El «secreto» de Cáritas para conseguir empleos
El servicio de colocación de la ONG logra que el 16% de los que acuden a ella accedan a un puesto de trabajo, pero su labor va más allá, acompañando a todos en su búsqueda
m.arrizabalaga
El suelo del piso brilla como una patena, el orden preside la cocina, en las perchas cuelgan camisas perfectamente planchadas y el cuarto del bebé parecería auténtico si no fuera porque quien duerme en la cuna es un muñeco. En esta casa de la calle ... Francisco Silvela de Madrid no vive nadie, pero proporciona una nueva vida para decenas de mujeres sin trabajo que reciben allí una formación en servicio doméstico con la que sacar a su familia adelante.
El lunes 21 de mayo comenzaba en este centro del Servicio Diocesano de Empleo de Cáritas Madrid uno de los cursos que dará las herramientas necesarias a una docena de mujeres para encontrar empleo. «En el servicio doméstico no hay crisis, sigue siendo una necesidad imperiosa para familias con personas mayores dependientes o con niños, no alcanzo a devolver llamadas», asegura Astrid Salas , la responsable del taller.
Resulta hasta chocante escuchar que existe demanda de empleo en un país con cinco millones de parados. Cáritas acogió el año pasado a 80.417 desempleados y logró con su gestión que 13.148 de ellos, el 16%, consiguieran un puesto de trabajo , un porcentaje muy superior al logrado por el Servicio Público Estatal de Empleo (antes Inem). Y eso que el presupuesto del programa de empleo se vio reducido en casi seis millones, hasta los 27,1 millones de euros. ¿Cuál es el secreto del éxito del servicio de colocación de la ONG ?
«Tratamos a las personas como personas, no como números. Todo el que entra aquí tiene un nombre, unos apellidos y una historia», contesta Cristina López Heredia , coordinadora del Servicio Diocesano de Empleo de Cáritas Madrid. «No somos un Inem, no llamamos a la gente con ofertas de empleo, acogemos a las personas y las acompañamos en su búsqueda. Nuestro objetivo no es la colocación, sino el acompañamiento a las personas», añade.
«Una gota en medio del océano»
López Heredia considera que su labor es «una gota en medio del océano», eso sí, una gota necesaria. Cáritas Madrid logró que más del 17% de las 13.000 personas que llamaron a su puerta el año pasado hoy tengan trabajo. Y sin su ayuda, «habría 13.000 personas frustradas por no tener trabajo y además muy solas».
Mujeres de entre 25 y 45 años, inmigrantes y con pocos estudios forman el grueso de quienes recurren a esta vía para buscar empleo, pero cada vez hay más españoles que acuden a ellos, más de 31.000 el año pasado. Mercedes Aguirre, de 35 años, lleva en paro desde junio de 2011. Trabajaba como auxiliar administrativa en un despacho de abogados que recortó la plantilla. Después de casi un año sin una llamada del Servicio Público Estatal de Empleo, decidió apuntarse al taller de habilidades domésticas en busca de una salida. «Quiero trabajar y Cáritas sí que funciona bien», asegura la joven, sobrina de una trabajadora de la ONG de la Iglesia Católica.
«Yo ya sé hacer las cosas de casa, pero aquí te enseñan habilidades que no tienes y para todo hay que saber y practicar», explica Coral Carballo , otra joven madrileña que participa en el curso y que tampoco ha recibido ninguna oferta de trabajo tras más de un año apuntada en las listas del paro. Coral necesita un trabajo con urgencia: su marido, de origen marroquí, acaba de salir de la cárcel por lo que ni le dan papeles, ni puede trabajar, ni puede volver a su país, y tiene un niño de tres años y otro en camino.
Shirley Paguay dejó a un hijo de cuatro años en Ecuador con los abuelos para reunirse con su marido, que entonces tenía un empleo fijo en España. Economista de profesión, abandonó su trabajo como supervisora de cobros en una fundación en su país hace seis meses y hoy busca salir de su problema económico e insertarse en la sociedad de la mano de Cáritas.
Comparte pupitre con dos jóvenes recién llegadas de Nicaragua, que tratan de familiarizarse de forma exprés con las costumbres españolas a la hora de llevar una casa, de comprar y de cocinar. «Aún ando viéndolo bonito», dice Mayeli Carmona , de 24 años. En el curso se ha reencontrado con una amiga de la infancia, que vivía de niña en el mismo pueblo en Nicaragua, Claribel Bravo , que busca un trabajo al cuidado de alguna persona mayor porque, pese a la crisis, «el dinero de acá vale mucho allá». Bien lo sabe Marta Carranza , que a sus 42 años ha dejado a su marido con sus tres hijos en Honduras para trabajar duro durante tres o cuatro años en España para costear el tratamiento de quimioterapia de su madre enferma de cáncer.
Hasta el próximo 1 de junio aprenderán cómo limpiar y organizar una casa, cómo comprar y conservar alimentos, harán prácticas de cocina y les enseñarán desde el cuidado de un bebé a protocolo, tratamiento de manchas o costura básica.
Talleres más demandados
El taller de habilidades domésticas es uno de los cursos más demandados en Madrid por su rápida salida laboral, junto a los de manipulador de alimentos o los de auxiliar de peluquería y estética, pero hay de todo: cursos de español, de cuidado de enfermos, de informática, conserje, teleoperador... Todos son gratuitos y existen becas de hasta 400 euros por curso para personas que no podrían asistir a la formación sin esa ayuda.
Cáritas «ofrece sobre todo una cualificación a personas que en muchos casos no saben ni escribir, ni contar... ni hablar en nuestro idioma», apunta la coordinadora del Servicio Diocesano de Empleo. «Les ayudamos a ser autónomos para encontrar un empleo» .
En los Servicios de Orientación e Información para el Empleo (SOIE) distribuidos por los barrios, se acoge, se atiende y se escucha a la persona, se analiza cuáles son sus potenciales y sus debilidades y se le orienta hacia algún curso o se inicia la búsqueda de empleo en los sectores donde se ajuste su perfil. «Muchos llegan como si empezaran de cero diciendo que eran psicólogos o electricistas y yo pongo mucho énfasis en que siguen profesionales. Intento rescatar su pasado y su dignidad profesional», destaca Astrid Salas, una de las caras amables que les recibe al llegar.
Un ejército de 2.290 voluntarios y 574 personas remuneradas trabajan en esta «agencia alternativa de empleo» en los 374 centros de Cáritas repartidos por toda España que se subvencionan con los donativos que se recogen en las iglesias y con el porcentaje que les corresponde de la X en la casilla de fines sociales de la declaración de la renta. Solo en Madrid hay 700 voluntarios, como Juana Vea , una ama de casa de 49 años que tuvo que superar su pudor a hablar en público para compartir su afición a la cocina y convertirse en profesora. La experiencia en Cáritas «sirve para olvidarte de ti», explica agradecida: «Siempre que ayudas a alguien resulta gratificante y en mi caso, estoy haciendo lo que me gusta».
La tupida red de ayuda en la búsqueda de empleo se completa con empresas de inserción social, la asesoría fiscal de autoempleos o con microcréditos solidarios sin intereses para la puesta en marcha de pequeños negocios.
En la oficina de Cáritas de Francisco Silvela dos mujeres se despiden tras haber sido atendidas. El «hasta pronto» o «adiós» aquí se convierte en un «¡Suerte!».
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete