Juan Giralt, la pintura cocinada a fuego lento
El Museo Reina Sofía revisa el trabajo del artista, miembro de la Nueva Figuración Madrileña, en una retrospectiva
NATIVIDAD PULIDO
No fue uno de los protagonistas de la Historia del Arte español de la segunda mitad del siglo XX, sino un actor secundario, al margen, fuera del canon . Pero, como subraya el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel , al igual ... que ocurre en el cine, los secundarios suelen jugar un papel igual o más importante que las figuras centrales. Es el caso del artista madrileño Juan Giralt (1940-2007 ), a quien el museo dedica una retrospectiva, comisariada por Carmen Giménez .
Con apenas 90 obras , pone el foco en sus etapas más fecundas ( los 70 , cuando es infiel al informalismo, y los 90 , en pleno coqueteo con la abstracción) y da buena fe de su pintura esquizoide , que no acaba de acomodarse en el informalismo, el pop o la abstracción. En los años 80 , una crisis personal y espiritual lo borró de la escena artística (y del mercado) de un plumazo, quedando excluido del canon oficial . Pero r esucitó con fuerza en los 90 con su producción más personal, la mejor representada en la muestra. Sus cuadros se tornan vistosos collages : un conglomerado de palabras, telas, fotografías antiguas, retratos publicitarios, cromos de animales…
Francotirador ajeno a modas, fue uno de los puntales de la Nueva Figuración Madrileña
Francotirador ajeno a modas , Juan Giralt se formó en Londres, París, Ámsterdam y Nueva York, donde trabó amistad con el desaparecido Juan Muñoz . En estas ciudades bebió de Bacon, Alberto Greco, el grupo CoBra y el expresionismo abstracto norteamericano. En España fue uno de los puntales de la Nueva Figuración Madrileña y coincidió en la galería Vandrés con artistas como Luis Gordillo y Darío Villalba . Pese a su reconocimiento (en los sesenta participó en las bienales de Sao Paulo y Venecia ), su generación quedó atrapada y aplastada entre los pesos pesados de los 50 (Saura, Millares, Tàpies…) y las nuevas voces de los 80, que entraron como una apisonadora en el mundo artístico español, dejando fuera de juego a otras muchas. Entre ellas, Juan Giralt.
Le gustaba « la pintura muy machacada », los cuadros «que se van cociendo como un guiso sobre la tela », a fuego lento. Por contra, le disgustaban los cuadros « pasados a limpio ». Y es que su trabajo se caracteriza por la destrucción del gesto, la mancha, la pintura ensuciada . «Casi toda mi vida pictórica –confesaba– he batallado por sacudirme las sucesivas prisiones en las que me he encerrado».
«Tiempo de vida»
Acudió ayer a la presentación Marcos Giralt Torrente , escritor y crítico literario, que lleva la creación en su ADN: es hijo de pintores, Juan Giralt y Marisa Torrente, y nieto de Gonzalo Torrente Ballester . Gracias a su labor detectivesca, y tirando de las agendas de su padre, ha podido reunir muchas de sus obras que hoy cuelgan en el Reina Sofía, dispersas por colecciones. Destaca de él « su fortaleza, su determinación en seguir sintiéndose pintor, queriéndose pintor, cuando su trabajo apenas tenía eco». También, « su fidelidad sin amargura a sus convicciones estéticas que le hizo rehuir los atajos».
En 2010 publicó un conmovedor libro, tan intenso como catártico , sobre la muerte de su padre: «Tiempo de vida» (Anagrama) , con el que ganó el Nacional de Narrativa . En realidad, es más una lección de vida que de muerte, pues aborda el tiempo que compartió con él cuando ya un cáncer le estaba consumiendo. Un hermoso retrato de un padre y un hijo que se reencuentran.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete