Diego Gutiérrez Gómez (1923-2013)
Maestro de la psiquiatría
Nació en Madrid el 6 de abril de 1923,. donde falleció el 28 de diciembre. Especialista en Neurología y Psiquiatría infantil. Uno de los miembros fundadores de la actual Asociación Española de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia.
El sábado fallecía en Madrid, a los 90 años de edad, el doctor Diego Gutiérrez Gómez, uno de los últimos representantes de la generación pionera en el desarrollo de la paidopsiquiatría española. Madrileño del castizo barrio de la Bombilla, aunque de origen cántabro, sus inicios en la profesión tuvieron lugar en Marruecos, donde ejerció la medicina interna en circunstancias difíciles propias de la época, con escasos medios materiales y enorme mérito personal. Se especializó en neurología y psiquiatría y pronto centró su atención en la psiquiatría infantil, que ejerció con brillantez durante más de sesenta años. En aquellos primeros años enseguida nos unieron los maestros y amigos comunes, como Jerónimo de Moragas, Obrador, Folch-Camarasa, y Mendiguchía. Fue uno de los miembros fundadores de la actual Asociación Española de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, donde dejó buena prueba de su talento y quehacer con notables aportaciones científicas. Fue vicepresidente de la Asociación Española y, también, durante muchos años, jefe de Psiquiatría Infantil del Hospital del Rey, realizando una labor clínica muy destacada. Su amplia cultura y vocación humanista le llevó, asimismo, a participar activamente en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas, ocupando responsabilidades centrales en su Junta Directiva. Fruto de esta notable inquietud por las letras son sus ensayos y relatos, así como un libro singular «Los tranvías de Madrid», excelente y amenísima monografía histórica de los inicios de la movilidad urbana eléctrica en el Madrid de inicios del pasado siglo, dedicado a su padre, jefe de estación.
Pero ante todo, el Dr. Diego Gutiérrez Gómez fue un médico extraordinario, un psiquiatra siempre atento a la alteración clínica de sus pacientes, consciente de que la disposición médica es permanente hacia el otro, que, en su caso, era la parte más frágil y genuina del ser humano, la infancia. Su mujer Isabel, fue un apoyo decisivo a lo largo de toda su vida, que se enriqueció con sus hijos, Carlos, Maribel y Paloma.
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