Frontera, ciudadanía y petróleo enfrentan a Sudán y Sudán del Sur pese al ultimátum de la ONU
Ante lo repetitivo e ineficaz de las amenazas, el conflicto continúa agravándose
EDUARDO S. MOLANO
Sudán del norte y del sur (elija el lector el orden de los factores que prefiera) continúan con su excelso juego del gato y el ratón. Pese a que este viernes termina el ultimátum otorgado por Naciones Unidas para el cese bilateral de ... la violencia, el conflicto entre ambas facciones continúa agravándose. Más aún, ante lo repetitivo e ineficaz de estas amenazas (la ONU solo habla de «sanciones» sin especificar) y lo intrincado de su ejecución.
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No en vano, solo un día antes de cumplirse la fecha límite, la Unión Africana (organización de excesiva mesura con el líder -y genocida- norteño Omar al Bashir ) ya aseguraba que Sudán había ratificado la hoja de ruta ofrecida por su Comisión al Gobierno de Jartum . En base a este acuerdo paralelo a Naciones Unidas, los dos países tienen hasta el martes para reanudar las negociaciones de paz, estancadas desde comienzos de año, y tres meses más para llegar a un acuerdo sobre la frontera compartida entre ambos países, así como solucionar la cuestiones sobre la ciudadanía y la participación compartida en los ingresos del petróleo .
Ambos países tienen tres meses para llegar a un acuerdo sobre la frontera compartida
No parecen debates sencillos. El pasado día 10 de abril, tropas del sureño Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán se hacían con el control de la región fronteriza de Heglig, enclave vital en las disputas económicas con su vecino (de esta zona, el norte obtiene la mitad de su producción diaria de crudo, 115.000 barriles). Sin embargo, solo diez días después, y según asegura a ABC el coronel Philip Aguer, portavoz militar de Sudán del Sur, los bombardeos desde el norte hacia esta posición, así como a otras localidades del estado de Unity, obligaban a la retirada de las tropas hacia el sur. Mientras, y de forma paralela, el conflicto en Kordofán del Sur (región también en disputa) se agiliza en las últimas fechas. Solo el pasado miércoles, 616 personas llegaron al campamento de refugiados de Yida, en el sur de Sudán, huyendo del hambre y la guerra que asuela la región conocida como las montañas de Nuba.
Hoja de ruta sin esperanza
Eso sí, y al margen de las disputas fronterizas, la situación de los otros dos temas capitales de la hoja de ruta de la Unión Africana -ciudadanía y petróleo- tampoco es mucho mejor.
Este sábado se cumple la fecha límite del plazo otorgado por el Gobierno de Sudán para que 12.000 sursudaneses que permanecen «varados» en el puerto fluvial de Kosti crucen la frontera o se enfrenten a la expulsión inmediata. «El coste mínimo de llevar a cabo esta operación sería de 4 millones de dólares y se necesitarían, por lo menos, cuatro meses para desplazar a todos estos retornados», reconoce Samantha Donkin, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones .
Dinero, no obstante, no parece faltar a Sudán. Recientemente Jartum reconocía haber abierto un concurso internacional para iniciar la exploración de hasta seis nuevos yacimientos petrolíferos en el país (en el caso de Heglig, la reserva se encuentra operada por un consorcio de China, Malasia, India y la propia Sudán).
De igual modo, en la actualidad, los acuerdos de paz de 2005 estipulan que Juba y Jartum se dividan los ingresos del crudo a partes iguales. Todo ello, pese a que desde el pasado 9 de julio, Sudán del Sur es un Estado independiente y el 75% de las reservas petrolíferas se encuentran en su territorio.
Y así, casi un año después, no hay negociación que valga.
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