La libertad quedó impresa
«Adolfo, que es y no es Álvaro, remira ese día un ejemplar atrasado pero vigentísimo de ABC, en concreto la edición del día 19 de noviembre de 1976»
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Artículos de Ángel Antonio Herrera en ABC
El Adolfo Suárez que aquí ven oculta un deneí donde pone Álvaro Morte, de oficio actor. Los dos, Álvaro y Adolfo, que son uno, están exactamente en medio del 23 de febrero de 1981, cuando Antonio Tejero quiso inaugurar el horizonte con la ... pistola en la mano. Adolfo, que es y no es Álvaro, remira ese día un ejemplar atrasado pero vigentísimo de ABC, en concreto la edición del día 19 de noviembre de 1976, en cuya portada se recoge la escena inaugural en que las Cortes del Reino han dado el sí, por feliz mayoría, a la democracia, «que ahora tenemos que edificar entre todos», según el párrafo ilustrativo.
«Aprobada la reforma política», aúpa el titular que ustedes no están viendo, pero Adolfo Suárez sí, con algo de nostalgia amenazada, con algo de zozobra que quisiera no perder el peinado repeinado. De modo que un Adolfo Suárez en el vilo bárbaro del 23-F está calculando a otro Adolfo Suárez anterior, que es él mismo, en retrato de portada, como si estuviera leyendo en un día ya ocurrido todo lo benéfico que de pronto estaba a punto de destruirse, si el porvenir de las urnas cedía ante una apoteosis de tanques o tricornios.
En la anatomía de este instante histórico, donde Suárez mira a otro Suárez, está la libertad en riesgo y la segura libertad impresa, que es como decir el susto y el contento, que es como decir un pasado próspero y un inmediato presente demenciado. Hay dos hombres en la foto, pero sólo uno, el presidente de empaque que revisa dentro del ABC la crónica de una democracia lograda, esa misma democracia que estuvo expuesta al tiroteo, tres ratos después de cerrar el periódico inolvidable.