Los siete pecados capitales del gobernador
Algo se ha torcido en la recta final del plan de Ordóñez para la banca, aunque podría ser la suma de años de errores
MONCHO VELOSO
Bastó un día para que el semblante de Miguel Ángel Fernández Ordóñez cambiase. El gobernador del Banco de España, empujado por el Ejecutivo, había movido los hilos necesarios para que las cajas de ahorros enderezasen su reestructuración y recapitalización; hasta los mercados —salvo Moody's, ... siempre Moody's— le venían a decir que, al fin, podía esbozar una tímida sonrisa. Expresión que mudó de nuevo cuando el miércoles Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura rechazaron como socio a la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y el proyecto de Banco Base, que se perfilaba como la futura quinta entidad del sistema bancario español, se desmoronó.
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Las preguntas en el aire son ahora muchas. ¿Qué va a pasar con el «agujero» cavado por la caja levantina? ¿Cómo afecta este traspié al futuro del sistema financiero español? ¿Y a la imagen de España? Y en los corrillos la pregunta es si se puede culpar de algo al gobernador.
1. Confianza
No quiso ver la realidad
Cuando en 2008 los cimientos bancarios de medio mundo se tambaleaban —si no se habían derrumbado ya—, Ordóñez sacó pecho. España tiene el mejor y más sano sistema financiero, vino a decir una y otra vez, en línea con las proclamas del Ejecutivo socialista. «Y en cierto modo era y es así», dice José María Martínez, secretario general de la Federación de Servicios Financieros y Administrativos de CC.OO.
El Banco de España lo confió todo a su aplaudida y previsora política de los años anteriores al estallido de la crisis. Durante la etapa de bonanza, el regulador español obligó a la banca a realizar multimillonarias provisiones anticíclicas y prohibió que «cocinasen» productos tóxicos como hipotecas basura. «Pensó que con eso bastaba, pero sólo ganó tiempo», dice Fernando Fernández, profesor del Instituto de Empresa. «Además creyó que la recuperación económica iba a ser más rápida y que iba a permitir cubrir los posibles problemas de capital de las entidades», explica Fernández.
2. Omisión
Prefirió ser «ministrillo» de Economía
Así explican los economistas su lentitud a la hora de diagnosticar y tratar el virus que se estaba gestando en el seno de bancos y cajas. «Es que siempre se preocupó más de rectificar al Gobierno o decir a los sindicatos cómo debíamos actuar que de sus tareas, que son la supervisión del sistema financiero», critica José María Martínez. «Lleva dentro a un ministro de Economía», apunta el responsable de la central sindical Comisiones Obreras. «El caso español ha padecido un retraso evidente en la atención a los problemas de las Cajas de Ahorros», dice Juan José Toribio, presidente del Centro Internacional de Investigación Financiera del IESE Business School.
3. Sectarismo
Se guió según su doctrina
Cuando en 2006 fue nombrado gobernador del Banco de España a propuesta del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y en sustitución de Jaime Caruana, el Partido Popular se opuso por considerar que era un candidato «no consensuado» debido al malestar que generaba su «alto perfil político».
A día de hoy no pocos mantienen ese retrato de Ordóñez. «Este gobernador, que no el Banco de España y sus técnicos, ha sido el más rígido con respecto a sus prejuicio y a cómo tenía que hacer las cosas», dice Martínez. «Es muy sectario. Desde la doctrina que profesa, es poco flexible. Actúa según su propia ortodoxia», añade. ¿Y qué fue lo que hizo?
4. Partidismo
Bajo el yugo del Gobierno
El Banco de España era consciente de los riesgos en que estaba incurriendo el sistema financiero español. De que bancos y cajas se estaban exponiendo en exceso al sector del ladrillo. Y así lo advirtió en numerosas ocasiones. En septiembre de 2003, bajo el mandato de Jaime Caruana, los técnicos de la calle Alcalá informaron a través del Boletín Económico de que los precios de la vivienda se situaban «por encima de su nivel de equilibrio». Y avisaron de que los inmuebles podrían estar sobrevalorados hasta en un 20%. «MC0»Era una clara advertencia a bancos, cajas y al propio Gobierno de que había que poner freno a esa incipiente burbuja. Años más tarde, Ordóñez repitió las mismas advertencias.
