Ladrón de Fuego
Un Nueva York secreto
«Jimmy Barnatán ha hecho de esa ciudad su propio género literario. La ama como quien ama a un veneno»
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Jimmy Barnatán es un artista insólito que un día amanece escritor, pero luego va y se acuesta cantante, que es como decir que no se acuesta. Entre una cosa y la otra, hace cine, viaja, perpetra poemas, juega al billar y hasta saca tiempo para ... casarse. Un día nos trae el regalo de un libro, como hoy, 'Un año en Nueva York', que acaba de publicar esmeradamente Jekyll & Jill, y otro día nos pega el susto de un disco denso, serio, oscuro, monumental y a contracorriente. Él no para de dar disgustos, con blues o sin blues, porque el blues es su desgarro primero. 'Un año en Nueva York' se subtitula 'Diario secreto', y, en efecto, eso son estas páginas, un íntimo apunte sucesivo de una biografía no pública, en principio, donde el protagonista, que es el propio autor, bebe mucho, alterna con vagabundos, grita blues en garitos del diablo y se va a desayunar otro whisky sin haber dormido.
Jimmy ama Nueva York como quien ama a un veneno, y de esa ciudad ha hecho su propio género literario, porque ha encontrado al fin una ciudad a la que poder echarle la culpa de todo. Este libro es un noviazgo ardiente, el de la ciudad y el autor, y convida a un mapa personal, emocionado y casi maldito, cuya prosa se remacha de verdades de viajero, como tickets de restaurante, fotos de transeúntes, o del propio Jimmy. De manera que aquí, más que un cuaderno, se ha compuesto un artefacto, un bello, insólito y atrevido artefacto.
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Todo lo que Jimmy imagina resulta que sí existe, y hasta aporta foto para ilustrar el relato, o al contrario. Ya son raro exotismo estos libros. Jimmy acude a la página como quien se va a hacer barra en las deshoras inconfesables, pero sin amago de realismo sucio o bien otras modas de grafómanos de pastelería. El Nueva York que nos acerca es un concierto otro de Jimmy Barnatán, cuando no se pone al piano, sino al ordenador. Aquí se propone un viaje, naturalmente, un viaje urbano a la noche incógnita del hombre, que es lo que acaba proponiendo todo gran libro. Este lo es.
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