La luz y el color de Sorolla cobran vida y engullen la casa Amatller
La exposición inmersiva 'Sorolla. Una nueva dimensión' combina en Barcelona realidad virtual y nuevas tecnologías con la exhibición de originales del pintor valenciano
Sorolla, inédito en su centenario
Detalle de la sala inmersiva de 300 metros cuadrados con una imagen de 'Corriendo por la playa'
Un campo de naranjas, la hierba crujiendo bajo los pies y, de pronto, la playa. Las gaviotas, el rumor de las olas y todos los azules del mundo tragándose al visitante. Sobre la arena, Clotilde García y María Clotilde caminando al atardecer y un grupo ... de niños corriendo en la orilla. En el mar, críos cegados por el sol y olas en movimiento. La luz y el color de Sorolla, el brillo deslumbrante del impresionismo mediterráneo, cobrando vida y engullendo a los visitantes de 'Una nueva dimensión', exposición inmersiva que homenajea al artista valenciano a través de nuevas tecnologías expositivas.
«No me gusta el concepto inmersiva, ya que en realidad todas las exposiciones lo son; mejor tendríamos que hablar de una muestra que utiliza la tecnología para reforzar y complementar el discurso», matiza Artur Duart, comisario de una coproducción de La Marina de Valencia y Layers of Reality que se instala en el Centro de Arte Amatller de Barcelona coincidiendo con los últimos coletazos del Año Sorolla.
Inmersiva o complementaria, el caso es que 'Sorolla. Una nueva dimensión' juega constantemente a romper la cuarta pared para adentrarse en obras maestras como 'Madre', 'Corriendo por la playa', 'Valencia. Las grupas', 'Paseo a orillas de la playa' y 'Los pescadores valencianos', entre muchas otras. Un vistoso y colorido chapuzón en la vida y la obra el valenciano que cuenta en Barcelona con un atractivo extra: una sala con una decena de lienzos y dibujos originales coronada por 'Dos de mayo' (1884), valiosísimo óleo prestado por un particular.
Luz y color lo inundan todo en 'Sorolla. Una nueva dimensión'
También ahí puede verse un retrato inacabado de Don Aureliano de Beruete procedente del Museo Abelló de Mollet que, según Duart, sería una de las últimas obras que Sorolla habría pintado antes de sufrir una hemiplejia en 1920. «Hemos intentado tener obras representativas de las diferentes etapas creativas del artista», señala el comisario sobre una sala en la que se pueden ver obras costumbristas, pintura histórica, retratos, una marina, un paisaje y dos estudios de personajes.
Pinceladas biográficas
Antes de eso, una primera zona expositiva ahonda en la vida familiar y el entorno artístico de Sorolla. Una pintoresca pincelada biográfica a la que no le falta detalle: ahí está, nada más entrar, una barca tradicional de la Albufera que ilustra el diálogo entre la ciudad y el campo, entre la Valencia cosmopolita y la rural, que fue motor de la obra del pintor. A su lado, una reproducción del salón familiar, una réplica de la fuente de la Plaza Redonda de Valencia, espacios dedicados a su devoción por Velázquez y su amistad con Blasco Ibáñez y Mariano Benlliure…
La exposición recrea las obras maestras de Sorollla
Fotos animadas, 'mappings' y lienzos digitales son aquí el camino de baldosas amarillas que conduce a la cueva del tesoro. O las cuevas, en plural, porque antes de colocarse las gafas de realidad virtual para colarse en 'Calle de naranjos' y 'Niños en el mar', una galería eleva a los altares, literalmente, los colores de Sorolla: verde cromo, violeta de manganeso, carmín de Granza, aureolin, negro marfil, blanco de plomo, naranja de cadmio y azul ultramar. Todos expuestos como si fueran piedras preciosas, objetos de culto y adoración.
Y por fin, en la sala inmersiva, 300 metros cuadrados y una película en 360 grados para celebrar el universo artístico de Sorolla. Un viaje de Valencia a la Hispanic Society en el que llueven naranjas, aparecen lienzos y caballetes de la nada y la luz y el color lo inundan todo. Borrachera cromática con el verde de Asturias, la nieve de Burgos, el cielo de Madrid y, sí, otra vez, el mar. Todas las vidas de Sorolla, todas sus idas y venidas de París a Italia y de la Malvarrosa a Nueva York, concentradas en festín de fotografías, lienzos, animaciones en 2 y 3 dimensiones y efectos digitales. Lo moderno y lo contemporáneo, el impresionismo y las nuevas tecnologías, de la mano en esta excursión al corazón del Mediterráneo más luminoso.
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