Los herederos de Chávez se aferran al poder por un tiempo indefinido

Primero la Asamblea de Venezuela «autorizó» al presidente «a tomarse todo el tiempo que necesite» para recuperarse de su grave enfermedad. Y ayer el Tribunal Supremo -que ha sido convenientemente purgado de los miembros menos ligados al poder- ha dado un margen de maniobra total al chavismo, al dictaminar que «no es necesaria» una nueva toma de posesión del presidente, dado que no existe interrupción en el ejercicio del cargo.

«Chávez está ausente con autorización de la Asamblea Nacional por razones de salud; no hay falta temporal ni falta absoluta; no es necesaria una nueva toma de posesión porque hay continuidad en su condición de presidente reelecto y no existe interrupción en el ejercicio del cargo; la jura se realizará una vez termine el motivo sobrevenido, el Gobierno -presidente, vicepresidente, los ministros y demás órganos y funcionarios de la Administración- puede seguir en funciones», señala la sentencia.

La decisión fue rechazada por la oposición y por la Conferencia Episcopal de Venezuela. La alianza Mesa de la Unidad Democrática (MUD) envió una carta a la Organización de Estados Americanos denunciando lo que calificaron de «fraude constitucional». Por su parte, el diputado opositor Tomás Guanipa, secretario de Primero Justicia, afirmó que «hay un problema interno del Partido Socialista Unido de Venezuela. Que ellos no quieran que Diosdado (presidente de la Asamblea y aparente rival del vicepresidente Nicolás Maduro) sea encargado del país, pues no es culpa nuestra, pero es lo que dice la Constitución, aunque no nos guste Cabello». La oposición, subrayó, «activará todos los mecanismos necesarios para que se reactive la vigencia de la Constitución».

Pero lo cierto es que la oposición ha moderado notablemente su estrategia. No va a apoyar la convocatoria de un «paro cívico», pero sí la celebración de manifestaciones puntuales para protestar contra la violación de la Constitución.

El primero en llegar ayer a Caracas para la ceremonia de apoyo al convaleciente Chávez fue el vicepresidente cubano, Miguel Díaz Canel. Después llegaron el presidente de Uruguay, José Mujica; el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño; el argentino, Héctor Timerman, y el expresidente de Paraguay, Fernando Lugo. Todos ellos participarán en la ceremonia de aclamación que se celebrará hoy frente al Palacio de Miraflores, sede del Gobierno venezolano.

Los preparativos para la ceremonia de respaldo de Chávez incluyen fuertes medidas de seguridad policial y militar. Ayer las calles de Caracas eran custodiadas en cada esquina por policías y milicianos en grupos de a cuatro. Asimismo motoristas armados con fusiles patrullan las calles en una imagen nunca vista hasta ahora.

Así las cosas, varios mandatarios iberoamericanos planean visitar en los próximos días a Hugo Chávez en su hospital de La Habana, donde previsiblemente intentarán conocer el estado de salud del presidente. Entre otros, el presidente peruano, Ollanta Humala, pidió ayer permiso al Congreso para viajar el viernes a Cuba. La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, tiene previsto trasladarse mañana a la capital cubana, en la primera escala de una gira internacional. Asimismo, fuentes oficiales uruguayas adelantaron la posibilidad de que el presidente José Mujica se traslade también a La Habana desde Caracas.

El proyecto enviado por el Ejecutivo peruano indica que Humala viajará a Cuba para actividades sobre cooperación bilateral, sin mencionar una visita a Chávez. Eso sí, Humala no estará hoy en Caracas, donde algunos mandatarios, como el boliviano Evo Morales y el uruguayo Mujica, participarán en los actos en apoyo a Chávez y sus herederos.

Asimismo, los obispos y arzobispos de Venezuela han recomendado al Gobierno que cree una junta médica integrada por «reconocidos profesionales» para «despejar las incertidumbres» sobre la salud del presidente Chávez, informa Ep. Pero el Tribunal Supremo rechazó la idea, al señalar que «no se plantea» la formación de ninguna junta médica que dictamine cuál es el estado real de salud del jefe del Estado.