EL SITIO DE MI RECREO
Ginés García elige el Botánico de Madrid
El actor de «Isabel» aconseja pasear por la ruta de los árboles singulares que atesora este centro del CSIC
PILAR QUIJADA
Su rostro se asoma estos días a la pequeña pantaña en la serie «Isabel» , en la que interpreta al manipulador Juan Pacheco . Un personahe que «permite reflexionar sobre la condición humana. Esta serie habla de seres humanos con sus pasiones, bondades y ... maldades, y te das cuenta de que hoy, como entonces, la necesidad de poder, la ambición y la envidia siguen moviendo el mundo . Tenemos una historia maravillosa para contarla bien. Este proyecto, muy completo e interesante, ha sido un regalo enorme».
Obviamente, quien lo dice es Ginés García ( Puerto Lumbreras, Murcia, 1964 ), que ha elegido el Real Jardín Botánico de Madrid , donde asegura que ha pasado muy buenos momentos. Muchos de los árboles que aquí encuentra le transportan a otro lugar o le sugieren reflexiones profundas. Es el caso del longevo ciprés , que con sus 240 años es el veterano. «Me fascinan estos árboles que pueden vivir mil años . Sería maravilloso que pudieran contarnos cosas, aunque creo que en cierto modo nos las cuentan. Están aquí para sentarte a su sombra y reflexionar sobre la vida y el paso del tiempo». O para dar lecciones de tenacidad, tal vez, como demuestran las raíces de este ejemplar de 32 metros, que han sido capaces de interrumpir un tramo de escaleras. La dura piedra que cede ante la aparentemente más frágil madera. Toda una metáfora que hará pensar, como sugiere Ginés, a quien tenga un momento para dedicar a la «mera» contemplación.
Y, precisamente, las carrascas, pinos, olivos, palmeras y almendros que aquí contempla le transportan a su lugar de origen, allá en Murcia. En especial, los almendros le evocan otra estación, en la que a punto de extinguirse el frío invierno, estos árboles se transforman en centinelas del renacer: «Mi tierra es de almendros. Su flor es bellísima. Estar allí en febrero y verlos florecer es increíble», comenta con añoranza.
Pero Ginés no puede evitar en estos días un recuerdo especial para su tierra, que ha sufrido mucho con las últimas inundaciones, uno de los riesgos naturales más frecuentes en esta región , ya castigada hace un año por un terremoto. El impredecible Segura y sus principales afluentes , llámense ríos o ramblas, se caracterizan por su malévola irregularidad, que sobresalta a los habitantes de los núcleos cercanos con enormes y crueles crecidas que los inundan o con acusados estiajes que les llevan al borde la sequía . «Si hay un periodo de veinte o treinta años sin riadas, no hay que olvidar que vuelve a pasar. Debemos tener mucho cuidado para no tomar las tierras de las ramblas. Habría que repoblar la zona para que el suelo se pueda sujetar con las raíces. Hay que actuar de manera contundente para mitigar las riadas», reflexiona.
La historia se repite
La riada de este año ha afectado a la zona donde Ginés tiene su casa: «Son momentos muy duros para toda mi gente, para toda mi tierra. Es una historia que se repite, porque en el 73 , cuando yo tenía 9 años, hubo otra gran inundación, con 86 muertos. Se nos olvida lo fuerte que es la naturaleza y la importancia de cuidar el medio ambiente». Entonces se alcanzó un caudal máximo de 3.000 metros cúbicos por segundo y el agua alcanzó 15 metros en Puerto Lumbreras y 13 en Lorca . En esa ocasión las precipitaciones fueron de unos 250 litros por metro cuadrado. Y un 30% del caudal lo constituían los materiales sólidos arrastrados, lo que multiplicó la capacidad destructiva de las aguas. «La historia se repite. Antes o después la rambla pide las escrituras de lo que es suyo», se lamenta el actor.
Guiado por los árboles que desde el Botánico le transportan a sus orígenes, cuenta que su infancia la pasaba jugando en el campo, entre la huerta y la rambla. «He crecido y aprendido de eso». Y habla con orgullo del Cabezo de la Jara, un monte a 1.246 metros de altitud que guarda en sus laderas uno de los últimos reductos de carrascal mediterráneo en la Región de Murcia . «Es una zona muy rica. Desde que compré la tierra allí, he plantado muchos árboles, y me encanta verlos crecer. Me gusta el contacto de la tierra en las manos. Y la naturaleza de allí: encinas y carrascas, pinos, olivos, almeces... Es una zona donde me siento muy a gusto, y me hace mucho bien su contacto. Por eso vengo al Jardín Botánico siempre que puedo, porque sus árboles me transportan allí con la imaginación».
Aunque su conciencia «ecológica» despertó algo más tarde. «Tuve la fortuna de ir a Sudamérica a trabajar, cuando era bastante joven. Y pude tener una relación muy estrecha con la impresionante naturaleza americana. A partir de ahí tomé conciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente ». El Botánico no es el único refugio verde de Ginés en Madrid, que «tiene unos alrededores maravillosos, toda su sierra es impresionante. Cuando puedo me acerco a alguno de esos sitios. Hace unos años tuve la fortuna de rodar una serie para Antena3, en la zona de Miraflores de la Sierra» . En «Un lugar en el mundo» , interpretaba a Julio, neurólogo de prestigio que, tras la muerte de su hijo, decide dejarlo todo para instalarse en un pequeño pueblo. Dentro de la urbe, se decanta por El Retiro , «un parque maravilloso en el que suelo correr».
Tiempo de recoger
Si cualquier estación es bella para visitar el Botánico, el otoño es una de las preferidas del público en general y de Ginés en particular para acercarse a este museo de árboles. La otoñada tiñe de ocre las hojas de los árboles , que parecen casi un reflejo de la cálida luz anaranjada de esta época. Siguiendo la senda de los árboles singulares , que muestra los 18 más emblemáticos del Jardín, nos topamos con el centenario almez , que despierta la admiración de Ginés. A pesar del siglo y medio de vida que acumula está en plena juventud -puede alcanzar 6 siglos- y aún en edad de crecer y acercar sus 22 metros a los 30 establecidos como listón. Ahora nos ofrece sus frutos. Porque el otoño es eso, tiempo de recoger. También Ginés hace balance. La interpretación truncó una prometedora carrera deportiva: «Era muy buen deportista, jugué al fútbol y estuve convocado para la selección nacional juvenil». Pero su vocación estaba sobre las tablas: «Acabé el bachillerato y seguí este camino. Ser actor es una manera de estar en el mundo y comunicarme con los demás». Y desde entonces no ha parado.
Se siente especialmente orgulloso de haber interpretado a Don Juan Tenorio o Hamlet , aunque su papel ideal siempre está por llegar, asegura. Sus fans pueden verle estos días en Las Naves del Matadero en «Los hijos se han dormido», una versión actual de «La Gaviota» de Chéjov . Y aún está pendiente la emisión de la serie «Tres días de abril», en la que interpreta a Alfonso XIII . De su vida, podrían hablar algunos de los árboles que aquí viven.
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