CRÍTICA DE:
'¿Adónde irá el pájaro que no vuele?' en La Casa Encendida: lo que el animal, en su descanso, no cuenta
MADRID
Una exposición en La Casa Encendida reúne –sin criterios claros– una selección de artistas que han sido parte de la historia de 'Generaciones'
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Obras de Marta Gonzalo y Publio Pérez Prieto en la exposición
Se cumple un cuarto de siglo de 'Generaciones', la convocatoria destinada a artistas menores de treinta y cinco años que la Fundación Montemadrid organiza en La Casa Encendida. Las celebraciones comenzaron en enero con 'Veinticuatro años y un día', exposición que reunió ... más de 300 piezas de la colección creada por el certamen.
A esta retrospectiva le siguió 'Generación 2025', muestra de los proyectos premiados en la edición actual. En septiembre llegará 'Oro tejido con paja', una vindicación de los artistas nacidos antes de 1965 que nunca pudieron participar debido al límite de edad.
Ahora es el turno de '¿Adónde irá el pájaro que no vuele?', orquestada por Ángel Calvo Ulloa y Julia Castelló -ganadores, a su vez, de sendas ediciones de 'Inéditos', la otra convocatoria de la fundación destinada a comisarios-. Ambos han reunido a dieciséis artistas entre los cientos que han pasado por 'Generaciones'. De esa cantera podían brotar interesantes relatos sobre las mutaciones del arte español del siglo XXI, o al menos reflexiones con las que discutir el canon que la propia institución ha ido moldeando.
Crecer generosamente
No obstante, bajo el argumento de que no es fácil encontrar «un hilo en la larga trayectoria de un certamen sin temática», los comisarios eligen un atajo más cómodo, aunque resbaladizo: coger la raíz de la palabra 'generación' y hacer que crezca en ella la 'generosidad'. La idea de situar a esta última como tema central parece pertinente en un sector habituado al voluntarismo y la precariedad. Sin embargo, la propuesta queda tan indeterminada que no justifica por qué estos artistas -y no otros- figuran en la muestra: bajo un paraguas de generosidad que cubre tanto lo obvio como lo hipotético, la elección parece sustentarse más en intuiciones personales que en criterios claros.
El reciente Premio Nacional de Bellas Artes, Pedro G. Romero, presenta tres 'performances' omitidas en la amplia retrospectiva que le dedicó el Museo Reina Sofía; aquí, la idea de generosidad se justifica en una metodología imposible de concebir «sin una configuración coral» (aunque cabría preguntarse si el gesto verdaderamente generoso habría sido reservar este espacio a un creador menos legitimado). En la propuesta de Susanna Inglada, unas monumentales 'manos-bosque' actúan como símbolo explícito del acto de dar, mientras que el altruismo de Juan del Junco brota de su comprometida mirada hacia la Naturaleza.
En el caso de Carlos Maciá, la cuestión de la generosidad resulta más esquiva, ya que no se refleja en su producción pictórica, sino, cuentan los comisarios, en una carrera repleta de gestos que lo sitúan como una presencia vital, «de esas que facilitan». Atribuir virtudes éticas como criterio curatorial acaba resultando bastante peliagudo, e incluso el dúo conformado por Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto admite que «resulta sonrojante asumir sin incomodidad la etiqueta de generosos para definirnos».
Sin embargo, son precisamente estos últimos quienes perfilan con mayor nitidez una posible estética de la generosidad, imbricada en lo que algunos teóricos han denominado «el giro dialógico» del arte actual, que se concreta en prácticas colaborativas en contextos conflictivos que integran lo educacional, lo activista y lo político. En este mismo horizonte se sitúan algunas de las mejores piezas de la cita, como la 'Casa insecto' de Santiago Cirugeda, la 'Escola imaxinada' de Salvador Cidrás y Vicente Blanco o los arranques murales de Patricia Gómez y María Jesús González. También la 'performance' planteada por las hermanas Laila y Nadia Hotait, concebida como diálogo con personas que han vivido la barbarie reciente en el Líbano.
Todas las obras son recientes y algunas se han realizado ex profeso: Alberto Peral, cuya credencial de generoso se vincula a la fundación de la residencia de artistas Halfhouse en Barcelona, presenta dos artefactos que, localizados en puntos estratégicos de la institución, pero fuera de las salas, pretenden añadir capas de debate sobre lo público y lo privado. Las voces más jóvenes vinculadas a 'Generaciones', Agnes Essonti Luque, Sara Santana y Raúl Silva, han sido derivadas a tres espacios de creación independientes cercanos a La Casa Encendida, como son Conciencia Afro,Araña y La Parcería.
'¿Adónde irá el pájaro que no vuele?'
Colectiva. La Casa Encendida. Madrid. Ronda de Valencia, 2. Comisarios: Ángel Calvo Ulloa y Julia Castelló. Hasta el 27 de julio. Dos estrellas.
Además del ineludible compromiso social, esta generación más joven no descuida la reflexión estética, con poéticas que merecerá la pena seguir de cerca. Será también interesante comprobar si los espacios independientes que ahora los acogen -concebidos como laboratorios de experimentación, apertura y colectividad- conservarán su autonomía o, como ocurrió con muchos de sus predecesores, acabarán siendo antesala del reconocimiento institucional; es decir, un trampolín hacia centros hegemónicos como la propia Casa Encendida.