crimen de santiago
Flores en el cumpleaños de Asunta
Sus compañeras de pupitre recordarán así a la «sonriente y feliz» niña de doce años
lidia rey
Asunta habría cumplido 13 años mañana . Patricia, Natalia, María y las dos Andreas, sus compañeras de aula, no quieren perder la ocasión de recordarla en un día tan especial. Andrea, su amiga inseparable, quiere «llevarle flores al sitio donde está» . Cree ... que «con sus padres en la cárcel, no irán muchas personas a llevárselas». La muerte de la pequeña marcó un antes y un después en el curso de tercero de secundaria del instituto santiagués Rosalía de Castro . Los cinco minutos de silencio guardados el pasado lunes en el claustro del centro servirían de antesala del melancólico ambiente que se respira en el Rosalía.
La alumna que ya no está tenía varias pasiones. El deporte, la danza o la escritura eran algunas de ellas. Esta última fue la afición que la llevó a redactar un blog en el que fantaseaba con historias «embrujadas» , algo singular para una niña de apenas doce años, que iba un curso por delante debido a su capacidad intelectual. Alegre, sonriente y muy activa, «siempre estaba riendo o saltando» . Así es como recuerdan sus compañeros a Asunta. Compartían pupitre, risas y aventuras. Pero desde el pasado lunes, por los pasillos del compostelano Rosalía de Castro ya no corretea esta pequeña de origen chino. En la entrada del centro, dos rosas blancas recuerdan a aquella brillante estudiante que el pasado sábado perdía la vida, supuestamente a manos de sus padres, detenidos «por homicidio y posible asesinato» .
¿Broma macabra?
«Mira mamá, qué macabros mis compañeros». Una de las alumnas del Rosalía enseñaba a su madre una conversación de Whatsapp que mantenía con sus compañeros. Divagaban sobre esa misteriosa desaparición de una niña de doce años en Santiago . Era sábado, y la información llegaba a cuentagotas. El nombre de Asunta Basterra comenzó a sonar como el de aquella niña que se echaba en falta en la capital gallega.
Sus compañeros no querían creerlo. Tampoco podían. Todo aquello les sobrepasaba. «Tenía que ser una broma», deseaban los niños. Pero con el paso de las horas la trágica noticia se confirmaba. «Yo me enteré por la tele, pero no quería creérmelo . Cuando llegué el lunes a clase comprobé que era cierto». Andrea, la amiga de Asunta se emociona al recordar lo vivido.
Miedo y protección
En los últimos días, el miedo se apoderó de los pequeños y el afán protector hizo lo propio con sus padres . «El lunes esto estaba lleno de papás», comenta, a las puertas del centro escolar, la progenitora de una de las compañeras de aula de Asunta.
Pero el pánico que se apoderó de la comunidad estudiantil en Santiago se esfumó tan pronto señalaron a Rosario Porto y Alfonso Basterra , padres adoptivos de Asunta, como presuntos autores de la muerte de la pequeña. Así lo reconocen tanto padres como alumnos. En esos días, era la propia Tareixa Navaza, por entonces portavoz de la familia, la que tranquilizaba a esta comunidad. «Santiago es una ciudad segura», insistía.
Silencio en los pasillos
Aceptado el hecho, aunque no asumido todavía, en el Rosalía docentes y estudiantes intentan recuperar la normalidad . Una rutina imposible de devolver a los pasillos empedrados -en los que reina el silencio- de este centro, arteria educativa de la ciudad, que separa el casco antiguo de la parte nueva de la capital gallega.
Desde las ventanas de ese edificio, Asunta se servía de la materia prima, fuente de inspiración para dar rienda suelta a las historias que plasmaba en su blog. En una de las pocas entradas que redactó, la pequeña fabula sobre muertes, venganzas y fantasmas. Una mente creativa que destacaba por encima de las demás .
Pese a los pensamientos que alimentaban sus historias, la niña nunca manifestó temor alguno . «Si hubiéramos sabido que le pasaba algo podíamos haberla ayudado, pero como siempre estaba tan contenta no nos podíamos imaginar que ocurriese esto», lamenta Andrea. «Ella nunca comentó nada de lo que se dijo que le había ocurrido en julio, dicen que intentaron estrangularla», apunta Natalia entre las demás compañeras.
Para las que la conocían, Asunta era una niña feliz, tal vez más apegada a su padre , «porque era el que la traía y la recogía todos los días», pero se niegan a creerse todo la información que reciben a diario.
Flores en el cumpleaños de Asunta
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete