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LIBROS

Niall Ferguson: «El gobierno de Trump es mejor que el de sus antecesores»

El historiador escocés Niall Ferguson sabe bien de lo que habla. Y habla de muchas cosas: Europa y su destino común, Estados Unidos, China, Trump... Y, sobre todo, de lo que versa su último trabajo: el papel oculto de las redes y de internet

Niall Ferguson Guillermo Navarro
Laura Revuelta

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Cuando se celebra esta entrevista, Niall Ferguson (Glasgow, Reino Unido, 1964), acaba de llegar de Italia. Al día siguiente, después de presentar su último libro, «La plaza y la torre» (Debate) , en la Fundación Rafael del Pino de Madrid con el aforo completo, coge un avión rumbo a Kiev, capital de Ucrania. Y supongo que ahora su agenda seguirá tan apretada de citas como esta entrevista de tiempo. Como habla un inglés alto y bien claro, aprovecha cada segundo de la charla. En Twitter le siguen 151.000 personas y se unió a la gran red social en junio de 2009. Solo sigue 451 cuentas, entre ellas los principales periódicos del mundo, a Donald Trump, y a su mujer, la activista de derechos humanos Ayaan Hirsi Ali. Estos datos resultan tan importantes como curiosos, porque su último ensayo viaja al corazón de internet y las redes sociales.

¿Cómo llega a investigar sobre este asunto cuando su ámbito académico siempre se ha manejado por otros derroteros no exentos de polémica?

Estaba trabajando en una biografía de Henry Kissinger, y empecé a preguntarme cómo iba escribir el segundo volumen de ese libro. El primer volumen es realmente la historia de un refugiado que, a través del poder de la mente, es capaz de convertirse en un eminente intelectual público. Pero en el segundo volumen tenía que explicar cómo se convierte en alguien tan poderoso. Tenía una hipótesis, corazonada, y es que estaba relacionado con su «red».

Curiosa relación entre Kissinger y las redes sociales que ahora nos dominan.

Más o menos en esa época, me estaba trasladando de Harvard a Stanford, por lo que, de repente, estaba escribiendo justo al lado de Silicon Valley, y eso me dio la oportunidad de entender las redes sociales «online» modernas.

¿Todo esto qué tiene que ver con sus anteriores trabajos de investigación, por ejemplo sobre la familia de banqueros Rothschild?

Me di cuenta de que había estudiado sobre redes durante 20 o 30 años sin entender totalmente cómo funcionan. Todo eso arrojó una nueva luz sobre mi trabajo anterior dedicado a la familia Rothschild. Ellos construyeron una enorme red financiera que se extendía mucho más allá del ámbito familiar.

Efectivamente, las redes han controlado el mundo desde siempre -espionaje, policía secreta...- y todas se han basado en el control de datos. No obstante, parece que lo que sucede con Google, Facebook o Twitter se plantea como algo más incontrolable.

No creo. En términos técnicos, todas son redes, incluso la Unión Soviética de Stalin es una especie de red. Lo único es que él es el nódulo que controla a todos los demás y casi ninguna información circula si no es través de él. Por tanto, creo que lo que vemos es una especie de cambio de unas estructuras más jerárquicas a unas estructuras más descentralizadas, en parte debido a la tecnología. Creo que dentro de ese marco, las redes de hoy son más grandes y más rápidas que las redes anteriores, porque son sobre todo abiertas, y como son todas electrónicas, debería ser relativamente fácil regularlas, si decidimos regularlas.

«He pasado de creer en la utopía de Silicon Valley a darme cuenta de que era muy peligroso crear comunidades gigantescas en internet»

¿Regularlas? ¿Se puede regular Google, Facebook y Twitter? ¿Cómo?

Lo interesante es que en EE. UU. las redes sociales gigantes no se han regulado. Los europeos están intentado regularlas, pero solo en China las redes digitales están controladas. Esto nos dice que, en teoría, las redes gigantes actuales podrían ser más fáciles de controlar, digamos, que las redes secretas del siglo XIX o del siglo XVIII, que eran más difíciles de controlar por las monarquías establecidas. Piense en el éxito de los revolucionarios de finales del siglo XVIII en EE.UU. y en Francia. Esas redes eran pequeñas desde todos los puntos de vista y lentas, pero eran capaces de provocar revoluciones. Y eso puede indicar que las redes más peligrosas o poderosas no son necesariamente las redes más grandes.

¿Y qué me dice de la supuesta intromisión de la Rusia de Putin en la política norteamericana

Estoy de acuerdo en que empresas como Facebook y Google, y en menor medida Twitter, tienen una influencia política enorme y han cambiado la manera en que funciona la democracia. Recuerdo que, durante las elecciones de 2016, pensaba que la mayoría de la gente que cubría las elecciones estaba subestimando las redes sociales y estaba pasando demasiado tiempo con los sondeos. En realidad, si se prestaba atención a los datos de Google y de Facebook, o de Twitter, estaba claro que Trump estaba ganando, porque tenía muchos más seguidores que Clinton, y se le buscaba muchísimo más en Google que a Clinton.

