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¿Por qué la gente ve cosas en la prueba de las manchas de Rorschach?

El secreto está en los fractales, unos patrones irregulares que se repiten y que están presentes en árboles, neuronas o incluso obras de arte

La prueba de Rorschach se usa para analizar la personalidad Hermann Rorschach
Gonzalo López Sánchez

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La misma mancha de una figura de tinta de la prueba de Rorschach puede parecer muchas cosas diferentes: una máscara maligna, un murciélago, un vampiro o una inocente mariposa. En los años veinte el psiquiatra Hermann Rorschach comenzó a usar diez láminas con estas figuras para que los pacientes reflejasen su personalidad hablando de lo que le evocaban las imágenes , en el marco del psicoanálisis. Hoy en día la validez de esta prueba no está del todo aceptada por los psicólogos, pero las figuras siguen siendo de una potencia indiscutible.

Pero, ¿por qué unas simples manchas simétricas de tinta despiertan la imaginación? ¿Hay manchas más evocadoras que otras? Un grupo de investigadores dirigidos por el físico y artista Richard P. Taylor podría haber desvelado el secreto este mismo martes. Tal como han publicado en la revista PLOS ONE , el motivo por el que las figuras de Rorschach son tan evocadoras es que tienen naturaleza de fractales , es decir, formas con una geometría cuya estructura básica, ya sea fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas.

Hermann Rorschach publicó diez láminas con manchas de tinta, en negro y en color, hechas después de doblar una hoja por la mitad. Fueron usadas en el marco del psicoanálisis para tratar de averiguar la personalidad Hermann Rorschach

«Esas ilusiones vistas en las manchas de tinta o en obras de arte son importantes para comprender el sistema visual humano», ha explicado Taylor , físico y artista en la Universidad de Oregón (Estados Unidos) que ha dirigido la investigación. «Por decirlo de otra forma, puedes aprender muchas cosas sobre los ojos solo por la forma como estos son engañados. Los patrones fractales en las manchas confunden al sistema visual , y por eso detectas una mariposa aunque no la haya».

Según han concluido los autores del estudio, los patrones fractales inducen la asociación con formas que no están ahí. Y lo hacen mejor cuanto más simples son estos patrones. Estos fractales se caracterizan porque son demasiado irregulares como para ser descritos en términos geométricos tradicionales, y también porque son «autosimilares», lo que quiere decir que su forma está hecha de copias más pequeñas de la misma figura.

En un reportaje publicado en « TheAtlantic.com », Taylor explicó que los fractales son la firma de la naturaleza, el ladrillo básico con que construye sus formas : «Árboles, nubes, ríos, galaxias, pulmones y neuronas son fractales».

Fractales en el arte

Romanesco, un híbrido entre brócoli y coliflor, caracterizado por sus patrones fractales Rlunaro/WIKIPEDIA

El arte no es ajeno a estos fractales. En 1999 Taylor publicó un artículo en Nature en el que demostraba que la pintura de Jackson Pollock hecha entre 1943 y 1952 estaba repleta de fractales . Concluyeron que, no solo reflejaba los patrones de la naturaleza, sino que además, con el paso de los años, Pollock aumentó la complejidad de los fractales.

Tal como ha explicado Taylor a ABC a través de correo electrónico: «En los últimos 50 años, los expertos han debatido por qué la gente ve figuras en los patrones de Pollock, aunque él dijo que nunca había pintado figuras. Ahora entendemos el porqué. Los fractales de sus cuadros estaban disparando las imágenes ».

Aplicaciones prácticas de los fractales

En contra de lo que pueda parecer, la finalidad de este estudio no es meramente teórica. Los autores han defendido que este conocimiento sobre los fractales puede tener aplicaciones tecnológicas. Por una parte, podría facilitar el diseño de un implante de retina capaz de reconocer fractales , una idea que ya ha recibido financiación para seguir adelante y que en 2015 logró dar sus frutos en forma de patente.

Pero no solo eso. Taylor cree que tener en cuenta estos efectos puede ser interesante a la hora de diseñar el paisaje urbano y «decidir cuántos fractales queremos incluir. Por ejemplo, « puede ser buena idea no tener árboles fractales en intersecciones de tráfico , porque pueden activar imágenes de cosas que no están y por eso pueden confundir al conductor». También ha explicado que los fractales podrían mejorar los patrones de camuflaje .

Una mujer contempla un cuadro de Pollock. Los trazos amorfos pero repetidos generan imágenes en la mente Michele M. F./FLICKR

Sea como sea, la clave del poder evocador de estas formas está en un mecanismo por el que los fractales, como las láminas de Rorschach o las nubes del cielo, activan nuestra imaginación: se trata de la « fluidez fractal ». Es una propiedad del sistema visual que le permite procesar algunos patrones de forma eficiente.

Tal como ha propuesto Taylor: «Esto reduce el estrés del observador en un 60 por ciento. Y, si no tuviéramos esta fluidez fractal en un ojo biónico que nosotros diseñarámos, no solo habrías perdido tu capacidad de navegar, sino que perderías tu relación simbiótica con los patrones fractales naturales».

Fractales relajantes

¿Cuál es esta relación simbiótica? En estudios anteriores, Taylor y otros investigadores midieron la conductancia de la piel, una medida de la actividad del sistema nervioso, y descubrieron que las personas se recuperaban mejor del estés cuando veían imágenes generadas informáticamente con una «densidad» concreta de fractales.

Después, trabajando con Caroline Hägerhäll, una psicóloga ambiental especializada en percepción estética, observaron que las personas muestran una preferencia muy clara por los fractales intermedios y que esto induce una respuesta de relajación en el cerebro, siempre y cuando se miren las imágenes durante al menos un minuto.

Para que ocurran estos efectos beneficiosos , «simbióticos» en palabras de Taylor, los fractales deben tener una densidad concreta . El valor de su dimensión fractal (llamado D), debe estar entre 1,3 y 1,5: este número reperenta la relación entre patrones grandes y gruesos (como lo que se ve en la costa desde un avión o en el tronco de un árbol), y los pequeños (que se pueden ver en rocas, dunas, ramas y hojas). Esto también puede apreciarse en los cuadros de Pollock, donde los fractales finos se combinan con los gruesos.

Los autores han concluido que las formas más sencillas son más evocadoras que las complejas Hermann Rorschach

En el caso de las láminas de Rorschach, los investigadores escanearon la forma de las manchas de tinta y cuantificaron la dimensión fractal (D) . Después de tener en cuenta estudios psicológicos hechos entre los años treinta y cincuenta sobre las imágenes evocadas con las manchas de Rorschach, los investigadores averiguaron que había una relación clara entre el parámetro D y la evocación de las imágenes.

«A medida que aumentas el valor de D, lo que incrementa la complejidad visual, el número de percepciones visuales diferentes cae », ha explicado el físico. Por eso, «la gente ve más patrones en las manchas simples».

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