MÁS QUE PALABRAS
Elena Ramírez, la circulación sanguínea del libro
De Alfaguara pasó a Seix Barral con el cambio de milenio. Desde 2013 ocupa también el puesto de directora editorial de Ficción Internacional de Planeta
Otros artículos del autor
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSu madre, Pilar Rico, pertenecía a esa especie protegida que se llama periodista cultural. Así que durante toda su infancia el cuarto de los juegos y el cuarto de los libros eran una misma realidad. Libros, tebeos, cómics, cuentos ilustrados y sin ilustrar… Los juguetes ... y los libros se guardaban juntos en el mismo baúl, y alguno de ellos, como aquellos cuentos de los hermanos Grimm, editados por Bruguera con su fascinante lomo de tela, empezaron a pedir sitio propio en la estantería.
Tiempo después, leyendo 'La historia interminable', inauguró la costumbre de leerse todo, absolutamente todo, de aquellos autores que la deslumbraban. Y con Michael Ende sintió hasta qué punto un libro podía ser capaz de romper la cuarta pared de un lector. Esa sensación de «autonomía, soberanía, libertad e independencia absoluta» que solo da la literatura. Quien lo probó lo sabe. Leer y releer, pues en aquel ejemplar mítico de 'La historia interminable' de Alfaguara, en sus dos tintas, quedaron consignadas las siete fechas correspondientes a las siete lecturas consecutivas del libro, que conserva como un tesoro.
Le pidió a su madre que le diera cita con Juan Cruz, en Alfaguara, y dejó la constructora
Tal vez en eso pensaba Elena Ramírez (Madrid, 1968) cuando, después de estudiar Filosofía, se dio cuenta de que ella no había nacido para trabajar en una constructora, como hacía en su primera juventud. Así que le pidió a su madre que le diera cita con Juan Cruz precisamente en Alfaguara, y dejó la constructora un viernes para entrar en la editorial un lunes. De chica para todo. Como entonces en las editoriales no había en general la especialización que existe ahora, en su trabajo pudo hacer de todo. «Queme las zapatillas», dice: del diseño a los manuscritos y de los manuscritos a las cuentas de los derechos de autor. Seis años de experiencia inolvidable.
Y de Alfaguara pasó a Seix Barral con el cambio de milenio. De Madrid a Barcelona. Y de Juan Cruz a Adolfo García Ortega. Cuando este último dejó la dirección editorial de Seix Barral en 2007 para ocuparse de otros menesteres, estaba perfectamente preparada para ocupar su lugar de una manera «absolutamente natural». Quizás con la única diferencia de tener que gestionar, a partir de ese momento, el talento de las personas que conformaban en su equipo. No lo debió de hacer mal, ya que además de este empeño, desde el año 2013 ocupa el puesto de directora editorial de Ficción Internacional de Planeta.
Sano ecosistema
Desde tales alturas, y después de pasar por sus manos cientos y cientos de libros y autores, tal vez Elena Ramírez se atreve a decir hoy que en la selva de los escritores, como en el resto de las selvas de la vida, no hay patrón que valga para hablar de todos. Ya que los hay que entregan prácticamente para imprimir, que escuchan y hasta agradecen la voz susurrante del editor o que, por el contrario, discuten los proyectos hasta el final. Un final, dice, que siempre y solo está en manos del autor. Porque el trabajo de un editor es ése, asegura: convertirse en una voz útil, confortable, acompañadora para el escritor. Del mismo modo, después de casi treinta años de experiencia, también se siente en cierto modo autorizada a decir que en 2023, después de la pandemia y en medio de la 'crisis' de la inflación, el sector no va mal. Y tampoco va mal el nivel de creatividad de los autores españoles ni extranjeros, a juzgar por el crecimiento extraordinario de la venta de libros: un 25% más en dos años.
En España, dice, vivimos actualmente en un ecosistema muy sano para el crecimiento de los libros. Gran parte de esta salud, dice también, viene de la mano de las librerías, que, con el apoyo de los lectores, han conseguido no solo superar la pandemia, sino favorecer una «circulación sanguínea» como no se había visto desde hacía mucho tiempo. Algo que sucede por igual en España que en toda la vieja Europa, frente a otros países que en los tiempos del virus perdieron su red de librerías, y ahora son, además de esclavos de Amazon, esclavos de la producción: «como un bar que tuviera que tirar cañas y más cañas para sobrevivir».
Los libreros, dice. Pero también esa foto 'nueva' de las playas o los vagones de tren con libros en las mochilas de los nuevos lectores. Puertas que se abren, asegura, a pesar de que injustamente acusemos a los jóvenes de que sus lecturas no son necesariamente «literarias». De todo hay y, en todo caso, nadie dice que después de leer a Ende, como a ella le sucedió, la lectura del Quijote pudiera llegarse a disfrutar «con delirio absoluto». Una visión abierta, y optimista, para dar sentido a esta nueva voracidad por los libros, en papel y para todos los públicos. Así sea.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete