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Enrique Solís: «Soy muy diferente de la gente de Sevilla»

Es el único hijo del marqués de la Motilla que no heredará título nobiliario

Enrique Solís: «Soy muy diferente de la gente de Sevilla»

beatriz cortázar

Hijo del marqués de la Motilla y Carmen Tello , Enrique Solís es el pequeño de cuatro hermanos. A pesar de vivir en Madrid no ha perdido ni el acento sevillano ni la espontaneidad de sus palabras. Encantador, Solís ya conoce el sabor de la fama, aunque lo suyo son los negocios. Por segundo año ha participado en la edición -la quinta- de la Land Rover Discovery Challenger.

«He tenido una vida muy agraciada. Doy gracias a Dios por los valores que me han dado mis padres y que hoy mantengo. Son unas personas excelentes pero muy diferentes. Pienso que de mi padre he heredado la prudencia, mientras que de mi madre tengo la intuición de ir siempre por delante», confiesa.

Enrique sabe que sus palabras se contradicen con su presencia mediática. No en balde, es el único hijo del exmatrimonio que aparece en los medios, algo que sus hermanos evitan. «Aunque las circunstancias me han hecho tener cierta presencia mediática, mi forma de ser es de tener los pies en la realidad y no querer llamar la atención», asegura.

Lo que Enrique tiene es mucha sinceridad en sus palabras. Por eso reconoce: «Necesitaba irme de Sevilla porque pienso que soy muy diferente de la gente de allí, en cierta forma me sentía como un pájaro enjaulado que necesitaba volar», dice. Después de terminar el colegio en Sevilla, estudió en Madrid los dos primeros años de Administración y Dirección Internacional de Empresas, y trabajó entre París, Nueva York y Londres, para completar la carrera de nuevo en Madrid. El resultado es que hoy habla inglés y francés perfectamente. Junto con sus tres hermanos y un socio ha creado una cadena de hoteles en Madrid. «Nuestro eslogan es que somos un hotel espontáneo, irrepetible y único que además impulsa el arte», anuncia. «Cada hotel es diferente, se buscan edificios muy singulares, con especial atención al diseño. Promovemos concursos de arte en nuestros establecimientos para descubrir nuevos talentos». A pesar de pertenecer a una de las familias de más abolengo y fortuna asegura: «Trabajo porque tengo que ganarme la vida. Cada vez que escuchaba a personas decirme que para qué estudiaba, más me esforzaba».

En su familia la duquesa de Alba es alguien muy cercano, y él la ve como «una persona genial», de la misma manera que habla con muchísimo cariño de Curro Romero, el marido de su madre. «Es único, un ejemplo a seguir tanto dentro como fuera de la plaza», reconoce. Defiende su educación religiosa «porque genera una mente y una tranquilidad más positiva». Precisamente de religión es de lo que más habla con su amiga Tamara Falcó, a quien conoció hace un año en la anterior Challenger.

-¿Y no le cansa que siempre le pregunten por su relación con ella?

-No es que me moleste, pero es verdad que tengo que convivir con eso porque Tamara es alguien muy conocido. Congeniamos, me encuentro muy bien cuanto estamos juntos, pero a día de hoy solo puedo decir que somos amigos.

Tal vez esa prudencia se deba a su forma de ser. «Me enamoré de adolescente y lo pasé tan mal que desde entonces cambié. Creo que en este momento no sería capaz de dar a una mujer lo que me exigiría. Pero que conste que soy tradicional y en el futuro me encantaría casarme y tener hijos. Creo que es fundamental para tener una vida plena», cuenta. Será el único hijo varón del marqués de la Motilla que se queda sin título, ya que hace años su padre decidió repartir con su hermano. «Me haría ilusión por todo lo que representa mi familia, pero también es cierto que tener un título con mi personalidad no tendría sentido», sentencia, rotundo.

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