champions league | grupo b
Champions League: El Madrid se agarra al clavo ardiendo de Cristiano
Los blancos pasaron apuros ante una Juve de calidad que se vio sobrepasada por una temprana expulsión y la pegada de la estrella portuguesa
josé manuel cuellar
Un partido muy serio en el Santiago Bernabéu. Un morlaco de verdad delante, con los pitones bien puestos y Pirlo dispuesto a sacar la varita de dirigir. En ese 4-1-4-1 que dispuso la Juventus, el fútbol se le atragantó al Madrid. Un ... equipo que le peleó la posesión gracias a tener a un sabio en el centro. Sí, sabio y solitario, cual anacoreta. Se le supone a Ancelotti conocimiento del rival y, como tal, lo anunció en la víspera: «Que se prepara Pirlo que le voy a poner dos mastines». Debió ser una broma porque el que debía seguirle era Benzema, que de mastín tiene poco. Ya dijo Mourinho que era más gato que otra cosa y, desde luego, no está ni para perseguir la sombra del italiano, que metió en problemas al Madrid.
Los blancos, todo hay que decirlo, salieron con la misma actitud e intensidad que ante el Málaga, pero la Juventus es mejor, tiene grandes jugadores en el centro y arriba y, cuando tocaba, mantenía el balón. Además, de media cancha hacia arriba creaba peligro con el talento de Tévez y la libertad de Pirlo, que ponía el balón donde le decía su ojo, que es viejo pero sin una sola dioptria, que este nació con la misma visión que Ozil.
Jugadores clave
En el toma y daca en que se convirtió el partido con equipos tan equilibrados decidieron los de siempre: Casillas y Cristiano. El primero con dos paradas oportunas y el segundo con sus goles y su hambruna.
Tévez, que es muy apache y muy guerrero, trajo en jaque a la zaga blanca, pero no pudo con Íker, que puede estar cinco años sin jugar y parece que lo hiciera ayer. Arriba, Cristiano tenía sangre en la mirada, esa que le sale en los partidos grandes. Por ahí enfocó al bueno de Buffon y decidió cargarle de pesares y goles. Dos le hizo en la primera mitad. El primero en un formidable pase de Di María al que le puso un sello de maestro (regate final sin tocar el balón), y el segundo en un penalti.
Hablemos del penalti. Una de Chiellini, de esas que suele hacer con la Juve, con Italia y con el equipo del barrio que se pusiera. Chiellini sale al campo y juega al fútbol como si no hubiera reglas, como si jugase al rugby en lugar de al balompié. A Sergio Ramos le metió un placaje que era de quedárselo y llevárselo a casa ante la mirada feroz de Pilar Rubio. No le agarró y le soltó al instante como se suele hacer en esta clase de jugadas. Le trincó del cuello y del pecho, lo volteó y lo aplastó contra el suelo como si fuese lucha libre. Eso sí, luego se puso las manos en la cabeza gritando aquello de «porca miseria». Hay gente que vive en mundos paralelos.
En suma, que el Madrid se fue al descanso con pequeña ventaja en el luminoso, pero mucha igualdad en el juego, con las espadas muy altas para el segundo tiempo.
Roja vital
Las dagas las bajó el árbitro al minuto 3 de la segunda parte al ponerse demasiado solemne y estirado con un palmeo de Chiellini en la cara de Cristiano. Vale, que era falta y amarilla, pero la roja parecía, a todas luces, excesiva. El problema es que, claro, era Chiellini y con esa fama que se ha ido gestando partido a partido...
Así que, más o menos, el encuentro quedó zanjado. El Madrid ya pasó a dominar totalmente y a jugar mucho más cómodo atrás, cuando hasta entonces había pasado las de Caín con los ataques turineses.
Con la Juve bloqueada y el Madrid atacando, dos jugadores quedaron señalados. El primero Benzema, al que el Bernabéu miraba con recelo añorando la presión de Morata, cuando falló un gol a un metro de la puerta. La mandó fuera y el graderío bramó de ira. Luego lo haría al ver la payasada de Vidal (jugador sobrevaloradísimo) que casi saca petróleo del campo en un patadón tremendo al suelo y, encima, con toda la jeta del mundo, se puso a pedir penalti de la forma más cínica. Menudo pájaro... Eso sí, quedó retratado ante el mundo entero.
También quedó retratado el Madrid, que ante diez no fue capaz de controlar el choque. Incluso dejó de tocar, se apagó y pasó apuros hasta el final.
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