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¿Por qué sobrevivieron los mamíferos a la gran extinción del Cretácico?

¿Por qué sobrevivieron los mamíferos a la gran extinción del Cretácico?

Hace 65 millones de años, en la frontera entre los periodos Cretácico y Terciario, un asteroide de diez km de diámetro chocó contra nuestro mundo provocando uno de los peores episodios de extinción de todos los tiempos. Más del 70% de las especies que poblaban entonces la Tierra (tanto marinas como terrestres) desaparecieron por completo, casi de repente. Entre ellas los dinosaurios, que terminaron así, de golpe, un reinado de más de 200 millones de años . Sin embargo, algunos lograron sobrevivir a la catástrofe y heredaron un mundo nuevo y libre del dominio de los lagartos gigantes. ¿Cómo lo consiguieron?

Imaginemos un dinosaurio. Es grande, amenazador y su sóla presencia debía bastar para sembrar el pánico entre las pequeñas criaturas terrestres que compartían el mundo con él. Sin embargo, a pesar de su tamaño, los dinosaurios no lograron sobrevivir al impacto y sus terribles consecuencias. Algo que sin embargo sí que consiguieron sus insignificantes vecinos.

«Ellos eran mejores a la hora de escapar del calor» , asegura Russ Graham, investigador de ciencias de la Tierra en la Penn State University . «Una gran cantidad de calor liberado por el impacto del meteorito fue la causa principal de la extinción del KT».

Para éste y otros muchos expertos, las madrigueras subterráneas y los entornos acuáticos donde los primeros mamíferos se ocultaban de los dinosaurios consiguieron también protegerles del breve, pero drástico, aumento de las temperaturas. Algo que sus enormes vecinos, igual que la gran mayoría de las criaturas de la superficie, no pudieron hacer. Un gran número de ellos, en efecto, murió quemado sin remedio en las primeras horas que siguieron a la caída del meteorito.

Un mundo devastado

Tras varios días de un calor extraordinario, la temperatura superficial de la Tierra descendió hasta niveles compatibles con la vida, y los pequeños mamíferos pudieron empezar a salir de sus madrigueras, para encontrarse con un mundo devastado y completamente distinto del que habían conocido hasta entonces. Devastado, sí, pero del que aún era posible obtener alimento, siempre que se tuviera una dieta adecuada.

«Incluso si algunos de los grandes dinosaurios herbívoros se las arreglaron para sobrevivir a la destrucción inicial, se encontraron con que, literalmente, no tenían nada qué comer -asegura Graham- ya que la mayor parte de la vegetación superficial también quedó destruída». Y a medida que los herbívoros supervivientes fueron desapareciendo, también lo hizo el principal sustento de los grandes carnívoros que se alimentaban de ellos.

Los mamíferos, por el contrario, podían comer insectos y plantas acuáticas, que seguían siendo relativamente abundantes tras el impacto del meteorito. Así que, a medida que los dinosaurios supervivientes fueron a su vez desapareciendo, los mamíferos empezaron a florecer. Lo mismo sucedió con los representantes de otras clases de animales (como por ejemplo los cocodrilos), pero fueron precisamente los mamíferos los mayores beneficiarios de la nueva situación.

De hecho, fue entonces cuando empezaron un proceso de diversificación que les ha llevado a poblar prácticamente todos los rincones del planeta con una infinidad de especies , entre ellas la nuestra. Resulta irónico, pero es más que probable que sin la caída de ese meteorito devastador, nunca se habrían dado las condiciones para el surgimiento de nuestra propia especie.

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