Música
Franco de Vita: «Los músicos latinos somos los mejores del mundo»
El cantante y compositor venezolano publica en España «En primera fila», con sus éxitos interpretados en directo
pablo m. pita
Hubo una generación de músicos que, comenzando desde prácticamente la nada, abrieron el camino para que el pop latino sea lo que es hoy. Uno de esos artistas es Franco de Vita, venezolano, hijo de emigrantes italianos, que publicó su primer disco en solitario en ... 1984. A partir de ahí, construyó una carrera pavimentada con más de veinte millones de copias vendidas, y que ha hecho de los estadios el lugar natural para escuchar sus canciones en directo. Sin embargo, no es lo que va a ocurrir con el CD+DVD que publica ahora en España. «En primera fila» contiene sus grandes éxitos, más dos temas nuevos, grabados ante una audiencia formada por 400 personas. Así que su presentación tendrá lugar en teatros, buscando esa cercanía con el público.
-¿Cómo se planteó esta revisita de las viejas canciones?
-Es un concepto de la compañía, Sony, que ya había hecho antes con otros tres artistas. Cuando me lo dijeron me pareció fantástico, porque ya lo había propuesto yo hace unos diez años, pero en aquel momento no interesó. Es un asunto bastante comprometido, porque se trata de volver a grabar éxitos que la gente tiene en la memoria, que ya sabe cómo suena la guitarra, que sabe cuándo entra el solo de batería... Pero por otro lado son canciones grabadas hace veinticinco años, y bueno, suenan a aquella época, porque caías en el formato de sonido que se usaba en ese momento. Entonces ahora tienes la posibilidad de traer esos temas, refrescarlos, arreglarlos de nuevo, pero sin cambiar la melodía de la voz, porque entiendo que al público no les gusta, para que puedan seguir cantando la canción como la conocen.
-¿Cómo fueron esas sesiones con espectadores?
-Es algo diferente. Uno está acostumbrado a un poco más de público de lo que había ahí, y no te creas, cuando hay menos gente es más difícil, más comprometedor, pero al mismo tiempo es más cálido, más cercano. Aunque en este caso no se aprecia tanto, porque mientra grabábamos había cámaras, y cuando terminabas una canción había que parar para arreglar una luz, secar el sudor... Fue difícil, porque a mí no me gusta tener espacio entre canción y canción, me gusta el ritmo [chasquea los dedos], para no bajar la intensidad. Pero bueno, el público fue bastante paciente, lo aceptó bien y nos ayudó bastante.
-¿El repaso te ha mostrado una línea coherente en tu carrera?
-Bueno, yo en principio he sido muy firme en mis ideas musicales. Por ejemplo, nunca he sacado un disco si no creía firmemente en él, ni he puesto una canción que no creyera en ella. He tenido muchos conflictos con las compañías, porque muchas veces me decían: «Oye, necesitamos el disco ya», y yo respondía «No, no estoy listo, tenemos que esperar». Siempre me he tomado mi tiempo y creo que eso ha sido positivo. Además soy un radioescucha fanático. Todo el tiempo estoy escuchando la radio, me interesa todo tipo de música, en español, en italiano, en inglés... en cualquier idioma. Entiendo que eso me alimenta muchísimo, y en el momento de componer eso aparece, inconscientemente. Eso ha sido un recorrido de todos estos años, tratar siempre de alimentarme de los demás compositores. Y les doy las gracias por ello.
-En ese sentido, vivir en Venezuela pudo resultar una ventaja, al estar en medio de un sinfín de ritmos...
-Creo que sí. Además, parto de un principio, y es que la mayor parte de mis músicos tienen que ser venezolanos, porque son capaces de tocar lo que sea: jazz, rock, latino... Esto ocurre sobre todo en la franja caribeña, en Venezuela, en Cuba, en Puerto Rico, Santo Domingo. Yo prefiero esa clase de músicos, porque yo soy así, puedo salir con cualquier cosa. Me gusta experimentar, tirarme al agua y coquetear con los géneros. No quiero encasillarme. Durante muchísimos años decían que yo era el baladista, el cantante de la cancioncita de amor y punto. Sí, perfecto, pero también puedo hacer otras cosas, afortunadamente.
-También se nota mucho la vena italiana.
-Cuando viví en Italia [de los tres a los trece años] la canción italiana era la que predominaba, y poco más se escuchaba. Pero cuando regresé a Venezuela, aquello era un mundo. Salsa, merengue, pasodoble, cumbia, rock, soul... una cantidad de cosas que me tuve que apurar, me había quedado atrás.
-¿De qué salud goza el pop latino?
-Somos los mejores del mundo, justamente por eso, porque tenemos un conocimiento musical tremendo. Creo que los británicos son muy buenos en lo que hacen, pero no salen de ahí. En cambio, te das un paseo por Latinoamérica o por España misma, y en una sola canción puedes recorrer un sinfín de lugares del mundo, y creo que eso es lo interesante del pop latino. Hay quinientos mil géneros. Muy pocos continentes tienen esa riqueza. Sobre todo la gente joven que tiene más libertad de poder combinar, mezclar y experimentar. Están haciendo maravillas. Y digo ellos porque nosotros tuvimos otro papel. En Argentina sí se hacía rock, pero llevarlo a otros países era difícil. En Ecuador, Perú o Venezuela tenías que hacer salsa o balada [Franco de Vita comenzó su carrera con dos bandas rockeras, Corpus e Ícaro]. Las radios te daban pocas posibilidades si ibas con las guitarras o la batería un poco subidas. Lo asociaban a droga, a mala vida. Era la época de Camilo Sesto, de Nino Bravo, un género mucho más liviano. Tuvimos que ir poco a poco. En cambio, ahora es posible aprovechar esas puertas que mi generación tuvo que abrir en su momento.
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