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Trece, eran trece, los Malditos Bastardos

Historiador y exboinaverde, Richard Killblane reconstruye su verdadera historia

Trece, eran trece, los Malditos Bastardos abc

manuel de la fuente

No eran tan malos (no iban degollando nazis, ni tatuando esvásticas sobre la frente de sus víctimas, ni cortando rubicundas cabelleras arias) como en la película de Quentin Tarantino, pero sí fueron los más duros, los tipos con las agallas mejor puestas y ... más grandes de aquella guerra terrible, de aquella carnicería de seis años que fue la Segunda Guerra Mundial. Sí, eran los más duros, los más inmundos (ésa es la traducción de su mote, filthy) y los más cochambrosos (otra de las acepciones del mote), porque sólo se lavaban una vez a la semana (y no siempre), normalmente el sábado cuando dejaban el campo de entrenamiento en Campo Toccoa, Georgia, y se iban a la caza de unas faldas, unos labios pintados y unos buenos tragos de cerveza.

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