LIBROS
Kipling, procedente del más puro imperio británico
Del autor de «Kim» nace la mejor literatura de aventuras, como se recrea y desmenuza en este libro entre la novela y el ensayo

Empezaré por el colofón. En él Javier Jiménez, editor de Fórcola, nos cuenta cómo el 23 de abril de 2020, en los días amargos del primer confinamiento y ante la perspectiva de un Día del Libro tristísimo, el recuerdo del relato de Kipling ... The Man Who Would Be King y la posibilidad de reeditarlo lo salvaron de la melancolía . Y puso manos a la obra, congregando en torno al proyecto a la traductora y novelista Amelia Pérez de Villar como traductora del cuento, al escritor y geógrafo Eduardo Martínez de Pisón como prologuista y al polígrafo Ignacio Peyró como epiloguista. Un equipo de lujo y fantasía al que se añadiría el propio Javier Jiménez como autor de una preliminar «Nota a la edición», rotulada «Volver a Kafiristán», y de 46 notas exegéticas que contribuyen, sin atisbo de pedantería erudita, a hacer más rica y provechosa la lectura.
El resultado es un librito de 120 páginas acribillado de talento desde la primera línea hasta la última , que rinde homenaje al gran Kipling y también, por qué no, a Sean Connery , que acaba de morir y que encarnó en la versión cinematográfica del relato de Kipling, titulada en nuestros pagos El hombre que pudo reinar , a Danny Dravot, uno de los dos protagonistas.
Decir Kipling es aludir al primer Premio Nobel en lengua inglesa y de edad más temprana
Quien ha visto ese film de John Huston y/o leído el cuento en que se basa será difícil que olvide la trepidante aventura que llevó a Dravot y a su amigo Peachey Carnehan ( Michael Caine en la cinta) a reinar en Kafiristán, esa región de Afganistán habitada por paganos ajenos al credo islámico y presuntos descendientes de los guerreros macedonios de etnia indogermánica que acompañaron a Alejandro Magno en sus campañas victoriosas por la Bactriana.
Aventura en estado puro
Kipling nació en Bombay en 1865 y estudió en Londres. A su regreso a India ejerció la profesión periodística en Lahore . De esa época data el relato publicado por Fórcola, que forma parte de la colección (Allahabad, 1888). Se ha vertido varias veces al castellano. Constaba con seguridad en alguno de los tomos que dedicó la editorial Aguilar a Kipling a mediados del siglo XX. Hay una edición reciente de Eneida y otra de Nórdica, ilustrada por Fernando Vicente. Pero antes de la versión de Amelia Pérez de Villar nunca se rotuló en castellano El hombre que llegó a ser rey , que es el título más lógico de todos, puesto que Dravot llegó a ser rey del mítico país de Kafiristán, aunque su reinado terminase fatal y durase muy poco tiempo.
Decir Kipling es aludir al primer Premio Nobel en lengua inglesa y el de edad más temprana al recibirlo, pues el autor del Libro de la selva tenía poco más de cuarenta años en 1907, cuando se le concedió. Decir Kipling es recordar su inmortal poema «If», que tantos españoles de la pasada centuria tenían enmarcado en su despacho, entre ellos mi padre y José Antonio Primo de Rivera. Decir Kipling es decir Imperio Británico, y eso lo desarrolla con su estupenda prosa habitual Ignacio Peyró en el epílogo del libro. Decir Kipling es decir aventura, como decir Stevenson, Conan Doyle... La aventura en estado puro es este viaje a Kafiristán de Dravot y Carnehan. Con un viaje así hasta las amarguras del confinamiento acaban superándose.
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