Descubren que parte del agua de la Luna viene... de la propia Tierra
Hasta ahora se pensaba que las reservas de agua de la Luna se debían al efecto de las partículas cargadas del viento solar
Recreación reservas de agua en la Luna
Hasta hace poco, se pensaba que la Luna era un lugar árido y totalmente deshidratado a causa de las temperaturas extremas y la dureza del entorno espacial. Pero durante los últimos años los científicos han ido de sorpresa en sorpresa, descubriendo agua más que suficiente en nuestro satélite ... para satisfacer todas las necesidades de futuras colonias humanas: hielo en el fondo de oscuros cráteres a los que nunca llega la luz del Sol, depósitos de hierro oxidado en el mismísimo suelo lunar y moléculas de agua ligadas a rocas volcánicas. En definitiva, y aunque no de la misma forma que en la Tierra, agua en abundancia . A pesar de ello, nadie sabe aún con certeza cuánta agua puede haber en la Luna ni, salvo excepciones, dónde está.
¿ Pero, de dónde puede haber salido toda esa agua ? La idea más extendida es que los iones de hidrógeno cargados positivamente e impulsados por el viento solar bombardean constantemente la superficie lunar y reaccionan de forma espontánea para producir agua, tanto como hidroxilo (OH), como molecular (H2O).
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters propone otra posible fuente de agua para nuestro satélite, además del viento solar . Los investigadores, de hecho, muestran en su trabajo que una parte del agua de la Luna puede proceder... de la Tierra. O mejor dicho, de partículas de la magnetosfera terrestre, el campo magnético que envuelve nuestro planeta protegiéndolo de las dañinas radiaciones espaciales. Y si la Tierra está "sembrando" la Luna con agua, lo mismo podrían estar haciendo otros planetas con sus propios satélites naturales.
Lo cierto es que «ahí fuera», en el espacio, hay muchísima más agua de lo que nadie habría imaginado hace apenas unas décadas. Desde Marte a las lejanas lunas de Júpiter y Saturno , incluso en sus anillos, a los cometas, los asteroides y el mismísimo Plutón , el agua parece estar por todas partes. Incluso se han detectado enormes cantidades del líquido elemento mucho más allá del Sistema Solar , en remotas nubes moleculares de polvo y gas.
Antes, se pensaba que el agua se incorporó de alguna forma a los distintos cuerpos espaciales durante la propia formación del Sistema Solar, pero cada vez hay más evidencia de que, en el espacio, el agua es mucho más dinámica de lo que creía mos. Y volviendo a la Luna, aunque el viento solar es una fuente más que probable de agua, los modelos informáticos predicen que hasta la mitad de ese agua debería evaporarse y desaparecer en las latitudes más altas durante los cerca de tres días de Luna llena, cuando nuestro satélite cruza la magnetosfera de la Tierra.
La razón es que la propia magnetosfera debería impedir que el viento solar llegara a la Luna para seguir generando agua, por lo que el preciado líquido no podría regenerarse más deprisa de lo que se pierde.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. Sorprendentemente, el último análisis de mapas de superficie de hidroxilo y agua llevado a cabo por la sonda india Chandrayaan-1 mostró que el agua de la superficie lunar no desaparece en absoluto al cruzar la magnetosfera. O mejor dicho, la que desaparece podría estar reponiéndose gracias al flujo de iones de la propia magnetosfera, también conocidos como «viento terrestre».
La presencia de estos iones cerca de la Luna fue confirmada por el satélite japonés Kaguya , y las observaciones de la sonda THEMIS-ARTEMIS ayudaron a perfilar las características que permiten distinguir los iones del viento solar de los del viento terrestre.
El satélite Kaguya, además, detectó durante la luna llena altas concentraciones de isótopos de oxígeno filtrándose desde la capa de ozono de la Tierra e incrustándose en el suelo lunar, junto con abundantes iones de hidrógeno procedentes de la exosfera, una vasta extensión de la atmósfera de nuestro planeta.
Los investigadores descubrieron que esos flujos combinados de partículas de magnetosfera son radicalmente distintos de los del viento solar. Lo que les llevó a sugerir que la magnetosfera terrestre crea un auténtico «puente de agua» que termina en la Luna.
Para contextualizar todos los datos, en el estudio trabajó un equipo multidisciplinar de expertos en cosmoquímica, física espacial y geología planetaria. Anteriores estudios sobre el agua lunar no habían considerado los efectos de los iones de la Tierra y nunca se preocuparon de medir el agua superficial durante las lunas llenas. Los únicos mapas disponibles hechos durante esos días tan especiales son del invierno y el verano de 2008, y fueron necesarios varios años para interpretar los resultados.
Futuros estudios sobre el viento solar y el viento terrestre podrían decirnos mucho más sobre cómo evolucionó el agua en el Sistema Solar y qué efectos podría tener la magnetosfera de otros planetas sobre sus lunas. Y también nos ayudarán a predecir las mejores zonas de la Luna para las próximas exploraciones y las futuras explotaciones mineras y asentamientos humanos.