ARQUITECTURA
El poderoso legado de Enric Miralles
Fue el gran arquitecto de una época, un personaje excepcional. Un programa expositivo lo reivindica en Barcelona este 2021
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Iniciar sesiónRecordar y celebrar la figura de Enric Miralles (1955-2000) es una obligación más que necesaria, especialmente en estos tiempos de memoria débil, donde las jóvenes generaciones padecen de amnesia sobre la Historia, aunque esta sea próxima.
Miralles sólo vivió 45 años, pero ... dejó tras de sí una obra memorable no solamente en lo construido, sino también en el pensamiento respecto a la profesión y la cultura circundante. Vivió poco, pero de manera intensa . Consumió su vida ‘en’ y ‘por’ la arquitectura . Muchos de sus edificios, como el propio arquitecto, también tuvieron una vida breve pero fulgurante.
Manifiesto edificado
Con toda seguridad, sus mejores y más vigorosas obras son las de juventud, las que concibió junto a Carme Pinós. El Cementerio Nuevo de Igualada (Barcelona, 1985-1991), cuyo concurso ganaron con menos de 30 años ambos, es hoy un manifiesto construido, una reflexión sobre la Historia de la arquitectura, un ‘collage’ donde se mezcla lo mejor de la disciplina moderna con lo sacro. Un tajo en el paisaje que marcó un punto de inflexión. Junto a Pinós, diseñó también la Escola la Llauna (1986), el pequeño Ayuntamiento de la localidad de Hostalets de Balenyà (1992), el casi desaparecido Tiro con Arco (1992), las pérgolas de la calle Icària (1992) y la Escuela en Morella (1994).
El genio de Miralles puede elevarse casi al de Antoni Gaudí , pero, como casi todo genio, no dejó escuela. Solo un grupo de voluntariosos discípulos que quedaron atrapados en su poética formal y que siempre serán flojas imitaciones de su capacidad creativa.
A pesar de su juventud, Miralles se transformó en uno de los arquitectos españoles de referencia en los noventa (por entonces, ya rota su sociedad con Pinós), adquiriendo una dimensión global con edificios como el Pabellón de Gimnasia Rítmica y Deportiva (Alicante, 1993), el Pabellón Deportivo de Huesca (1994), la sede del Círculo de Lectores en Madrid (1991) o el Parque de Mollet (1994). Una época fructífera en la que diseñó muchos otros proyectos que no llegaron a construirse, pero en los que reflexionó sobre las capacidades y límites de la arquitectura. Su fama como arquitecto lo convirtió también en referente en el mundo académico.
En su última etapa, en sociedad con Benedetta Tagliabue , sus obras cambiaron de potencia. Algunas, construidas póstumamente, como el Parlamento de Edimburgo (posiblemente el edificio de mayor envergadura y significado), pecan de sobreactuación, cayendo en un exceso formal y en un forzado uso de las metáforas que tan cuidadosa e inteligentemente había manejado con anterioridad. Otro tanto sucede con el Mercado de Santa Caterina , cuyo resultado final dista del proyecto inicialmente planteado por él y cuya soberbia cubierta compensa un edificio de estructura caprichosa. En este mismo sentido pueden entenderse los póstumos Edificio Gas Natural y Parque Diagonal Mar .
Bajo el nombre de ‘Miralles’, la Fundación Enric Miralles (con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña) ha organizado toda una serie de actividades con las que «no solo se quiere recordar la figura humana y profesional de Enric Miralles, sino también mantener vivo el espíritu del visionario, del experimentalista como forma de trabajar y de ver el mundo. Y dejar su legado también para las futuras generaciones», en palabras de Benedetta Tagliabue, comisaria junto a Joan Roig i Duran .
En cinco sedes
El programa, cuya duración se prolongará a lo largo de todo este año, se extiende por espacios representativos de la ciudad de Barcelona, empezando por el Salón del Tinell , sede de la exposición sobre el Miralles arquitecto y elegida por haber hospedado en 1956 la primera retrospectiva de Antoni Gaudí.
Las otras sedes de las actividades serán el Centro d’Arts Santa Mónica , dependiente de la Generalitat, el Disseny Hub , del Ayuntamiento de Barcelona, el Col·legi Oficial d’Arquitectes de Catalunya (COAC), la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona (ETSAB) y la propia Fundación. A través de estos lugares se ha diseñado un denominado ‘circuito Miralles’, que podrá visitarse en diferentes momentos del año y que, a través de distintos formatos (charlas, debates, fotografía, vídeos, planos, dibujos, maquetas, cuadernos de notas, croquis, ‘collages’…) busca acercar la figura de Miralles tanto a profesionales como a legos en arquitectura.
En paralelo, cabe señalar la publicación ‘Enric Miralles, procesos y experimentos’ , de Salvador Gilabert , por parte de Ediciones Asimétricas, en la que se analizan las muy personales estrategias de creación y reflexión de Miralles y las muy heterogéneas fuentes de las que su pensamiento bebió.
Es incuestionable que el catalán fue un arquitecto deslumbrante . Un referente para una generación, parte de esa Barcelona luminosa que poco a poco se está apagando y de cuya euforia y energía casi ya nada queda. El gran arquitecto de una época, un personaje excepcional. Se ha vuelto difícil recordar su figura sin ‘museificarlo’ ni mitificarlo, sin recurrir al cliché o al fetiche. Por eso sería muy importante también comenzar a mostrarlo con sus luces y sus sombras, con las contradicciones que albergaba su personalidad arrolladora, y que, antes que deslucir, agrandan su arquitectura.
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