Pero los ministros de Economía, Rodrigo Rato y Pedro Solbes, rechazaron tal burbuja en 2003 y 2007. Hasta Emilio Botín, presidente del Santander, negó la mayor: «No hay burbuja», dijo en su momento. El regulador no tuvo suficiente mano dura como para enfrentarse a los gobiernos de PP y PSOE y atajar esa carrera hacia el abismo. Que el Banco de España actuase suponía detener el motor de crecimiento económico de España y un alto coste electoral para el Ejecutivo de turno.
Así se puso el yugo político primero a Caruana y luego a Ordóñez. Renunciaron a su autonomía —reconocida por Ley— y se arrodillaron ante el poder político. «Caruana, que estrenaba la independencia del organismo, tuvo parte de culpa; pero el que de verdad tuvo la oportunidad de hacer algo fue Ordóñez», dice Martínez, quien le achaca «falta de coraje» en ese lance.
5. Lentitud
Cuando se dio cuenta, llegó tarde
«El problema es que esta reestructuración y recapitalización debería haberse hecho hace tres años», denuncia Juan Iranzo, director general del Instituto de Estudios Económicos. Ordóñez dejó correr el asunto hasta que en mayo de 2009 quebró Caja Castilla-La Mancha y el Banco de España tuvo que intervenir esta entidad. «Pero tendría que haberlo hecho mucho antes», dice Iranzo.
Es la crítica a Ordóñez más repetida. Que actuó tarde. «Hemos perdido dos años, con el coste de imagen para el sistema y el país que eso implica», señala Fernández. «Se tenía que haber tomado medidas cuando en Estados Unidos, en agosto de 2008, quebró Lehman Brothers; pero el Gobierno negó cualquier problema o crisis», dice Martínez, quien lamenta que el proceso de reforma del sistema financiero no comenzase a principios de 2009. «Cuando se empezó a hacer en el resto de mundo», dice.
6.Continuismo
Menos cajas, las mismas de antes
Tras la intervención de la caja castellana por el regulador, el Ejecutivo puso en marcha el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y el Banco de España animó a las cajas a acogerse a él para fusionarse con otras y reducir así el sobredimensionado mapa del sector. Ordóñez quería menos entidades pero más grandes. «Otro error, porque ser más grande no es sinónimo de ser más solvente», dice Fernández. «De hecho, había cajas pequeñas y medianas, como Cajastur, que podrían haber seguido solas», pone de ejemplo.
Sin embargo, ese nuevo mapa de entidades no parece cerrado, menos aún después del episodio de Banco Base. «Es que Ordóñez no supo oponerse a la instrumentalización política de las cajas», culpa Fernández. Esto es: no empujó a las cajas a su despolitización y a su desregionalización. «Y en sus consejos siguen los mismo consejeros que llevaron a las cajas a esta situación», denuncia Martínez, quien avisa de que todavía no se han depurado responsabilidades.
7. Incertidumbre
¿Problema de tamaño o de capital?
A finales de 2010, el proceso cambia de rumbo. El Gobierno y el Banco de España pasan de pedir una reducción de la capacidad del sistema a requerir a las entidades más capital. Algunas que habían cumplido con el primer paso montaron en cólera ante la nueva exigencia. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, impuso a las cajas un segundo plan, el de la recapitalización, con una amplia variedad de posibilidades y que en el fondo condena a las cajas a la bancarización o, en el peor de los casos, a la nacionalización.
«Tampoco es bueno darles un abanico de opciones», dice Fernández, quien cree que el Banco de España sólo vio un problema de liquidez donde el lastre era ya realmente la solvencia. «Habría que haber forzado a las entidades a la privatización», propone. «Tenemos por delante meses si no años de reestructuración del sistema, en especial de las cajas», dice Toribio. Y añade: «Con unos costes sociales importantes».
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