CRITICA DE:
'Bajar la voz', de Miguel Benlloch en el CAAC: llevar en el cuerpo la memoria del ser
SEVILLA
El CAAC, con 'Bajar la voz', propone un viaje por todas las disciplinas abordadas por este creador desbordante en su lucha por las libertades
Muestra del IVAM que se introdujo en su archivo
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Iniciar sesiónNo resulta sencillo establecer si Miguel Benlloch (Loja, 1954-Sevilla, 2018) se reconocía a sí mismo como artista (dentro de la comprensión canónica –y también mercantil– del término). Quizá no, pero estamos seguros de su convencimiento de que es el arte, y sólo el ... arte, la única forma de entender la vida y transitar por ella de modo activo y comprometido, exclusiva forma pura de sentirse.
Ser multidisciplinar, poeta, productor y 'performer' o 'performancero', aunque la RAE no recomiende el uso de ambos extranjerismos y neologismos y apunte su preferencia por utilizar 'actuación', 'interpretación', 'ejecución', 'realización'. Ninguno de estos sustantivos daría completa dimensión de su trabajo.
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Benlloch teorizaba, poetizaba, realizaba, gestionaba e interpretaba dentro de unos ámbitos liminares, puesto que resultaría impensable, como bien se manifiesta en el recorrido expositivo del CAAC, un posible deslinde entre actividad creadora, responsabilidad política y realidad biográfica.
'Bajar la voz', título de la muestra, se distribuye de forma discontinua por el monasterio cartujo, impregnado capillas, patios, claustros o bodegas de los intereses que marcaron su trayectoria: la lucha contra la injusticia, contra la discriminación, contra la normatividad cultural, política, sexual… Y se presenta no como una exposición retrospectiva o antológica, puesto que los comisarios han tenido el buen criterio de no caer en la objetualización y musealización, con las que el artista lojeño siempre se manifestó receloso.
Desbordado y desbordante
Quizá por ello esta muestra responde a una tipología prospectiva: prueba indiciaria de una profusa y profunda labor que desde hace unos años se está compilando en un archivo digital. Porque el trabajo de Benlloch hay que rastrearlo y a Benlloch hay que verlo y leerlo como el creador y escritor desbordado y desbordante que fue.
También resulta indispensable para un acercamiento a la obra del autor formado en Granada y finalmente afincado en Sevilla, impulsor allí de la sala Planta Baja y, en la capital andaluza, cofundador de BNV Producciones, no desdeñar la raigambre tradicional que emerge por doquier: referencias a la iconografía cristiana, al legado mediterráneo, a los incensarios de su localidad natal, a la copla folclórica, al flamenco...
El sincretismo entre lo profano y lo sagrado, entre lo popular y lo intelectual, el travestismo cultural, el disfraz público y la doméstica cotidianidad, se dan la mano en cada acción. El montaje e iluminación de 'Traje de espejos' (1997), que utilizaría en el baile giróvago de la acción 'Ibn Farum' (1999), resultan significativos para comprender esta multiplicidad de lecturas: el mono de albañil recubierto de espejitos, ejemplo de dualidad, refleja sobre una pared unos brillos que asociamos vibrantes y vitales mientras en la otra proyecta una negra sombra, amenazante y embaucadora.
Resultaría imposible detenerse en todas sus acciones, sin embargo, algunas de ellas se ven realzadas por el espacio escogido: la documentación y distintas obras ('O donde habite el olvido', 2000) surgidas a partir de su colaboración con James Lee Byars en 'La esfera de oro' de 1992, destruida en 1994; la tan desgraciadamente actual 'Piedra Palestina' (1993) en el claustrillo mudéjar; el poema y acción sonora 'Canario' (1993) o la íntima 'Los lares de la casa' (2007).
Miguel Benlloch: 'Bajar la voz'
CAAC. Sevilla. Avenida Américo Vespuccio, s/n. Comisarios: Rafa Barber y Enrique Fuenteblanca. Hasta el 5 de abril de 2026. Cuatro estrellas.
Y las fotografías de 'Tipotopotropos' (1998-2016), dispuestas en el Patio prioral, donde se reflexiona sobre las identidades propias y la de unos otros muy presentes.
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