«Los chinos se preguntan si tienen que tomar a Europa en serio. Empiezan a considerarla solo un destino turístico»

Perdone, pero sigo sin entender cómo se ponen vallas a este campo.

Somos capaces, o deberíamos ser capaces, de regular los nuevos medios, igual que regulamos la televisión cuando se convirtió en un elemento muy importante en la política a partir de finales de la década de 1950. Y creo que el único obstáculo de verdad es la voluntad política. Llevo más de un año diciéndole a la gente de Washington que tenemos que cambiar el marco regulatorio. Lo difícil es convencer a la gente del Congreso. El año pasado, muchos republicanos me decían que eran republicanos y que no creían en la regulación, que está bien si a las empresas les va bien y se convierten en monopolios. Eso es el capitalismo. Y empecé a darme cuenta de que sería difícil convencer a la gente por razones ideológicas, y también, en parte, por la gran actividad de los grupos de presión y las contribuciones a las campañas que realizan las empresas tecnológicas. Creo que la cuestión aquí no es técnicamente difícil. Es solo una cuestión de voluntad política.

Entramos en un terreno lleno de contradicciones que usted ha denunciado en alguna ocasión en relación con otros temas, y que tiene que ver con la hipocresía de la sociedad y la política contemporáneas.

Creo que todos somos culpables de ingenuidad más que de hipocresía. Creo que todos creíamos que el mundo hiperconectado sería fantástico y entregamos de una forma ingenua nuestros datos de manera gratuita. Y solo poco a poco nos hemos dado cuenta de que esto no solo ha hecho que Silicon Valley sea enormemente rico, sino que también ha hecho que sea muy poderoso. También fuimos ingenuos al pensar que el mundo de las redes sería en cierta manera mejor. El lema típico de Silicon Valley era: «Cuando todo el mundo esté conectado, todo será maravilloso». Todos nos lo creímos. Era muy atrayente. Yo me lo creí. Y luego empecé a investigar cómo funcionaban las redes y me di cuenta, de repente, de que un mundo conectado sería en realidad muy inestable.

«Para la gente de a pie, la inmigración es su principal preocupación, y mientras las élites finjan lo contrario, los populistas tienen una enorme oportunidad política»

¿Usted también ha pecado de ingenuidad?

Para mí, el principal avance fue darme cuenta de que la prensa escrita tuvo un efecto revolucionario parecido en Europa en los siglos XVI y XVII. Y cuando estudias las consecuencias de la Reforma, la polarización, la difusión de noticas falsas, todo esto ya había ocurrido antes. He pasado de creer en la utopía de Silicon Valley a darme cuenta de que era muy peligroso crear comunidades gigantescas en internet, y tanto la ciencia de las redes como la Historia vaticinaron todas las cosas que conocemos y que hemos experimentado. Si hubiese sabido esto antes, nunca me habría unido a Facebook.

Cambiemos de asunto y de escenario. Usted vive ahora en EE. UU., da allí clases... ¿Cómo valora a Trump, su ascenso? ¿Caerá más pronto que tarde?

La mayoría de los profesores universitarios son liberales, y muchos son progresistas y socialistas de izquierdas. Y casi ninguno es partidario declarado de Trump. Por eso, cuando se celebraron las elecciones, la gente de Harvard, de Stanford, de Yale, de Princeton, estaba totalmente horrorizada porque todo les había llevado a esperar una victoria de Clinton. Y cuando esos sueños se desvanecieron, tuvieron una especie de crisis nerviosa colectiva. Una manera de luchar contra esta crisis nerviosa ha sido centrarse en las debilidades de la personalidad del presidente Trump e ignorar por completo todas las cosas positivas que hace la Administración de Trump.

Pero luego está la América profunda.

He intentado evitar quedarme confinado en la sala insonorizada o en la burbuja de filtro académica, y mantener los oídos abiertos a las cosas que la gente normal y corriente dice, por ejemplo, que Trump está haciendo justo lo que dijo que iba a hacer. Esto es muy importante para mucha gente que está más bien acostumbrada a que los políticos digan una cosa en campaña y luego hagan otra.

-¿Cuáles son esas cosas positivas que dijo que iba a hacer y que ha hecho?

La mayoría de los académicos subestimaron a Trump y siguen subestimándole, porque necesitan desesperadamente que todo acabe en un desastre que confirme sus propios prejuicios. Creo que tienen que plantearse la posibilidad de que, a pesar de todos los defectos de su personalidad, en algunos aspectos, el Gobierno de Trump es mejor que sus antecesores. Por ejemplo, es el primer Gobierno que se ha tomado en serio el desafío que supone China. También es interesante que el Gobierno de Trump haya reducido la regulación empresarial. Los empresarios normales y corrientes odian las regulaciones. Por eso, cuando analizamos las encuestas a las empresas estadounidenses, la opinión es muy positiva, y eso se refleja en la inversión y en el crecimiento económico.

