LIBROS
Borges y Bioy son y suman tres
ensayo
Los dos grandes y universales escritores argentinos tramaron una amistad y una complicidad que se concretó en una larga serie de colaboraciones que ahora se reúnen
Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo en una celebración familiar
Esta es la historia de una profunda amistad, surgida por el anhelo de Bioy para convertirse en escritor. Borges cuando se conocieron (1932) ya lo era. Había nacido para ello, se había entregado a ello. Sus estudios fueron sus lecturas. Bioy había estudiado ... derecho pero más por lealtad familiar que por vocación. Las familias eran amigas y alguien decidió que ambos se reunieran en una finca de los Bioy y el joven comenzara su relación con la literatura, bajo el aprendizaje de Borges. El cometido empezaba bien: un anuncio para la marca de yogures La Martona, propiedad de los Bioy. Y el anuncio no tiene desperdicio, si uno lo lee desde la perspectiva implacable del tiempo.
Así nacía lo que con los años sería una amistad de cinco décadas en la que cada noche, cuando los dos estaban en Buenos Aires, se reunían para cenar, frugalmente, 'en lo de Bioy' para dedicarse a no solo hablar de literatura, sino comentar, con una inteligencia y mala leche proverbial, la vida literaria porteña y demás. De ahí surgió un libro que es una enciclopedia y una biografía literaria, 'Borges' (2006) de Bioy. Cada noche, cuando Borges se retiraba, Bioy redactaba la conversación y la archivaba para gloria de sus futuros lectores. Allí quedaron sus comentarios sobre los Machado, sus discusiones sobre Azorín, sus malvadas críticas a Mallea, sus ironías sobre Sábato y un sinfín y sin límites.
ENSAYO
'Alias. Obra completa en colaboración'
- Autores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
- Editorial Lumen
- Año 2022
- Páginas 598
- Precio 24,90 euros
De La Martona Bioy salió escritor. Pero el anuncio, era de prever, fue un maravilloso fracaso. Pocos años después, 1940, los dos, junto a la que fue mujer de Bioy, Silvina Ocampo, publicaron un libro que es hoy una referencia esencial, 'Antología de la literatura fantástica'. Y siguió la fiesta, tanto que se animaron a crear un tercer nombre: H. Bustos Domecq, quien sería el autor de 'Seis problemas para don Isidro Parodi', 'Dos fantasías memorables' (1946), como la fantasía no tiene fronteras, aparecía el discípulo de Bustos, el bueno de B. Suárez Lynch con 'Un modelo para la muerte' (1946) y como ya se había puesto en marcha el juego de la colaboración continuaron con dos guiones, 'Los orilleros' y 'El paraíso de los creyentes' (1955), regresaron con las 'Crónicas de Bustos Domecq' (1967) y 'Nuevos cuentos de Bustos Domecq' (1977), el invento les divertía.
Cada uno trazaba su carrera como escritor pero al enfrentarse a las historias en colaboración nacía otra escritura
No sólo a ellos, sino lo que aquí interesa, a los lectores. Para entrar en corto y por derecho al asunto, estas obras les liberaron de ellos mismos. Cada uno trazaba su carrera como escritor pero al enfrentarse a las historias en colaboración nacía otra escritura, y esto es lo fascinante de este volumen. En él, ni Borges es Borges, ni Bioy es Bioy y, sin embargo, están los dos plenamente.
El cuento policial, y ahí el maestro Bustos Domecq, les interesó siempre, de ellos es esa colección memorable de 'El Séptimo Círculo', una selección de relatos policiales excepcional. Qué es sino un relato policial, protagonizado por malevos, 'Hombre de esquina rosada', qué 'Diario de la Guerra del Cerdo'. Como señala Pauls en su excelente prólogo: «Al amparo de una identidad apócrifa, Borges y Bioy no escriben algo distinto de lo que escriben y firman con sus propios nombres; escriben lo contrario (…). Economía, precisión narrativa, necesidad de tramas sólidas, falta de énfasis, naturalidad lingüística, sobriedad», sí, como destaca Pauls «parecen desquiciarse y capitular ante una escritura que ha renunciado a todo decoro».
Crean un género, en el que la manera de hablar de los personajes perfila la atmósfera y el clima de cada historia. Es curioso pero leídos de nuevo estos sorprendentes y gozosos relatos uno recuerda la idea de «novela pura» expresada por George Simenon a Carvel Collins, 1955, en las páginas de 'The Paris Review': «La novela pura es la que hace lo que solamente puede hacer la novela. Quiero decir que no necesita enseñar nada ni tirar de periodismo. En una novela pura no necesitas sesenta páginas para describir el sur de Arizona o algún país europeo. Sólo está el drama, sin absolutamente nada que no forme parte de él».
Polifonía caótica
Y el elemento innovador, a fuer de ironía, que es el fragmento —secuela borgiana de su tantas evocado Macedonio Fernández— y el ajuste de cuentas con las vanguardias. Es la literatura del otro lado. No del lado oscuro. Mezclan el relato policial y la jerga porteña, la novela de detectives a la manera de Conan Doyle o Dorothy L. Sayers, con la novela popular, el 'pulp fiction' bonaerense, y la más sórdida y paródicas historias trazadas en un laberinto, una polifonía caótica de voces que se cruzan y dibujan un mapa narrativo tan extravagante como genial. Poseen un arma secreta: la paradoja, eso que el malevo de Bergamín denominó como «un paracaídas del pensamiento», y se aplican a ello en un carnaval de ambigüedades. Son «libros imposibles» (Bioy), festivos, liberados del canon literario. Es la apoteosis de la ironía, la broma total, un territorio lateral creado por la firme voluntad de escribir a la contra, sí, pero a la contra de ellos mismos. Genial.