Ricardo Darín: «“Truman” ha creado un lazo muy fuerte en la conciencia de la gente»

«Aprovechando la oportunidad —dijo para terminar—, antes de que se queden dormidos, a los señores políticos : hagan algo por la Cultura porque es lo único que hay que hacer. Nada más. Gracias». Tuvo que ser el argentino quien, aprovechando la generosa presencia de cargos públicos en el auditorio, le diera el toque vindicativo a la gala.

Ricardo Darín llegó a los Goya con el tiempo justo de aterrizar y asentarse, el jet lag le tenía un poco agotado, como reconoció a este periódico: «No sé ni cómo me llamo». Sus palabras ante la prensa sirvieron para agradecer el trabajo de Cesc Gay y celebrar el logro de Truman, cuya victoria se consolidó muy cerca de la meta, en el tramo final de la ceremonia, pues la suya fue siempre una carrera de fondo. «Es impresionante como “Truman” ha ido por abajo», analizaba Ricardo Darín al tiempo que miraba a los ojos de la estatuilla. «No es “ Ocho apellidos vascos ”, no ha llevado doce millones de espectadores por minuto a cada sala ni nada que se lo parezca. Ha trabajado por debajo, en la conciencia de la gente y en la experiencia personal de cada uno. Y eso es un lazo muy fuerte , que no es circunstancial, no es algo que ocurra y desaparezca rápidamente. Va un poco más allá y eso es lo que vamos viendo».

Muchos preveían una noche sin islas mínimas ni vencedores máximos, pero la Academia quiso que cinco de sus seis candidaturas acabaran en discurso de agradecimiento.

«Nunca sabes», prosigue Darín, que supo ganarse a todos pese a jugar fuera. «Eso corre tan por cuenta de otro que no tiene mucho sentido ni siquiera involucrarse con eso. Tú haces tu trabajo lo mejor que puedes, tratas de que llegue a la mayor cantidad de gente posible y que conmueva o ayude a reflexionar . Si los premios llegan o no... Eso va por otro camino».

En su caso, a la cuarta nominación fue la vencida, circunstancia que confirma un idilio patente con España y su público. Algo hay en la voz y en los ojos de Darín, un magnetismo reconocible, por el que cuando habla todos lo escuchan como si fuera un maestro . Le preguntaron que si estaría dispuesto a seguir haciendo películas en nuestro país, y respondió con un lacónico: «Veremos, si tengo suerte... Ojalá». El público se lo agradecería.