Los lazos se refuerzan

¿Qué esperaban del encuentro?

Natalia Majluf: Los museos son insulares: están en gran parte determinados por su entorno inmediato, aislados por las urgencias del día a día. Este encuentro ha sido una oportunidad singular para buscar vías de acercamiento e imaginar nuevas formas de colaboración e intercambio.

Jesús Carrillo: Estamos en un momento muy delicado pero interesante. Los museos todavía están muy localizados y se están quedando fuera de los circuitos narrativos. Por ello es necesario salir del territorio, del hinterland, y establecer un flujo de colaboraciones con el objetivo de actualizar los modos de funcionamiento en un mundo global.

Joao Fernandes: Ha sido una oportunidad para conocer realidades diferentes. También para realizar trabajo en común y poder aunar posiciones sobre los problemas que afectan al sector. Existe una necesidad imperiosa de intercambiar impresiones para solventar los problemas comunes, sobre todo en lo referente al patrimonio y la investigación.

¿Qué diferencias concretas existen entre los museos de ambos lados del Atlántico?

N. M.: En los últimos años la crisis ha afectado seriamente a los museos europeos y, al mismo tiempo, el crecimiento económico ha dado impulso a algunos museos de América Latina, pero sigue existiendo un desarrollo desigual. Aunque la brecha parece ir acortándose, tanto la infraestructura como los presupuestos de los museos europeos todavía superan ampliamente a los de las instituciones latinoamericanas. Pero no es sólo una cuestión de dinero. Los museos latinoamericanos son todavía muy frágiles y deben consolidar su institucionalidad.

J. C.: En Europa, los museos gozan de apoyo estatal desde su nacimiento, mientras que en Latinoamérica se parte de iniciativas privadas. Sin embargo, las cosas están cambiando: allí se están dando cuenta de la importancia de la cultura para el desarrollo del país mientras que en Europa se están recortando los recursos públicos. Además, la cultura global contribuye al acercamiento. Gracias a eso nos encontramos ahora con más objetivos comunes de los que pensábamos que teníamos.

J. F.: La situación cultural y geográfica marcan la pauta. Pero vivimos en un mundo globalizado que nos ha cruzado en una historia colonial. Esto ha supuesto un complemento para ambos. El siglo XXI supone un reto, tener un objetivo común.

¿Por qué las conclusiones se han expuesto públicamente, a diferencia del año pasado?

N. M.: Es importante compartir las discusiones con el público, y sobre todo con un público especializado como el que concurre a ARCO. Cuanta mayor conciencia haya acerca de los problemas a los que nos enfrentamos, mayor posibilidad tendremos de encontrar el apoyo necesario para superarlos.

J. C.: Tiene que ver con el modo de hacer las cosas del Reina Sofía, una institución con una vocación pública esencial. Además, cuando uno sabe que tiene que dar cuenta de lo que hace es más resolutivo.

J. F.: Es importante crear comunidad. Exponer las conclusiones en público crea el clima ideal para una discusión profunda con los colegas, para unir y tener una posición común.

¿Cómo se seleccionó a los participantes?

N. M.: Se convocó a instituciones, críticos y comisarios independientes para generar una reflexión abierta y crítica.

J. C.: Intentamos que hubiera un reparto geográfico equilibrado y, dentro de eso, identificar a individuos cualificados con inquietudes similares y que desarrollen proyectos interesantes.

J. F.: Queríamos elegir participantes con interés en la comunidad y con obras enriquecedoras, además de fomentar la entrada de nuevos artistas para aportar frescor y descubrir talento.