Carmen Calvo recuerda a su gran amigo Pepe Guirao

Muy triste porque le he ido acompañando todo el año desde que le diagnosticaron el cáncer... Ahora estoy en casa. Él estuvo el año pasado aquí en verano, un día almorzando, y nos reímos mucho. Y ahora me estaba acordando de él, porque él vino a esta casa, y me estaba dando mucha alegría. Me da mucha alegría que llegara a ser ministro, para él eso fue importante. Un reconocimiento. Era un hombre de grupo, que respetaba al otro, que componía. Y eso era muy importante en este país que somos tan frentistas. Pepe tenía mucho criterio. No es que fuera que llegara a acuerdos porque no tenía posición o porque le diera igual, sino porque era un tipo humanamente muy maduro, muy valioso. Pepe encontraba acuerdos casi siempre, y eso vale mucho. En la política y en la vida. Me he quedado muy triste. Desde ayer por la tarde ya estaba en paliativos y le habían puesto un tratamiento en su casa, porque no quería estar en el hospital, y ya sabíamos que se iba. A las 4 de la mañana se ha ido.

Muy duro para mí, Pepe fue para mí parte de mi equipo desde los tiempos de mi etapa de consejera en Andalucía. Cuando el presidente Sánchez me preguntó, como yo había sido consejera y ministra, yo le dije que nombrase a Guirao.

Compartíamos cosas muy personales. Me fui el año pasado un fin de semana a su casa de La Vera para acompañarlo y estar allí juntos. Que nos pasó una cosa tremenda. Fuimos a dar un paseo por el campo y nos salieron dos perros de estos... dos mastines, que nos llegaban a la cintura a los dos, a campo abierto... Nos miramos y nos dijimos: aquí vamos a morir, con los dos mastines. Luego nos dio un ataque de risa... He vivido mucho con él, se ha muerto un amigo. Además he recorrido mucho con él haciendo Cultura los dos. Una historia común en lo público y en lo íntimo. Tenía mucho genio aunque parecía tranquilo.

Y estoy muy triste porque se ha muerto Antonio López, que era mi jefe de gabinete, se ha muerto mi hermano, ahora Pepe... estoy ya que no sé cómo tirar del ánimo.

Pepe tenía criterio con las cosas. Ahora no está de moda. Ahora está de moda un tuit. El criterio implica tener un fondo de armario sólido y la cintura suficiente para aceptar que el otro también lo tiene. Ahora es todo a blanco o a negro. Tirarte los trastos a la cabeza de una manera frívola. Pepe y yo somos vieja escuela. O recta escuela. Podemos ser flexibles, llegar a acuerdos, pero tenemos la posición.

Un gran conocedor y gestor que teniendo criterio tenía absolutamente presente que el espacio hay que repartirlo y compartirlo con aquellos que tienen criterio diferente. Esa es la única posición humanamente correcta. Eso no es ni antiguo ni moderno, eso es sabiduría.

Lo hacía todo con elegancia, con cierto nivel de estética para que nadie piense que era un capullo que pasaba por allí. Que eso hoy en día a la gente le da igual pero algunos nos empeñamos... hay que saber estar en los cargos y también cuando no estás por lo que has significado. Porque hay alguno... Tengo a uno en la Cadena Ser que dice: «Esto antes no lo podía decir...». ¿Antes engañabas? Es que estar en un cargo requiere un cierto nivel de madurez porque es de todos, incluso de quienes no te han votado. Es que estoy harta de tantas tonterías y cuando ves a gente morirse las tonterías te sobran todas... de un lado, de otro y de la otra punta.

Estoy muy triste y creo que hemos perdido un grandísimo activo para las instituciones, la gestión cultural y para la comprensión de la dimensión de la cultura a los efectos de la convivencia y la verdadera modernidad de un país, y Pepe ahí tiene un nombre espectacular.

Pepe y yo nos mirábamos y ya está, ya sabíamos lo que estaba pensando uno y el otro. No necesitábamos nada. Lo vamos a echar de menos, porque él ponía mucha paz en muchas cosas. Y ahora a la gente le da igual pero tener prestigio es importante.