José María Bermúdez de Castro: «Los neandertales tenían un imperio y se extinguieron. Nos puede pasar lo mismo»
El codirector de Atapuerca advierte de que el cambio climático puede llevar al ser humano a su fin en cuestión de décadas si no reaccionamos con una «gran revolución»
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Iniciar sesiónA José María Bermúdez de Castro la pandemia le pilló escribiendo. Y lo que creía que iba llevarle dos años aprovechando los ratos libres que le deja su trabajo como investigador y codirector de las excavaciones de la sierra de Atapuerca (Burgos) lo solventó durante ... el obligado confinamiento. El resultado es un libro que ha titulado «Dioses y mendigos» (Crítica) por una frase del poeta alemán Friedrich Hölderlin que glorifica al ser humano cuando sueña y lo despoja cuando reflexiona. En el volumen, el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica revisita nuestros orígenes como especie y aborda la incertidumbre de nuestro futuro, que, considera, estará marcado por cómo seamos capaces de responder a los desastres ambientales. «El coronavirus será un mal recuerdo en un par de años -dice-, pero el cambio climático es inexorable».
-Nos creíamos la cúspide de la evolución y ha llegado un bicho microscópico para ponernos en nuestro lugar.
-Cualquier patógeno puede quizás no acabar con nosotros, pero sí ser un problema muy grande. Nos dice que no somos tan importantes. Y ha sido gracias a la ciencia que se han desarrollado las vacunas y hemos podido protegernos contra el virus.
-De todas esas especies humanas que nos han precedido o con las que hemos coexistido, ¿cuál le parece más intrigante?
-La que nosotros propusimos, Homo antecessor , que es como un hijo (De unos 800.000 años de antigüedad, fue descubierta en Atapuerca en 1994). Todavía tenemos que seguir excavando y esperamos encontrar muchos más restos en los próximos años y saber más sobre ella. Pero también me intriga el hombre de Flores , porque es un ejemplo increíble de cómo las especies de nuestro grupo evolutivo reaccionan igual que cualquier otra al vivir aisladas en una isla. Se convierten en enanos y su cerebro disminuye, igual que les pasa a los elefantes. Eso te hace pensar: no somos especiales.
-Si tuviera una máquina del tiempo y pudiera viajar al pasado, ¿qué le gustaría observar?
-Qué pasó en la sierra de Atapuerca hace unos 830.000 años, cuando había actos de canibalismo. También poder aclarar muchas de las hipótesis muy especulativas que nos hemos planteado: qué comíamos, cuál era el rol de machos y hembras, las hembras cazaban o no... Seguramente sí, pero vamos a verlo... Todo ese tipo de cosas sería muy interesante poderlas ver por un agujerito.
-¿Cuál es el descubrimiento que nos hace falta para entendernos a nosotros mismos?
-Muchísimos. Siempre quedarán yacimientos por excavar y cosas por conocer. Lo mismo ocurre en otros ámbitos de la ciencia: nunca llegaremos a comprender del todo el cosmos, nuestro cerebro ni el genoma. Pero si me preguntas qué me gustaría saber dentro de quince o veinte años...
-¿Qué es?
-Pues hay un proyecto muy importante que he contribuido a empezar: el estudio de las proteínas. Las más antiguas encontradas hasta este momento en una especie humana son de Homo antecessor . Pero en 20 años se conocerán las paleoproteínas de muchos de los grupos humanos que se han encontrado en el mundo y tendremos una mejor idea de ese arbusto filogenético. Lo veré ya jubilado.
-Esas proteínas, ¿nos hablarán como el ADN?
-Más. El ADN más antiguo hasta el momento (430.000 años de antigüedad) ha sido encontrado en la Sima de los Huesos en la sierra de Atapuerca, pero las condiciones del yacimiento, que hacen que todo se conserve como en un frigorífico, lo convierten en un caso muy excepcional. Normalmente, el ADN no pasa de 100.000 años. En cambio, las proteínas superan el millón de años y nos darán aún más información genética. Nos dirán cómo esas especies humanas estaban conectadas entre sí.
-En evolución humana, los fósiles lo son casi todo. ¿Las nuevas técnicas de estudio están cambiando eso?
-Los fósiles son importantes porque las proteínas y el ADN se obtienen de ellos. Lo que ocurre es que la paleontología molecular es capaz de conseguir más información. Para que te hagas una idea de lo que es capaz: del Homo antecessor tenemos 170 restos, pero las proteínas se han obtenido de un trocito de diente más pequeño que la uña de mi dedo meñique. Y eso tan minúsculo ya nos ha contado muchísimas cosas. Por eso tengo tanta confianza en que en el futuro sabremos mucho más incluso con muy pocos fósiles.
