Sostres es fan: Conocerás a Paul Simon en Seattle
Un verano perdido
«Que te insulten es violento y puede herirte. El elogio no hiere, pero abruma»
Lee otros veranos perdidos de Sostres
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMe escribe un muy afecto lector de Madrid, veinte años más joven, y me dice que está en disposición de presentarme a mi gran ídolo, el cantautor Paul Simon. Ustedes probablemente sabrán de quién les hablo por el dúo que en los 60-70 formó ... con su amigo de la infancia, Simon & Garfunkel.
Es un encuentro que he jugado a imaginar durante muchos años pero nunca ha estado ni cerca de producirse. Nuestro lector conoce a uno de sus mánagers que al parecer nos ha reservado unos minutos con el artista. Paul Simon se retiró en 2018 pero este verano ha sorprendido a todos con una extraordinaria gira americana a la que pensé en ir, con mi mujer y mi hija, pero sólo las tres entradas en Nueva York o Los Ángeles, en las filas primeras que yo necesito, costaban por encima de los 1.500 dólares cada una. Estuve altamente tentado pero al final se impuso el cálculo mezquino de mi economía de periodistucho.
A la gira se le añadieron dos fechas de última hora, en Seattle -la primera de ellas es a la que nuestro lector me invita-, para grabar los conciertos y editarlos.
Volamos juntos, también él se ha ocupado generosamente de los billetes y del alojamiento, y me habla con gran emoción de mis artículos y me cita éste y aquél, y me pregunta por viejas historias que escribí hace años y que ya no recuerdo. Ustedes saben que no soy un creído, y que no les cuento esto para dármelas de nada sino más bien para que entiendan el sentimiento: que te insulten es violento y puede herirte según qué te diga y quién. Es verdad que el elogio no hiere, pero abruma, y más si es un elogio sostenido. Con muy buena fe -esto nadie lo duda- el entusiasta repasa mi obra, hace listas de mis mejores textos, explica historias de su vida relacionadas con ellos, me mira como si yo fuera sólo una mitad hombre, y la otra espíritu, y sí, para esto escribimos, y es genial que el hecho comunicativo se produzca, pero es un momento realmente incómodo, difícil, cuando todo este afecto se vierte sobre ti como un inmenso barril de cerveza sobre tu cabeza que de repente empieza a inclinarse. Tarde, tarde lo descubres si el avión ha despegado y quedan 14 horas para Seattle.
Tomo Stilnox, un muy eficaz somnífero; le ofrezco uno y como soy Dios (a estas alturas ya completo) lo toma al acto y queda completamente frito al cabo de 5 minutos.
Esto es lo que hacemos con los fans: drogarlos, dormirlos, agradecer que existan, pero callados. Corresponder a un saludo o unas breves palabras amables, pero tratar de esquivar como balas las chapas interminables. Esto ningún artista, ningún ídolo os lo dirá, por no quedar mal, porque su vanidad es más importante que su dignidad y vosotros sois el chute de autoestima que necesita: pero no por vosotros, sino por el chute. Yo de verdad os aprecio y agradezco, porque he estado casi toda mi vida en vuestro lugar, y sé con cuánta devoción, con cuánta angustia se vive, y precisamente por eso, por respeto a lo que hay en vosotros de nobleza, que es mucho, merecéis saber el terrible impacto que vuestras irrupciones producen y aprender a crecer con otros objetivos más realistas.
Llegamos a Seattle y de camino al teatro le agradezco al lector el desvelo, le digo que estoy encantado de asistir al concierto pero que prefiero no conocer al artista. Que realmente no tengo nada que decirle. Y aunque creo que lo frustro un poco, lo acepta; y a mí también me cuesta aceptarlo, no se crean, pero 14 horas en avión convencen a cualquiera, aunque algunas hayan sido durmiendo. También le pido que me disculpe pero que no volveré con él a Madrid al día siguiente, porque se me ha ocurrido un artículo que requiere otro trayecto. En esto no se frustra lo más mínimo: «Lo que sea por uno de tus artículos».
Ya en mi habitación reservo unos pasajes para Anna y Maria al día siguiente a Los Ángeles, para llevarlas a Disney al Nobu de Hollywood. Repaso, mientras hago la compra, la lista de preguntas sobre sus canciones que me habría gustado hacerle a Paul. Y muy especialmente cómo y por qué decide los «setlist», es decir, los temas y el orden de cada concierto. Pero lo que más pienso es cómo Dios refina el insulto, el linchamiento, el retorcido castigo cada vez que desconfío de la red infinita de sus brazos e intento ahorrar.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete