Cataluña y Gibraltar, unidos en el independentismo

La genial plataforma se llama Catalunya Acció (o sea, Cataluña Acción) y, en un comunicado sin parangón ni desperdicio, ha dado las razones de una iniciativa que, desde luego, es histórica. Parece que la continua evocación en los medios del Tratado de Utrecht ha despertado la melancolía de los independentistas: «Este año se conmemoran los 300 años del Tratado de Utrecht a través del cual Gibraltar pasó a soberanía británica y Cataluña perdió sus libertades» , reza el comunicado. Cataluña y Gibraltar, ligadas espiritualmente por el fin de la guerra de sucesión entre los Austrias y los Borbones.

Catalanistas y pro-gibraltareños

Pero no acaba ahí su fraternal ligazón. La memoria histórica continúa: «No podemos olvidar que la actuación catalana fue decisiva para que el Peñón sea hoy territorio británico» . Y recuerda a sus héroes particularísimos: «Un batallón de 350 catalanes, comandados por el general Basset , que formaron parte de la expedición austricista que conquistó Gibraltar». De cogerlo, lo de los «350 catalanes» hay que cogerlo con pinzas, porque para empezar el general Juan Bautista Basset y Ramos era valenciano y de Alboraya. Y que en la página web de Catalunya Acció aparezcan pintadas de rojo las regiones de Cataluña, Valencia y Baleares (quimera de los Países Catalanes), parece aclarar que lo que ellos interpretan por «catalanes» no coincide con lo convencional.

Qué mejor fecha que el 11 de septiembre (fecha de la derrota) «para realizar un homenaje nacional y patriótico a aquellos catalanes que colaboraron heroicamente para que hoy el pueblo de Gibraltar goze (sic) de su condición de territorio británico» . Porque, según estos comunicadores, el enemigo de ambos pueblos, por mucho que pasen los años, sigue siendo el mismo: «Tres siglos más tarde, catalanes y gibraltareños aún hemos de sufrir las ínfulas imperiales del gobierno español... Exactamente igual que en los tiempos de Felipe V». Como la canción de Julio Iglesias: «La vida sigue igual».

Otros casos catalanistas

¿Cuándo la política española se impregnó de surrealismo? Sea cual sea la respuesta, lo claro es que, en Cataluña, el problema va a más. El verano no favorece en absoluto el regreso a la cordura y las buenas maneras. La cosa catalana se está desmadrando. Un buen día, de calor tórrido, una alianza de impúdicos inventa el nudismo independentista (consiste en una cadena de cuerpos desnudos que, más blanquitos o más morenos, ponen sus vergüenzas al servicio de «la naciò»). «Cataluña, por mis... cueros», parece ser el mensaje. Mientras, el sol sigue derritiendo neuronas.

Otro día es un dignísimo y fortachón trabajador melillense afincado en Cataluña el que expone, en palabras que entiende todo el mundo, sus argumentos a favor de la independencia: «Quiero ser de aquí, no me lo puede negar nadie». Ah, vale. Entonces, no hay nada más que hablar... Haberlo dicho antes. Sebas, el de Hospitalet, considera que el malvado Estado español trata a Cataluña como «basura», como si fuera «una región» del país (¡qué desfachatez!), o sea, como «nada».

El sabio Sebas opina que el catalán no catalanista es ese ser que «te apuñala por la espalda» y que cuando Cataluña y España sean independientes una de otra intercambiaremos, por ejemplo, «sombreros» por «algodón». Sebas, el fortachón de Hospitalet, es un tipo pacífico que al menos no quema banderas ni odia a España. ¡Algo es algo!