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Por qué no dormimos en los árboles y cómo el sueño nos llevó a la cúspide de la evolución

El neurocientífico Matthew Walker sugiere en su último ensayo que la forma de dormir humana nos permitió desarrollar nuestra inteligencia y cohesión social

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Judith de Jorge

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El neurocientífico británico Matthew Walker , profesor en la Universidad de California en Berkeley, se considera un «enamorado» del sueño. No solo del suyo (dice que se concede a sí mismo la oportunidad no negociable de dormir ocho horas cada noche) sino de todo ... lo que dormir nos proporciona. Desde hace dos décadas, ha dedicado toda su carrera de investigación a desentrañar por qué y para qué entramos en un estado que, como explica, tiene todo el aspecto de ser el más absurdo de los fenómenos biológicos y uno de los más desconcertantes comportamientos humanos. Cuando dormimos, no podemos buscar alimento ni socializar ni reproducirnos y, peor aún, nos deja indefensos, vulnerables a la depredación. Y, sin embargo, es indispensable.

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