la Trasatlántica
Gracián es mi IA
Los programas de inteligencia artificial, que son buenísimos respondiendo mails, no se van a quedar pronto ni con mi trabajo de profesor ni de escritor
Otros textos del autor
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEn su ‘Arte de Ingenio, tratado de la Agudeza’, Baltasar Gracián propuso que un poema es un método de conocimiento tan válido como un tratado filosófico y, un verso bien ejecutado, una herramienta tan poderosa como un juicio lógico. Pensaba que ambas formas de ... expresión iluminan lo concreto por rutas opuestas: el juicio aclara la verdad limitando lo dispar, y un verso ‘dilata’ la ‘variedad’ del mundo: «es más sublime cuanto más nobles entidades multiplica».
Esa capacidad del poema para ‘fecundar’ la inteligencia está, según Gracián, en que la facultad humana del ingenio genera conceptos mediante la confrontación de opuestos en una tirada de lenguaje. Aquí Lope, por ejemplo: «Creer que un cielo en un infierno cabe».
Antes de escribir esta nota traté de que ChatGPT elaborara un concepto. No sólo no pudo —lo mejor que entregó fue un símil—, cuando en plan de subir la calidad del diálogo introduje el verso «nadar sabe mi llama la agua fría» en la caja de diálogo —uno de los endecasílabos más famosos del poema más famoso de Quevedo y tal vez de toda la lengua—, respondió que era de San Juan de la Cruz.
Los programas de inteligencia artificial, que son buenísimos respondiendo correos electrónicos, no se van a quedar pronto ni con mi trabajo de profesor, ni con el de escritor.
Una computadora, explicó Anil Seth en Aspen, sabe predecir líneas de código y líneas de palabras y ya
Hace unas semanas escuché en el Aspen Institute —que está en la punta de todo— a Anil Seth decir: «Una computadora no es un cerebro». Seth es director del Centro para Ciencias de la Conciencia y profesor de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Sussex y su afirmación tiene fundamento en los resultados de su investigación sobre la base biológica de la consciencia. Un cerebro, explica ‘La creación del yo’ (Sexto Piso), prevé decenas de miles de circunstancias inmediatas al mismo tiempo y actúa de maneras conscientes, pero sobre todo inconscientes, para mantenerse en una situación de ventaja con respecto a su entorno.
Regula el cuerpo, lo induce a protegerse de lo mínimo —una bacteria— y lo máximo —un coche que perdió el control—, calcula distancias, volúmenes, alturas, temperaturas, trayectorias, objetos, todo. Una computadora, explicó Anil Seth en Aspen, sabe predecir líneas de código y líneas de palabras y ya. Y esa máquina y el programa que la activa, son, además, productos estandarizados: todos los cerebros son diferentes y, todas las computadoras, iguales.
Un poema resuena y se incrusta en la memoria de quien lo lee, «fecunda» la inteligencia de los demás —como dice Gracián—, porque dice algo impredecible, que multiplica, juntándolas, el sentido de las palabras que era impensable poner juntas. El verso ‘pez soluble’, que titula un libro de André Breton de 1924, lo cambió todo, precisamente, porque no se podía predecir.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete