Amor eterno a la camiseta

El gran precedente bilbaíno. Durante la década de los '90 Guerrero era el gran ídolo de San Mamés . Lo fue prácticamente desde que, tras diez años curtiéndose en Lezama, debutó en Primera División con tan solo 18 años. Su trayectoria inicial fue meteórica y esa misma temporada, pese a jugar de mediapunta y no de delantero centro, anotaría 10 goles. La siguiente, 18 tantos que le valieron la convocatoria para la Selección Nacional, con la que disputó el Mundial de EEUU.

En aquel momento, el joven Julen era probablemente la mayor promesa del fútbol europeo . Madrid y Barcelona llamaron a la puerta interesándose por él. Incluso se rumoreó que el AC Milan llegó a presentarle un cheque en blanco. Pero Guerrero prefirió mantenerse fiel a su equipo de toda la vida. En enero de 1995 firmó un contrato que lo ligaba al Athletic durante 12 temporadas, hasta que cumpliera los 33 años.

Guerrero se convirtió así en el emblema del Athletic. Fue prácticamente canonizado por la hinchada bilbaína, que siempre le brindó su apoyo. En lo deportivo, las cosas no le fueron tan bien: nunca rindió tan bien como sus primeros años y se quedó sin levantar ningún título. Eso sí, estuvo en el equipo que en 1.998 fue 2º de la Liga y disputó la última Champions League de los bilbaínos. Pero con el cambio de década comenzó su calvario. Dejó de ser titular indiscutible y tuvo que resignarse a contemplar varios partidos desde el banquillo. Las continuas lesiones agravaron su situación. Finalmente, entre lágrimas, tuvo que retirarse con 32 años en el verano de 2.006, un año antes de lo rubricado en aquel papel con el que proclamó su vinculación eterna al sentimiento rojiblanco .

Ni su evidente sobrepeso ni su afición a la cerveza evitaron que la afición de Southampton lo bautizará como «Le God» . Los hinchas, acostumbrados al mediocre nivel de un equipo que pugnaba por no descender, adoraban a aquel jugador aparentemente lento y pesado, pero al que su calidad innata y su instinto de gol convirtieron en uno de los mejores futbolistas ingleses de la década de los '90.

Durante prácticamente toda su carrera, Le Tissier fue tentado por los grandes clubes ingleses y extranjeros: Liverpool, Manchester United, Arsenal, Bayern Munich, Milan o Juventus intentaron ficharlo. Incluso el Chelsea llegó a ofrecerle «tanto dinero como para que la vida de sus hijos estuviera resuelta». Pero Matt prefirió mantenerse fiel a su filosofía: «Es fácil jugar en el Manchester United o en el Liverpool. Yo prefiero competir al borde del abismo, con presión, sacando a un equipo de bajar a Segunda. Jugar en los mejores clubes es un reto bonito, pero hay un reto mucho más difícil: jugar contra los grandes y ganarles. »

Su trayectoria se resume en 16 temporadas y 500 partidos defendiendo la camiseta del Southampton. Anotó más de 200 goles. Nunca ganó la Premier ni disputó la Copa de Europa. No le importó. Había «pasado un buen rato» .

El penúltimo gran «fantasista» italiano también se ha mantenido siempre fiel a unos colores . Y no a unos, como los de sus compatriotas Maldini o Del Piero, que te garantizan competir prácticamente siempre por los grandes títulos. Aunque se trata del equipo capitalino, la AS Roma es solo el 5º club en número de «tifosi» y solo ha conquistado 3 Scudettos y 9 Copas de Italia en su historia. Si hoy Totti se retirará y contemplará su palmarés con su equipo, solo vería 1 Scudetto y 2 Copas de Italia. No está mal, pero muy lejos de lo que probablemente merecería un jugador que ha sido Bota de Oro, Balón de Plata y probablemente uno de los 5 mejores jugadores del Calcio de la última década.

Pese a la escasez de títulos, el propio Totti declara que «no consigue imaginarme en otro equipo», ni sabe «como podría justificarse ante sus hijos». Y es que el amor por su club se ha impuesto siempre a las ofertas que ha recibido, algunas muy jugosas, como la que le hizo el Real Madrid cuando Arrigo Sacchi era el director deportivo. Pero Francesco nació en Roma y es «romano y romanista». Por siempre .