juicio
La estrategia de Isabel Pantoja: hundida, demacrada y «víctima» del amor
La imagen de extrema fragilidad que la tonadillera ha mostrado en el juicio por blanqueo de dinero se ha roto esta semana. En medio de una actuación que algunos tildan de «memorable», ha protagonizado una declaración a su medida. En los próximos días, antes de regresar a su calvario judicial, será abuela
ESPERANZA CODINA
« En vez de seguirme él a mí, le seguí yo a él». Esta frase de Isabel Pantoja resume el espíritu de su declaración en el juicio por blanqueo de dinero, en el que comparte banquillo con Julián Muñoz y Maite ... Zaldívar: ella ha sido una perjudicada de su idilio con el exalcalde de Marbella, del que estuvo profundamente enamorada, y ese amor incondicional la ha llevado ahora a responder ante la Justicia. Pantoja ya ha pasado su peor trago, hablar ante el tribunal, y lo ha hecho con un discurso en el que ha intentado dejar claro que ella es quien es, que pisa escenarios desde los 13 años y que jamás ha necesitado el dinero de nadie. «Nunca he interrumpido mi carrera, solo cuando murió mi marido (Francisco Rivera «Paquirri») estuve un año sin cantar», dijo rotunda. El juicio le está pasando factura: su excesiva delgadez evidencia sus nervios y preocupación, pero el martes, cuando le tocó defenderse, sacó dientes y fue más artista que nunca.
Porque la cantante está físicamente consumida. A finales de junio, cuando afrontó las primeras sesiones de la vista oral, sorprendió su pérdida de peso, delgadez que ahora se ha vuelto extrema. Viste colores neutros, apenas va maquillada y el desvelo se palpa en su rostro. Y esto no ha hecho nada más que empezar, porque está previsto que el juicio se prolongue hasta abril de 2013. Ya han declarado los diez imputados y el proceso continuará el 5 de noviembre con los primeros testigos. Tendrá, pues, una semana de «libertad» en la que se estrenará como abuela, pues Jessica Bueno, novia de su hijo Kiko , ya se está preparando para un parto inminente.
Dos malas decisiones
La cantante se enfrenta a tres años y medio de prisión y a una multa de 3,68 millones de euros por presunto blanqueo de dinero del exregidor. La Fiscalía sostiene que los fondos de procedencia ilícita que ayudó a «lavar» ascenderían a 1,8 millones de euros y hay dos operaciones de la artista en entredicho: la compra del chalé «Mi Gitana», de Marbella, y la adquisición de un apartamento en el hotel Guadalpín por una sociedad de la cantante, que presuntamente carecía de capacidad financiera para abonar los 353.000 euros que costó el inmueble.
«O Muñoz se separaba o nada», insistió Pantoja. La cara de Zaldívar era un poema
En las cuentas bancarias de la cantante y de sus empresas, además, se detectaron ingresos en efectivo de origen desconocido por un importe de 1,1 millones de euros durante el tiempo que duró su relación con Muñoz. Supuestas inyecciones de fondos a sus empresas para el arrendamiento de explotaciones ganaderas y la adquisición de ganado son la última pata de la acusación. Isabel Pantoja lo ha negado todo ante el tribunal, y ha dicho que era ella quien llevaba el peso económico de la pareja. La estrategia es clara: si no recibió fondos del exregidor, no pudo blanquearlos.
El martes fue el día «D» y Pantoja cumplió con la rutina adquirida en sus visitas a la Ciudad de la Justicia de Málaga. Llegó temprano, se bajó de un coche de gama alta y enfiló las escaleras que conducen al edificio junto a sus abogados, José Ángel Galán y Graciela Otondo. Estuvo sonriente, intentando pisar fuerte para afrontar lo que se le venía encima. Devolvió las muestras de cariño que recibe de algunos incondicionales en forma de besos, flores, rosarios o estampas de vírgenes y se encaminó hacia su actuación más amarga.
Se impone la sobriedad
Pantalón negro, blusa azul y chal blanco sobre los hombros, optó por los colores apagados para enfrentarse al tribunal. Pelo recogido en una coleta y con la cara despejada. Sus abogados le dieron algunas indicaciones durante el receso, que la cantante pasó en la puerta de la sala de juicios, y después empezó un auténtico carrusel de sorpresas en el que la artista lo fue más que nunca.
La primera fue la decisión de responder solo a su defensa, por lo que sorteó posibles cuestiones incómodas del Ministerio Público. Pantoja escuchó sin inmutarse las preguntas de la fiscal Anticorrupción, que quedaron sin contestar. Luego, de la mano del letrado Galán, inició un monólogo muy bien preparado que duró 50 minutos. Hubo suspiros, afirmaciones con desdén, silencios para beber agua y comentarios personales más dirigidos a la opinión pública que al tribunal que la juzga.
Sus abogados le dieron algunas indicaciones durante el receso
Básicamente, se atribuyó una elevada capacidad de ingresos por su carrera artística y recordó que lleva más de 40 años cantando. Giras, galas, programas de televisión, los negocios de restauración… Y las exclusivas, aunque puso mucho énfasis en precisar que solo las hace con la revista «¡Hola!» y que suponen un mínimo de 350.000 euros. Es decir, ella siempre ha manejado dinero y fue ella quien mantuvo a Muñoz porque «él no tenía nada». El apartamento del hotel Guadalpín lo pagó en metálico y la casa de La Pera tiene una hipoteca que está avalada con todos sus bienes, recalcó. Y fue al hablar del chalé cuando Pantoja aludió a los sacrificios que hizo por Muñoz. Porque ella no quería esa casa. Cuando el alcalde dejó de serlo por la moción de censura, le pidió que abandonara la política, pero él se negó y quiso seguir vinculado a Marbella. Ella prefería trasladarse a La Moraleja, pero compró la casa por él, porque lo quería.
Uno de los puntos que tuvo más empeño en aclarar fue el inicio de su relación con Muñoz. No se afianzó, según su versión, hasta que él apareció con el papel que certificaba que había iniciado los trámites de divorcio. Fue en El Rocío de 2003 . Ya en la Candelaria, tres meses antes, habían empezado a verse, pero esa relación «no estaba consolidada». O estaba separado o nada. A pocos metros, la cara de Maite Zaldívar era un poema , mientras que Julián Muñoz no dejó de tomar notas en un cuaderno, como siempre.
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