-¿Un nuevo hallazgo podría poner patas arriba todo lo que sabemos sobre nuestros orígenes?
-La evolución humana es un gran edificio en construcción. Cada nuevo descubrimiento añade un piso o supone una reforma, una rectificación sobre lo que hemos hecho, que lo mejora. Pero es un edificio bastante sólido. De vez en cuando, los medios anuncian algún hallazgo con un titular llamativo, diciendo que pone patas arriba todo lo que se sabe, pero no es así.
-A veces los paleontólogos no se ponen de acuerdo ni en el número o la denominación de las especies humanas.
-Claro que no, es que esto es ciencia. En muchas cuestiones hay consenso, en otras no, y así es como avanzamos. Se proponen hipótesis y esperamos a que surjan evidencias a nuestro favor o en contra. Por ejemplo, durante el siglo pasado se lanzó la idea de que conseguimos la postura erguida hace 3 millones de años al salir a la sabana por los cambios climáticos. Así podíamos mirar por encima de las altas hierbas y ver si venían los predadores. Muy bien, pero después se descubrió que la postura erguida había aparecido ya hace siete millones de años, así que la hipótesis no vale. Además, hace 3 millones de años éramos muy bajitos y la hierba era muy alta y no podríamos ver nada. ¿Por qué nos pusimos en pie entonces? Ahora se buscan otras ideas, como la eficiencia energética. Ya veremos qué pasa.
-¿Cuánto hay de emoción en su profesión?
-Afortunadamente mucha. Si no, sería muy aburrido. Cuando estamos en una excavación y aparece algo impactante -yo he vivido varias de esas experiencias-, se produce una especie de catarsis colectiva en la que todos segregamos adrenalina y endorfinas. A mi edad aún me sigo emocionando. La pasión por descifrar nuestros orígenes continúa.
-¿Cuál es la discusión más enconada que mantienen ahora?
-La verdad es que en todos y cada uno de los ámbitos de la evolución humana hay debate. ¡Y son muy enconados! Tampoco nos libramos de la modas. Hubo una que decía que el origen de nuestra especie era multiregional, que apareció en toda África y toda Asia. Luego llegó la idea de que nuestra especie apareció en África y todos la seguimos. Pero cuidado, igual no es como se dijo hace 20 años, una 'Eva negra' y una población de 20.000 personas a partir de la cual descendemos absolutamente todos. A lo mejor las cosas no son exactamente así.
-¿Y cómo cree que son?
-Parece que existe consenso en que nuestra especie se fue conformando en África. En esto estamos todos de acuerdo. Sin embargo, la mayoría piensa que la población 'arcaica' a partir de la cual nos transformamos en 'anatómicamente modernos' también estaba en África. Nosotros pensamos que esa población 'arcaica' quizá no estaba en África, sino en el suroeste de Asia. Lo pensamos así, porque de esa población arcaica también surgieron los neandertales, que se han encontrado únicamente en Eurasia. Por eso pensamos en un lugar intermedio entre los dos continentes. Si nuestra hipótesis fuera correcta, hace quizá entre 400.000 y 300.000 años una población penetró hacia África por el Corredor Levantino, que es el 'cordón umbilical' que une África con Eurasia.
-¿Y después qué pasó?
-Una vez tenemos a esa población en África (viniera de donde viniera), el debate se centra en saber si nuestro origen sucedió en una región concreta de este continente, o si fue panafricano; es decir, muchas poblaciones dispersas por el continente podrían haber contribuido a la formación de Homo sapiens en distintos lugares. Este segundo debate se ha originado no por el estudio de los fósiles, sino por el estudio del genoma de muchas poblaciones africanas actuales. Los genetistas deberían hacer un esfuerzo para que todos entendamos bien sus hipótesis.
-¿Qué nos hace humanos? ¿Le debemos todo lo que somos a nuestro cerebro?
-Es un todo, han influido todas las circunstancias ambientales y cambios genéticos. Si el grupo tiene una gran riqueza genética -muchas mutaciones que se han ido acumulando- puede responder y adaptarse a cambios en el clima, la llegada de nuevos predadores al sistema... Por ejemplo, tenemos una facultad fantástica que es ser omnívoros, comer de todo.
-¿Nos ha beneficiado nuestra dieta?
-Si eres exclusivamente carnívoro, piscívoro o vegetariano te encuentras con una dificultad muy grande si cambias de ecosistema. Una población de herbívoros que se encuentre de pronto en la Antártida, donde no hay plantas, obviamente se extingue. Pero la humanidad, aunque cambien las circunstancias ambientales, siempre se ha podido adaptar y comer lo que tenía a su disposición. Si había mucha carne, pues carne. Si había solo vegetación y frutos, pues eso... Y si tenemos que comer insectos, lo hacemos.
