La mutación de Meryl Streep

Como dos gotas de agua. Es la sensación que tiene el espectador de La dama de hierro cuando mira a la pantalla y busca entre sus recuerdos las imágenes de la Margaret Thatcher original. El mérito tiene dos patas, la primera y más importante es ... la de la extraordinaria capacidad interpretativa de Meryl Streep, quien intentó recrear con su lenguaje «su grandiosidad, su presencia, la majestuosidad que imprimía a sus opiniones». Con estos tres intangibles en la cabeza consiguió convertirse, casi mutar, en la política británica durante el rodaje.