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Qué es el equinoccio y en qué se diferencia del solsticio

La primavera llega ya y una de sus consecuencias es que las horas de sol aumentarán progresivamente durante varios meses

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Atardecer en campo de amapolas ABC

Marina Ortiz

El verano, el invierno, la primavera y el otoño están marcados por dos fenómenos principales, los solsticios y los equinoccios y, a su vez, estos dependen de la posición en la que se encuentre el eje de la Tierra respecto al sol. Cada uno de ellos tiene lugar dos veces al año, resultando un solsticio de verano , otro de invierno, y un equinoccio de primavera y otro de otoño.

Ahora que nos encontramos en marzo, la primavera ya es una realidad en el hemisferio norte de la Tierra. Concretamente su fecha de incio es el 20 de marzo y, este año, el equinoccio se dará sobre las 21:25 de la noche.

Pero ¿qué es un equinoccio? Para dar respuesta a esta cuestión debemos atender a la composición literal de la palabra. «Equi» significa igual y «nox» noche, por lo que su denominación indica que se iguala la duración del día y la noche o, dicho de otra forma, se dan las mismas horas de luz que de oscuridad.

Como nombramos anteriormente, la posición de la Tierra respecto al sol también juega un papel fundamental en este tipo de fenménos. Según National Geographic, «nuestro planeta orbita normalmente alrededor del sol con una inclinación de 23,5 grados».

Y, durante el equinoccio de primavera, el eje de la Tierra queda perpendicular al sol, por ello se reparten las horas de luz a mitades iguales. O lo que es lo mismo, el sol queda justo por encima del Ecuador, a la misma altura.

¿Qué diferencia hay entre equinoccio y solsticio?

Como primer punto distintivo más evidente entre equinoccio y solsticio econtramos las fechas en las que se producen. Entre el 20 y el 22 de junio se produce el solsticio de verano y, el de invierno, entre el 21 y 23 de diciembre.

Respecto a los equinoccios, el de primavera tiene lugar entre el 19 y el 21 de marzo y el de otoño se suele dar entre el 21 y el 24 de septiembre.

Si prestamos atención a estas fechas, podemos ver a qué estación del año da pie cada fenómeno, siendo, en orden: la primavera, el verano, el otoño y el invierno.

Por otro lado, los equinocios, como explicamos al inicio de este artículo, dan lugar a los días en los que el día y la noche duran lo mismo, es decir, hay las mismas horas de sol que de oscuridad.

Mientras que los solsticios se dan en las jornadas que predomina más el día que la noche y viceversa. En el caso del solsticio de la época estival, se produce la noche más corta del año y, por ende, el día más largo, debido a que hay más horas de sol.

Si atendemos al solsticio de invierno ocurre lo contrario. Se produce la noche más larga del año y el día más corto, pues las horas de sol se reducen a su mínimo anual.

Recordemos, nuevamente, que todos estos efectos y consecuencias ocurren por el eje de rotación de la Tierra y su distancia respecto al sol, que va cambiando durante el año y tiene cuatro momentos clave que marcan el inicio y final de cuatro etapas diferentes, que conocemos por las estaciones del año.

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