-¿Cuál es el mayor problema al que se enfrenta el ser humano como especie?
-El cambio climático. La pandemia es terrible pero gracias a la ciencia se está controlando y creo que en un par de años será un mal recuerdo. Podremos volver a quitarnos las mascarillas y llevar una vida normal. Pero el cambio climático avanza de una manera inexorable. Y esto es muy difícil de controlar porque hay muchísimos intereses políticos y económicos que hacen que vaya demasiado despacio esa gran revolución que necesitamos en este momento para poder atajar el problema.
-¿La tecnología se ha vuelto contra nosotros?
-Nuestra cultura nos ha facilitado mucho la vida, nos ha permitido salir de muchas circunstancias, pero ahora nos ha llevado a un punto crítico en el que debemos tener mucho cuidado. En los años 50 los coches gastaban 17 litros de combustible a los 100 km y nadie sabía que eso era una barbaridad, pero ahora ya lo sabemos. Tenemos que rectificar muchísimas cosas.
-¿Estamos cerca del final?
-Pues mira, los más agoreros creen que sí. Yo prefiero ser optimista y pensar que vamos a rectificar. Tenemos que ser muy proactivos todos y cada uno de nosotros y azuzar a nuestros gobernantes, economistas y personas influyentes para que esto tenga remedio. Hay que dejar a las siguientes generaciones una situación favorable para que pueda seguir la especie humana. Si no hacemos eso, en 50, 60 ó 100 años habremos desaparecido
-¿En tan poco tiempo?
-Sí, sí. No lo digo yo, sino mucha gente más inteligente. Stephen Hawking decía que si conseguimos llegar a Marte a lo mejor salimos adelante... Y si continuamos aquí, dentro de unos cuantos miles de años habrá una nueva glaciación, porque estos fenómenos están controlados por efectos orbitales, y ya veremos que pasa.
-¿Las especies humanas extintas pueden enseñarnos algo al respecto?
-Hay que aprender las lecciones del pasado. A los neandertales siempre los hemos despreciado, pero tuvieron un imperio. Un éxito evolutivo brutal que duró desde hace 400.000 años hasta hace unos 50.000, muchísimo tiempo. Y ocuparon casi toda Eurasia. Hace unos años se encontró un yacimiento a orillas del Pacífico. ¿Qué ocurrió? La última gran glaciación, que empezó hace unos 70.000 años y terminó prácticamente con el Holoceno, hace unos 14.000. Fue una época terriblemente heladora, en la que las capas de hielo que cubrían el hemisferio norte llegaban prácticamente hasta el norte de Francia. A los neandertales solo les quedó el Mediterráneo.
-¿Y qué les ocurrió?
-Que la diversidad genética de esas poblaciones fue disminuyendo, hubo mucha endogamia y la especie se acabó autoextinguiendo. Luego llegamos nosotros y les dimos la puntilla. Ahí tenemos un ejemplo de lo que puede suceder con una glaciación. A nosotros nos puede ocurrir igual. Llevamos con éxito evolutivo desde hace unos 250.000 años más o menos, que es cuando aparecen las primeras formas arcaicas de nuestra especie en África. Tenemos un éxito importante, una tecnología increíble, pero esto puede ser efímero. Nos hemos emborrachado de éxito, demasiada soberbia. Hay que poner los pies en la tierra.
-Si logramos continuar, ¿seguiremos evolucionando?
-Naturalmente. La evolución no se ha parado, en absoluto. Lo que ocurre es que la tasa de mutaciones es muy baja (diez elevado a la menos siete, aproximadamente) y nuestras generaciones duran 25 años, por lo que nuestra evolución biológica es casi inapreciable. Tienen que pasar muchos miles de años para que sea apreciable.
-Entonces, no se nos nota.
-Si a una persona que hubiera vivido hace 165.000 años en África le ponemos un traje, la afeitamos bien y la subimos a un autobús, sería uno más. No habría ninguna diferencia, sería igual que tú y que yo. Un neandertal sí llamaría la atención. Tenían una cara un tanto rara comparada con la nuestra. Lo que sí ha cambiado es la tecnología a una velocidad tan asombrosa que no somos capaces de asimilarlo. Y eso nos pone en una situación complicada, porque si no somos capaces de dominar nuestros impulsos y tenemos armas muy poderosas, las podemos utilizar de una forma muy dramática.
-Con todos esos progresos, aún hay gente que no cree en la evolución. ¿Cómo lo explica?
-Hay gente que sigue pensando que la Tierra es plana o tiene ideas extrañas sobre el coronavirus. Qué le vamos a hacer. Creer es más fácil que pensar. El cerebro consume una barbaridad de energía cuando reflexiona.
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