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OPINIÓN

«Que siga haciendo el idiota»

Un idiota es todo lo que quedará cuando ya sus numeritos cansen y se apaguen las cámaras

Carles Puigdemont, ayer tras su participación en el debate de la Universidad de Copenhague EFE
Salvador Sostres

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El independentismo ha logrado doctorarse en vacilarle a España. Nadie en el mundo civilizado consigue hacerle tan soberbias pedorretas a un Estado.

Tal como en Tom y Jerry el gato tiene la misión, propia de su condición, de cazar ratas, la mismísima razón de ser de España es mantener su integridad, su unidad de destino en lo universal. El ratón Jerry, como el independentismo, no tiene en cambio ningún propósito concreto y sólo busca burlarse del gato, porque ni Esquerra, ni Convergència ni siquiera la CUP se han tomado nunca en serio la independencia y simplemente se divierten colándole urnas al Gobierno, y banderas, y grotescos viajes al extranjero.

Éste es el espíritu del viaje de Puigdemont a Dinamarca. Para darle épica, sus abogados dijeron que veían su detención «muy probable» cuando todo el mundo sabía que era no más que una burda provocación para enredar al Gobierno y poder votar sin regresar a España, reclamando el voto telemático como si fuera Junqueras, que está en la cárcel porque en lugar de huir como la rata -Jerry- se quedó en Cataluña para dar la cara.

«Nadie puede entender cómo los catalanes continuaron votando en diciembre confrontación estéril»

Evidentemente el juez Llanera no ha caído en la artimaña independentista. Puigdemont suele olvidar, y este olvido va a ser su ruina, que pese a los errores que pueda cometer un Estado, en la realidad, a diferencia de los dibujos animados, los gatos acaban siempre matando a las ratas. A veces ni se las comen y simplemente juegan, como con un muñeco, con su cadáver.

El Gobierno está tranquilo. Nadie puede entender cómo los catalanes continuaron votando en diciembre confrontación estéril, atraso económico y farsa sin otro destino posible que la cárcel. Pero en cualquier caso, ni al presidente Rajoy ni a las demás instituciones del Estado les va a temblar el pulso en su compromiso con la Ley, la libertad y la democracia.

«Que siga haciendo el idiota», comentó ayer un ministro sobre la excursión a Dinamarca. Y es exacto. Un idiota es todo lo que quedará cuando ya sus numeritos cansen y se apaguen las cámaras.

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