Un décimo que evita un desahucio

Ayer, al mediodía, esa misma clienta, cuyo nombre desconoce, recorrió cerca de 100 kilómetros «en guagua» para comprobar que efectivamente había sido agraciada con 50.000 euros. «No se lo creía. Vino aquí con sus niños para que se lo confirmásemos», explicaba. Permaneció media hora con José María en la oficina. Media hora sin parar de llorar tanto la afortunada como el lotero. «En los 30 años que llevamos trabajando hemos dado más de 30 premios grandes, muchos a gente necesitada, pero sin duda, el de esta colombiana es el que más feliz me ha hecho y el que más me ha emocionado», aseguraba José María.

«Gracias a Dios», repetía una y otra vez sin dejar de llorar la mujer mientras sus hijos sonreían contentos. La premiada pidió consejo a José María sobre qué hacer con el dinero. «Adminístrelos muy bien, le advertí. Ella asintió y dijo que los iba a gastar poco a poco. Pagará las deudas de su hipoteca». Mientras se vivía esa sobrecogedora escena en «El Gato Negro», los banqueros esperaban ansiosos en la entrada. La colombiana no quiso hacer negocio: «Guarde usted el décimo. Ya vendré y veré lo que hago», le confió la mujer a José María, quien sorprendido exclamaba ayer: «¡Es increíble la humildad de esta mujer. Depositó su confianza en mí sin conocernos de nada!».

Antes de que la agraciada regresara a su casa, José María le recomendó: «Aproveche y vaya usted a un restaurante con sus hijos». El lotero sostenía que no creía que en su vida ni los niños ni la mujer hubieran comido en un establecimiento. Pese a que El bar Palma, ubicado en la carretera general de La Victoria de Tenerife, devolvió algunos 02184, repartió 7,5 millones de euros entre sus clientes.

El Tercer Premio se vendió en 52 administraciones de trece Comunidades Autónomas. En la número 19 del centro comercial Parquesur de Leganés y en la 285 de Puente de Vallecas, ambas en Madrid, era la primera vez que daban un premio de Navidad. «Antes de que saliera he tenido un pálpito de que íba a ser nuestro», expresaba eufórica de alegría Rosa María Flores, dependienta de la 19. Su jefa y dueña del establecimiento, Leonor Cremades, aseguraba que era el primero de Navidad que daban en 25 años de actividad.