincuenta que el libro se había publicado. La versión española del programa se estrenó en 2005, para confirmar la veracidad de todas esas intuiciones. Hasta hoy.
Me estremeció entonces, cuando llegó a mis manos en los años ochenta (cuidadosamente recortada, supe después), la lectura de ‘1984’, en la edición de la Biblioteca Básica Salvat (1970), con traducción de Rafael Vázquez Zamora y prólogo de Pedro Laín Entralgo.
Y me sigue estremeciendo ahora no solo por el desasosiego que sigue transmitiendo la omnipresencia devastadora del ojo vigilante del Gran Hermano, al que ayer llamábamos televisión y hoy redes sociales, sino también, y sobre todo, por la exacta y minuciosa exactitud con la que algunos de los augurios de las visiones de Orwell se cumplen en la actualidad.
Orwell, que había vivido de primera mano en el frente de Aragón, durante la guerra incivil española, la represión y las purgas internas de su partido, el POUM, por parte del estalinismo, aprendió con la muerte en los talones hasta dónde podía llegar el aparato represor de un Estado que aspiraba a ser totalitario. Y nos contó esa maravillosa fábula predictiva del Gran Hermano, el Ministerio de la Verdad o la Policía del Pensamiento.
La obsesión del poder por reorientar la memoria histórica de los ciudadanos de acuerdo con la versión oficial del partido
La obsesión del poder por reorientar la memoria histórica de los ciudadanos de acuerdo con la versión oficial del partido. Y sobre todo la manipulación del lenguaje (y con él, de la razón) hasta convertir la verdad en esa escalofriante posverdad que hoy gobierna, de manera tan ominosa, nuestras vidas.
Durante mucho tiempo (aún no lo tengo claro) he dudado sobre quién adelantó mejor lo que iba a suceder hoy en este fin de era que algunos ya llaman transhumanismo: si ‘1984’, de Orwell, o ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley, publicado en 1932, cuando aún no conocíamos el espanto cósmico de la segunda guerra mundial.
Si me quedaba con la renuncia al amor de Julia y el abrazo a la devoción absoluta de Winston Smith por el Gran Hermano, después de haber sido ‘reeducado’ en la habitación 101, o con el suicidio de John el Salvaje, cuando se sabe incapaz de vivir en un mundo en el que la tecnología (¿la inteligencia artificial?), el ultra consumo y la felicidad de plástico han acabado con cualquier tipo de rastro de la condición humana…
Otro día le dedicaremos a Huxley el espacio que merece. Por hoy, basta con releer a Orwell y recordar eso que nos dijo en 1949 pensando en 1984… o quién sabe si en 2025: «Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado». Lo dijo también, con algo más de elegancia, don Antonio Machado, no muy lejos de Orwell: «No está el mañana —ni el ayer— escrito». Algunos gobernantes se lo han tomado al pie de la letra.
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