'Tan adorables', de Oriana Fallaci: Miss Fallaci en Hollywood

Antes de saltar a la fama, en sus comienzos como periodista trabajó en ‘L’ Eurpeo’ en su sección de Espectáculos. Para este medio, se embarca en un viaje a Estados Unidos y aterriza en la ¿dorada? meca del cine, allá por los años cincuenta del pasado siglo. Su propósito fundamental es entrevistar a Marilyn Monroe. Contacta rápidamente con el director Jean Negulesco, y luego realiza otras gestiones, pero la mítica estrella se le resiste. No consigue la ansiada conversación.

Sin embargo, nos ha dejado una crónica impagable de sus pesquisas y de su encuentro con el dramaturgo Arthur Miller, marido de la actriz, quien le promete que podrá hablar con ella: «Anoche se compró un cuchillo de cocina y mientras cortaba lonchas de salami se rebanó un dedo hasta el hueso. La veremos llegar con la mano vendada», le dice el autor de ‘Muerte de un viajante’, entre otras sorprendentes revelaciones.

Al final, la charla con quien la periodista italiana define como «una de las mujeres más inteligentes de América». Curiosamente en las antípodas de la opinión de James Ellroy: «Era tonta, superficial, sin talento ninguno», que ha tratado de deshacer el mito en su última novela ‘Los seductores’.

Sea como fuere, el trabajo de Miss Fallaci, como la llamó Orson Welles, sobre la diva no tiene desperdicio. Como tampoco lo tienen los otros que por primera vez en español en forma de libro —aparecieron en ‘L’Europeo' entre 1954 y 1959—, nos llegan ahora en este ‘adorable’ volumen, no solo para el disfrute de los amantes del Séptimo Arte sino para todos que quieran deleitarse con la perspicaz mirada de Fallaci, volcado en un brillante estilo que maneja todos los registros, desde el más irónico, punzante y feroz hasta el más tierno, si se tercia.

El libro arranca con el retrato de Audrey Hepburn, la «anti-Marilyn», y su relación con Mel Ferrer, y continúa con su visión de James Dean; Ava Gardner; Brigitte Bardot, Sofía Loren —a quien lleva una maleta repleta de espaguetis—; Ingrid Bergman; Yul Brynner; Ana Magnani; Erroll Flynn y Joan Collins. Bajo oropeles y fanfarrias, Oriana Fallacci pone en primer plano lo que no pocas veces se esconde, más allá del glamour, en personajes admirados, ricos y famosos, pero con traumas y profundas desdichas.

Así, por ejemplo, un James Dean ,«hermoso y salvaje», obsesionado con la muerte —su Porsche restaurado se puede visitar por un módico precio—, para el que «los problemas que nos turban diariamente se convierten en tragedias», una Audrey Hepburn marcada por la tristeza, y una Ava Gardner con su ristra de fracasos sentimentales: «No la envidien, porque es una mujer infeliz. No se dejen engañar por su sonriente bravuconería porque es una mujer decepcionada».