«La desintegración de Europa y una reafirmación populista del nacionalismo sería un error. Y, por tanto, creo que tenemos que evitarlo»

Ahora regresemos a Europa. Usted conoce bien su Historia, ha escrito sobre ella y cómo siendo un territorio relativamente pequeño terminó dominando el mundo...

Uno de los episodios más destacados de la Historia fue la expansión europea y la construcción de grandes imperios como el español y el británico. Hoy en día, supongo que uno tiene que decir que estos imperios fueron terribles solo hablando de los crímenes. Pero esta es una visión muy parcial, porque está muy claro que gran parte de lo que llamamos el mundo moderno es una consecuencia directa de esos imperios. Para mí, también es muy sorprendente hasta qué punto esos imperios eran redes en su manera de funcionar. Ahora, el problema para Europa es que esa época ya ha pasado hace mucho tiempo. El último imperio europeo que se derrumbó fue el ruso en 1991. Para España, el periodo imperial queda muy lejos, y también el imperio británico.

Muy lejos, sí, y como del pasado no vive el hombre, ¿cuáles son las debilidades de Europa frente a Estados Unidos o frente a China?

En vez de que la gente se marche de Europa para transformar otras partes del mundo, ahora Europa es un destino para la gente, no solo de África, sino de todas partes de Asia. Y ese es el problema más importante al que se enfrenta Europa. Hemos pasado mucho tiempo hablando como si el problema que tenemos fuese la unión monetaria, o nuestros bancos... Creo que he pasado mucho más tiempo trabajando sobre este tema en los últimos 10 años que sobre el tema de la inmigración. Pero para la gente de a pie, la inmigración es su principal preocupación, y mientras las élites finjan lo contrario, los populistas tienen una enorme oportunidad política. Lo que veo que pasa ahora es que los políticos consolidados están aceptando la importancia de la inmigración para poder sobrevivir políticamente. Por tanto, los partidos populistas no siempre ganan, pero sus ideas, en general, están ganando. Para mí, la gran pregunta está muy clara: ¿va a seguir adelante el proyecto de la integración europea? ¿Va a ser posible acercarse a una Europa federal? ¿O ese proyecto básicamente ha muerto y Europa se está desintegrando lentamente? Creo que podría quedar más claro después de las elecciones europeas del año que viene.

Los ciudadanos serán los que voten y serán los que consideren si es mejor estar juntos o separados. Pero para usted, ¿qué sería lo mejor?

Era contrario a la unión monetaria en la década de 1990. Pensaba que era un error intentar tener una unión monetaria sin ninguna unión fiscal, porque pensaba que era una construcción inestable. Y creo que tenía razón. Pero eso no significa que estuviera en contra de Europa. En realidad, en otros aspectos, Europa se estaba moviendo en la dirección correcta: la creación del mercado único, la disminución de las barreras comerciales e, incluso, el aumento de la movilidad transfronteriza de los trabajadores. Pensaba que todas estas cosas eran buenas. Por tanto, había una Europa que parecía bastante atractiva, una que estaría más integrada económicamente, pero que no se convertiría en un estado federal.

Y en esto llegó el Brexit...

Creo que nosotros, los británicos, siempre hemos sido escépticos ante la idea de una Europa federal, porque significa que se transferiría demasiada soberanía a Bruselas. Y nuestra línea era bastante coherente en el sentido de que deberíamos tener una Europa económica, pero no una Europa federal política. Ojalá que ese argumento hubiese ganado, porque creo que no se habría producido el Brexit. Por tanto, ahora estamos donde estamos, la unión monetaria ha sobrevivido, Gran Bretaña se va a marchar, probablemente, y los populistas están ganando terreno en un número significativo de países.

¿Europa se va al traste?

Creo que la desintegración de Europa y una reafirmación populista del nacionalismo sería un error. Y, por tanto, creo que tenemos que evitarlo. Pero solo lo evitaremos si los partidos políticos tradicionales abordan de una manera más eficaz las preocupaciones populares.

¿Y cómo se defiende Europa frente al «imperio» de Google?

-Europa está entre la espada y la pared, porque no tiene un papel real en la construcción de redes gigantes en internet. Esto debería ser una preocupación mayor que cualquier otra. Pero, la gran preocupación de España sigue siendo Cataluña. En Reino Unido, el tema de la independencia escocesa no ha desaparecido del todo. Pero ya hay 11 países en la Unión Europa con una población inferior a 6 millones. Hay 11 ciudades en China con más de seis millones de habitantes. Por tanto, muchas de nuestras preocupaciones en Europa les parecen muy extrañas a los chinos, y empiezan a preguntarse si se tienen que tomar a Europa en serio o no. Empiezan a considerarla sobre todo un destino turístico. Y creo que tenemos que estar preocupados. Tenemos una estructura de gran calidad, pero solo somos un parque de atracciones en todos los demás aspectos.

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