Hacia un subsidio de desempleo europeo
España es el país de la UE-27 con más peso del sistema de protección por desempleo en relación a todo el gasto social
francisco aranda
Nos acercamos a los 6 millones de parados, con un 24,4% de tasa de desempleo y la pregunta que está en el aire es hasta cuándo van a poder soportar las arcas del Estado esta situación de presión. Porque a ese gasto ingente en ... prestaciones por desempleo, hay que añadir lo que se deja de ingresar, necesario para sostener nuestro estado de bienestar. España es el país de la UE-27 con más peso del sistema de protección por desempleo en relación a todo el gasto social. Aquí dedicamos el 12,5%, mientras que la media de los países de la UE-27 es del 5,7%. Antes de que el sistema sea insostenible hay que buscar soluciones viables y socialmente aceptables.
Una de ellas sería un subsidio de paro europeo. Una idea que están desarrollando los prestigiosos economistas Pierre-Olivier Gourinchas y Jacques Delpla. En concreto, cada país contribuiría anualmente a un fondo europeo de indemnización del paro, en relación, por ejemplo, al 1% de su PIB. De esta forma, ese fondo europeo sería un complemento solidario a las prestaciones por desempleo nacionales ya existentes. Paralelamente a este subsidio se crearía un contrato europeo de trabajo que incorporaría las mejores prácticas de la zona euro basadas en la flexiseguridad. Y se trataría de un contrato único para el conjunto de los trabajadores.
No existe un marco laboral perfecto, pero la experiencia nos ha demostrado que no funcionan los entornos de trabajo más rígidos del sur de Europa o con dualidad entre trabajadores fijos y temporales (como el español especialmente). Esta modalidad no sería excluyente. En cada país miembro, en el momento de una contratación, la empresa estaría obligada a proponer las dos modalidades contractuales, es decir, tanto la nacional como la europea que, en caso de despido, estaría respaldada por el fondo europeo.
Este mecanismo permitiría resolver tres problemas importantes. En primer lugar, ayudaría a hacer flexibles de manera rápida los mercados de trabajo del sur de Europa, facilitaría transferencias de los países ricos a los países en recesión de la zona euro y, por último, ayudaría a homogenizar los mercados de trabajo. En el sur de Europa, sobre todo en caso de recesión, es muy complicado políticamente hacer flexibles los mercados de trabajo. Pero de esta manera se incorporaría el nuevo concepto de flexiseguridad ya instalado hace años en los países del Norte. Este subsidio europeo podría ser superior al que se abona, por ejemplo, en España. A cambio cada trabajador tendría una ficha formativa que estaría obligado a mejorar permanentemente (aunque no estuviera en el paro) y tendría que aceptar el primer empleo relacionado con su formación que se le ofreciera en la zona de influencia de su residencia. Además recibiría, a título meramente informativo, ofertas de empleo de cualquier país de la zona euro que, por lo tanto, no estaría obligado a aceptar pero sí a conocer. Esta propuesta permitiría superar los obstáculos políticos locales que están provocando una brecha cada vez más importante entre los mercados de trabajo del norte y del sur de Europa y avanzaría en la idea de la movilidad organizada en el mercado de trabajo de la zona euro.
Además, dicho mecanismo permite la instauración de transferencias europeas entre países en bonanza económica y los que se encuentran en recesión. Robert Mundell y Peter Kenen, en los años sesenta, ya alertaron de que, en caso de choque asimétrico negativo en un país de una zona monetaria, este choque debe ser compensado con una bajada de los precios y de los salarios en dicho país, con migraciones del país deprimido hacia otros y con transferencias de los países en buena situación económica al que está en recesión. Esta es la situación que tenemos en la zona euro. Para solucionarlo, los países del norte se niegan a financiar a fondo perdido a los países del sur de Europa que están en recesión pero, sin embargo, piden reformas radicales.
La propuesta responde a todas estas limitaciones: se trata de hacer transferencias de los países que tienen una mejor coyuntura a los países en recesión, a favor del grupo más deprimido que son los desempleados. Este mecanismo es perfectamente asumible por los países del Norte e implica una gran modernización de los mercados de trabajo. Teniendo en cuenta que Alemania y todos los países de la zona euro tienen interés en una reducción drástica del paro en España y otros países en recesión, esta propuesta, de ser aceptada, beneficiaría al conjunto de la zona euro y facilitaría un entorno laboral más globalizado, necesario ante una economía en constante movimiento.
*Francisco Aranda es vicepresidente de Fenac y Presidente de Asuntos Laborales de CEIM-CEOE
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