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Revelan el verdadero tamaño del megalodón, el mayor tiburón de todos los tiempos

La bestia podía alcanzar los 18 metros de largo y tenía una aleta dorsal del tamaño de un ser humano adulto

Recreación del megalodón Archivo
Judith de Jorge

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El megalodón , el extinto tiburón gigante que apareció en los océanos de hace 23 millones de años, se ha convertido en una leyenda gracias a películas taquilleras, documentales y libros. Casi tan famoso como el sanguinario tiburón de Spielberg, este monstruo marino no necesita adornos de ficción ni trucos de cámara para impresionar. Un nuevo estudio confirma que el animal podría haber llegado a los 18 metros de largo, un pez muy grande si se tiene en cuenta que un tiburón blanco mide tres veces menos. El informe también señala que era un depredador rapidísimo y muy resistente. Además, su tono sombreado le permitía pasar desapercibido y realizar emboscadas sobre sus incautas presas.

Los investigadores de las universidades británicas de Bristol y Swansea advierten en el comienzo de su estudio, publicado en «Scientific Reports» , que inferir el tamaño de los animales extintos es «peligroso», especialmente «cuando eran mucho más grandes que sus parientes modernos». El megalodón ( Otodus megalodon ), desaparecido hace tres millones de años -aunque todavía hay quien se pregunta si todavía está vivo- , se conoce casi exclusivamente por los dientes fosilizados, unas piezas triangulares más grandes que una mano humana. Hasta ahora, las estimaciones de su tamaño corporal han sido realizadas a partir de esos dientes, utilizando al gran tiburón blanco ( Carcharodon carcharias ) como único análogo moderno.

Según los autores, esto puede ser problemático ya que las dos especies probablemente pertenecen a familias diferentes. Por ese motivo, los científicos han realizado las estimaciones corporales del megalodón basándose en medidas anatómicas de cinco especies de tiburones que son ecológica y fisiológicamente similares: el tiburón blanco ( Carcharodon carcharias), el mako (Isurus oxyrinchus), el marrajo negro (Isurus paucus), el tiburón salmón (Lamna ditropis) y el cailón (Lamna nasus ).

Estilo de crecimiento

Pero había un detalle que tuvieron que resolver. «Antes de que pudiéramos hacer algo, tuvimos que probar si estos cinco tiburones modernos cambiaban de proporciones a medida que crecían. Si, por ejemplo, hubieran sido como los humanos, con bebés que tienen cabezas grandes y piernas cortas, habríamos tenido algunas dificultades para proyectar las proporciones adultas de un tiburón extinto tan grande», explica Mike Benton, paleontólogo de la Universidad de Bristol. Por suerte, «nos sorprendió y nos alivió descubrir que, de hecho, las crías de todos estos tiburones depredadores modernos comienzan como pequeños adultos y no cambian en proporción a medida que crecen».

Esto significaba que simplemente podrían tomar las curvas de crecimiento de las cinco formas modernas y proyectar la forma general a medida que se hacen más y más grandes. De esta forma, los nuevos resultados sugieren que un megalodón superaba los 16 metros de largo. Es posible que tuviera una cabeza de unos 4,65 m, una aleta dorsal de 1,62 m de alto -comparable al de un humano adulto- y una cola de 3,85 m. Los análisis sugieren además que sus aletas dorsal y caudal se adaptaron para «una rápida locomoción depredadora y largos períodos de natación».

Recreación del megalodón según los datos de los investigadores en diferentes etapas de su vida y comparación de su tamaño con el de un buzo. a) adulto de 16 m con 12 dimensiones corporales estimadas registradas; b) recién nacido de 3 m y c) juvenil de 8 m Oliver E. Demuth

Caza por sorpresa

Los investigadores creen que la aleta dorsal del megalodón era convexa, lo que le permitía nadar muy rápido cuando se disponía a abalanzarse sobre una presa y largos períodos de natación más tranquila. Lo que los científicos saben de otros monstruos marinos gigantes, como los ictiosaurios, sugiere que los grandes depredadores podían utilizar la natación más estable para reducir la energía gastada en la locomoción. Por lo tanto, el megalodón también pudo haber usado la recolección como estrategia de alimentación, especialmente a medida que envejecía. Es decir, pudo haberse alimentado de cadáveres de otras criaturas.

El estudio también indica que la cabeza de este tiburón habría necesitado músculos grandes para sostener sus enormes mandíbulas, lo que probablemente habría resultado en un hocico más curvo. Esto concuerda con la idea de que el animal tenía una fuerza de mordida impresionante de dos toneladas, quizás la mayor de cualquier depredador marino que haya existido. Finalmente, los autores creen que el megalodón era sombreado. Esto le habría permitido camuflarse contra el flujo y cazar a sus presas por sorpresa en emboscadas de las que difícilmente podrían zafarse. Un animal fascinante que seguramente seguirá dando que hablar tanto en la ciencia como en el cine.

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