Los «entretenimientos negros» de Greene
Ediciones RBA reúne en un solo volumen cinco de las obras del escritor británico
ANDRÉS AMORÓS
Publica ahora en un volumen Ediciones RBA cinco de las consideradas «novelas negras» de Graham Greene, en edición y con prólogo de Justo Navarro. Aunque su autor las considerara entretenimientos, divertimentos ( entertainements ), por carecer aparentemente de otras pretensiones intelectuales, la verdad es que ... son excelentes novelas, mantienen el interés del lector y han obtenido en el mundo entero —también entre nosotros— amplia popularidad; en buena parte, gracias a sus versiones cinematográficas.
El esquema policíaco admite muchas variedades. Fiel a su visión del mundo, Graham Greene lo utiliza elevándolo a metafísica, a símbolo de la condición humana, que intenta sin cesar resolver su enigma.
Brighton Rock (1938; en España, también llamada Brighton, parque de atracciones ) nació como una novela de detectives pero ese esquema le duró al autor cincuenta páginas: «Quizá debí quitarlas y publicar sólo a partir de la segunda parte», confiesa Greene en su autobiografía, Vías de escape . Enseguida, se impusieron los dilemas morales (el bien y el mal, el pecado) y los personajes ambiguos : un joven gángster que se queda siempre en ángel caído, en Peter Pan; una bondadosa joven regordeta... Ha sido llevada al cine en dos ocasiones; en 1947, con Richard Attenborough (en los Estados Unidos la llamaron El joven Scarface ), y en 2011, con la gran Helen Mirren.
No consideraba Greene El agente confidencial (1939) como un libro realmente suyo: lo escribió por las mañanas, en seis semanas, por motivos económicos, redactando dos mil palabras diarias —en vez de sus habituales quinientas—, con la ayuda de la Benzedrina. (Reservaba las tardes para El poder y la gloria , una de sus obras más ambiciosas). Al fondo de esta historia de perseguido / perseguidor, que llega a amar la justicia por sufrir la injusticia, está el eco de la guerra civil española. En la pantalla (1945), la encarnan Charles Boyer, Lauren Baccall y Peter Lorre.
El tercer hombre
Después de El ídolo caído , Alexander Korda le pidió a Greene una historia que tuviera lugar en la Viena de las cuatro potencias. Así nació El tercer hombre , «no escrita para ser leída sino vista», al son de la inolvidable cítara de Anton Karas. Cuando la comenzó, Greene sólo tenía en la cabeza una frase: «Di mi último adiós a Harry Lime hace una semana...» Y quería un final feliz, para que el público no se fuera de la sala, mientras Alida Valli se aleja lentamente...
El americano tranquilo (o impasible, de 1955) es «mi más directo reportaje», a partir de una terrible fotografía del Life : la explosión de una bomba, en el Saigón de la guerra con Ho-Chi-Minh.
Trabajó Greene a las órdenes del espía Philby, sintió simpatía por la revolución cubana: «En medio de los absurdos de la Guerra Fría, ¿quién aceptaría la supervivencia del capitalismo occidental como una gran causa?» De ahí nace Nuestro hombre en La Habana : una pesadilla kafkiana, que se balancea (como Los espías , de Clouzot) entre el humor y el absurdo total.
En estos negros entretenimientos está Graham Greene, sin duda, pero no está el mejor Greene, el de El fin de la aventura y El revés de la trama . Prefiero yo recordar al que viajaba por España, con Leopoldo Durán, bebiéndose los dos amigos dos botellas de vino de Ribeiro (blanco y tinto, a media mañana y media tarde) y otra de Marqués de Murrieta, por la noche, para visitar la tumba de Unamuno y discutir de teología, mientras concebía Monseñor Quijote...
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